Thursday, April 16, 2020

Una mirada teogastronómica / A theogastronomic point of view / Un point de vue théogastronomique

“Saboread a Dios en el camino de la vida”
 Buen Padre.

La fraternidad Sagrados Corazones como extensión de una vida Eucarística
 a partir de una mirada Teogastronómica.


Samuel Silvero sscc, religioso en formación inicial. Actualmente reside en Belo Horizonte (Brasil), donde cursa el último de Teología en la Facultad Jesuita de Filosofía y Teología y el segundo año del Curso de Intérprete de Lenguaje de Signos brasileño. Junto andar teológico, ayuda en la coordinación del Sector de Catequesis del Santuario de la Salud y la Paz (Padre Eustaquio), parroquia de los Sagrados Corazones como también apoyando a la Pastoral del Sordo.

RESUMEN: a partir de nuestra dimensión eucarística-reparadora fuimos dando gran valor a un aspecto de ser un Religioso SS.CC que sin dudas nos caracteriza: el espíritu de familia y el ser fraternal, nuestro fundador nos ilumina bastante para vivir esta dimensión. Teniendo en foco nuestra Vida eucarística el presente texto tiene la intensión de dar una perspectiva Teogastronómica a nuestro modo de vivir como SS.CC y la intensión de darnos totalmente para el otro haciendo el gesto de dar gracias y no tener miedo a darnos sin medida como hizo Jesús.
El recorrido que haremos es un intento de esbozar un aspecto identitario Sagrados Corazones; nuestro Espíritu de familia que se refleja en nuestras relaciones fraternales. Este itinerario partirá primeramente de un presupuesto Teogastronómico-bíblico y de nuestra Regla de Vida. La frase inspiradora del Buen Padre nos conducirá, ya que es el eje temático de fondo. Como se trata de una perspectiva capaz nueva, no pasa de ser un planteo con una intensión de ser una herramienta que nos ayude a Saborear a Dios desde nuestra vida eucarística-reparadora concretizada en el relacionamiento sano con uno mismo y consecuentemente para el otro.
            En un primer momento podemos tener claro la idea de Gastronomía en tres niveles, una búsqueda del placer alrededor de la mesa sería de un ámbito de gratuidad y alegría; un saber ordenado de sabores para la construcción del placer en la mesa, correspondiente al ámbito más reflexivo y por último perteneciente a un nivel más revelador, una interrogación gastronómica (etimológicamente hablando) donde se manifiesta las normas de las entrañas, o sea, valores, desordenes y preferencias de cada persona y cada grupo social. Al mismo tiempo podemos tener en cuenta los varios elementos que circunda a la actividad gastronómica: el cocinero, los ingredientes, herramientas y el saber. La definición hecha sirve de base para dislocarnos metafóricamente a lo bíblico donde lo central es la comensalía
            La categoría alimentar atraviesa toda la Biblia y está muy presente ya desde el A.T, en el relato del Primer mandato de Dios para con Adán y Eva en el jardín; en la promesa de la Tierra prometida con su abundancia alimenticia y el pasaje del Mar Rojo que culmina en el regocijarse y comer delante de Dios (TOLENTINO. A leitura infinita, p. 163). Ya en el N.T vemos cómo Jesús se mueve en esta misma plataforma; con la Mujer pecadora o con los Discípulos de Emaús. Igualmente, grandes lecciones que guían nuestra vida están relacionadas al banquete; Mt 5,13; Lc13,20-21; Lc14,13-14.
            Una vez colocados dichos presupuestos podremos centrarnos en algunos aspectos de nuestro carisma Sagrados Corazones, la Eucaristía. Una dimensión que nos lleva a una hospitalidad radical. Sabemos que nuestros Fundadores tenían un especial cuidado con la fraternidad y el espíritu de familia desde el comienzo de nuestra congregación: ‘’Que no haya sino un solo corazón y una sola alma en mi pequeña familia’’ (B.P). Claramente esto podemos asociar con el Banquete Eucarístico que celebramos donde en la diversidad nos hacemos uno, en lo fragmentado somos uno.
A partir de los cuatro verbos eucarísticos [Tomar, Dar gracias, Partir y Dar] son los motores primarios que nos llevan a una vida reflejada en los pensamientos y actitudes de Cristo. Al mismo tiempo tenemos la tarea de ser alimentos uno del otro, pues todo el tiempo estamos experimentando en nuestras cotidianeidades las dimensiones de estos cuatro verbos, quedando como primera tarea de que el paso de una acción a la otra sea de forma sana, dando lo mejor de sí, siendo alimento sano que dé vida. Varios de nosotros alguna vez ya fue abordado por personas de ‘’afuera’’, amigos, familiares, feligresía que apunta nuestro espíritu de familia como algo que resalta en nuestras relaciones como hermanos, como hijos de los Sagrados Corazones. Un espíritu que brota de un encuentro personal con Jesús, un espíritu que nos lleva a construir relaciones sanas con quienes compartimos.


Cuando Jesús aparece a los suyos muchas veces lo hace en torno a una comida. Por ejemplo, es reconocido en la fracción del Pan (Lc 24, 13-35) un encuentro que emerge sentimientos reconfortantes y performativos. Así también, aunque muchas veces pensamos que no lo vivimos, nuestra dimensión fraternal nace desde un encuentro eucarístico que nos debe llevar a un pasaje Pascual de la muerte a la vida, de lo antiguo a lo nuevo, de lo monótono a lo creativo. Como dice Tolentino: ‘’Nos alimentamos los unos a los otros. Somos uno para el otro, en la escucha, en la palabra, en el silencio y en la sonrisa, en el don y en el afecto, un alimento necesario, pues es de la vida que nuestras vidas se alimentan’’ (TOLENTINO MENDOÇA. Pai-nosso que estais na Terra, pp. 107-108). Uno de nuestros pilares como religiosos de los Sagrados Corazones justamente está en esta dimensión (Misión) explicitada en nuestra Regla de Vida en el Cuarto capítulo.
Seamos fieles a aquello que nos pide nuestro Fundador: ¡Saboreemos! Para saborear debemos hacer pausa, existe un proceso, debemos sabes escoger los ingredientes para nuestro plato final, debemos discernir, debemos ser sabios en la mezcla, también saber apreciar, para eso tocará hacer ayunos. En nuestra misión de ser alimento para el otro debemos procurar ‘’ser para el otro’’ de la mejor manera, ser excelentes con el don que Dios nos dio. Nuestra primera tarea es en relación con Dios de donde emerge lo performativo para hacer de nuestras relaciones interpersonales igual a la vivida con Él. Todo este ejercicio es en vista al Banquete definitivo, donde nos espera el comensal por excelencia.

“Taste God on the path of life"
Good Father.

The Sacred Hearts fraternity as an extension of the Eucharistic life
from a theogastronomic point of view.

Samuel Silvero sscc, is a religious in initial formation. He currently lives in Belo Horizonte (Brazil), where he is completing his last year of Theology at the Jesuit School of Philosophy and Theology and his second year at the Brazilian Sign Language Interpreter Course. As well as his theological studies, he helps coordinate the Catechism at the Sanctuary of Health and Peace (Blessed Eustaquio), a parish of the Sacred Hearts, as well as supporting the pastoral care of the Deaf.

SUMMARY: Flowing from our Eucharistic-reparative spirituality, we give great value to one aspect of being an SS.CC. religious that undoubtedly characterizes us: the family spirit and fraternity, something that our founder stressed as important to our lives as religious. Keeping in focus our Eucharistic life, this paper has the intention of giving a theogastronomic perspective to our way of living as SSCC, our call to give ourselves, like Jesus, totally to the other, without fear and without measure. 
The journey we will make will attempt to outline an aspect of Sacred Hearts identity; our family spirit that is reflected in our fraternal relationships. This itinerary is based on a Theogastronomic-Biblical presupposition and our Rule of Life. The inspiring phrase of the Good Father can lead us, since it is the fundamental thematic axis. Given that this is a question of a new and viable perspective, it is hoped that this can be a tool to help us to savor God in our Eucharistic-reparative life, a life that is concretized in a healthy relationship with oneself and consequently with the other.
At first we can have a clear idea of Gastronomy at three levels, a search for pleasure around the table as a place of gratuity and joy; an orderly knowledge of flavours that builds pleasure around the table that in turn leads to more reflection and revelation; finally, being part of a deeper revealing - a gastro-nomic questioning (etymologically speaking) where gut rules are manifested, that is, values, disorders and preferences of each person and each social group. At the same time we can take into account the various elements that constitute the gastronomic activity: the cook, the ingredients, tools and knowledge. The definition is used as a basis for metaphorically bring us to the bible where what is central is the table-fellowship. 
The category of feeding is found throughout the entire Bible and is already very present in the OT in the story of the first commandment of God to Adam and Eve in the garden; in the promise of the Promised Land with its abundance of food and in the passage of the Red Sea that culminates in the rejoicing and eating before God (Tolentino, A leitura infinita, p. 163). Already in the N.T. we see how Jesus moves on this same platform; with the sinful Woman or with the Disciples of Emmaus. Likewise, great lessons that guide our life are related to the banquet; Mt 5:13; Lk 13:20-21; Lk 14:13-14.
Having these presuppositions in place we can focus on some aspects of our Sacred Hearts charism, the Eucharist. This is a dimension that leads us to radical hospitality. We know that our Founders had a special concern for fraternity and family spirit from the beginning of our Congregation: "May there be but one heart and one soul in my little family" (B.P.). Clearly this can be associated with the Eucharistic Banquet that we celebrate, where in diversity we become one, and in what is fragmented we are one.

The four Eucharistic verbs [Take, Give, Break and Give] are the primary movers that lead us to a life that reflects the thoughts and attitudes of Christ. At the same time we have the task of being food for each other, all the time experiencing in our daily lives each of these four verbs, ensuring that the movement from one action to another is done in a healthy manner, seeking to give the best of oneself, to be healthy food that gives life. We are often approached by people from "outside", friends, relatives, parishioners who point out our family spirit as something that stands out in our relationships as brothers and sisters, as children of the Sacred Hearts. A spirit that springs from a personal encounter with Jesus, a spirit that leads us to build healthy relationships with those we share.
When Jesus appears to his own, he often does so around a meal. For example, he is recognized in the bread broken (Lk 24:13-35) an encounter that engenders feelings of comfort and performativity.
In the same way, although we often think that we do not live it, our fraternal dimension is born out of a Eucharistic encounter that should lead us to a Paschal passage from death to life, from the old to the new, from the monotonous to the creative. As Tolentino says: "We feed each other. We are for each other, in listening, in speaking, in silence and in smile, in gift and in affection, a necessary nourishment, for it is from life that our lives are nourished'' (Tolentino Mendoça, Pai-nosso que estasis na Terra, pp. 107-108). One of our pillars as religious of the Sacred Hearts is precisely in this area (Mission) which is made explicit in the 4th Chapter of our Rule of Life.
 Let us be faithful to what our Founder asks of us: Let us savour! In order to savour we must pause, there is a process, we must know how to choose the ingredients for our final course, we must discern, we must be wise in the mix, we must also know how to appreciate, in order that we become “tasty”. To complete our mission to be food for the other we must "be for the other" in the best way we can, excelling with the gift that God has given us. Our first task is to be in relationship with God, from where emerges the skills to make our interpersonal relationships equal to the one we live with Him. This whole exercise is in view of the definitive Banquet, where table-fellowship par excellence awaits us.

"Goûter Dieu sur le chemin de la vie"
 Bon Père.
La fraternité des Sacrés Cœurs comme prolongement de la vie eucharistique
 d'un point de vue théogastronomique.

Samuel Silvero sscc, religieux en formation initiale. Il vit actuellement à Belo Horizonte (Brésil), où il étudie la dernière année de théologie à la Faculté Jésuite de philosophie et de théologie et la deuxième année du cours d'interprète en langage des signes brésiliens. Parallèlement à ses études de théologie, il contribue à la coordination du secteur catéchétique du Sanctuaire de la Santé et de la Paix (Père Eustache), une paroisse des Sacrés Cœurs, ainsi qu'au soutien de la Pastorale des Sourds.
RÉSUMÉ : En partant de notre dimension de réparation eucharistique, nous avons donné une grande valeur à un aspect de l'être religieux SS.CC qui nous caractérise sans aucun doute : l'esprit de famille et l'être fraternel. En mettant l'accent sur notre vie eucharistique, le présent texte a l'intention de donner une perspective théogastronomique à notre façon de vivre en tant que SS.CC.
Le voyage que nous allons faire est une tentative d'esquisser un aspect de l'identité Sacrés Cœurs ; notre esprit de famille qui se reflète dans nos relations fraternelles. Cet itinéraire partira tout d'abord d'un présupposé théogastronomique-biblique et de notre Règle de vie. La phrase inspirante du Bon Père nous guidera, puisqu'elle est l'axe thématique fondamental. Comme il s'agit d'une perspective nouvelle et capable, elle ne passe pas du statut de proposition à celui d'outil qui nous aide à savourer Dieu à partir de notre vie eucharistique réparatrice concrétisée dans une relation saine avec soi-même et par conséquent pour l'autre.
On peut d'abord se faire une idée claire de la Gastronomie sur trois niveaux, la recherche du plaisir autour de la table serait un champ de gratuité et de joie ; une connaissance ordonnée des saveurs pour la construction du plaisir à table, correspondant au niveau le plus réfléchi et appartenant finalement à un niveau plus révélateur, un interrogatoire gastro-nomique (étymologiquement parlant) où se manifestent les règles des entrailles, c'est-à-dire les valeurs, les troubles et les préférences de chaque personne et de chaque groupe social. En même temps, nous pouvons prendre en compte les différents éléments qui circonscrivent l'activité gastronomique : le cuisinier, les ingrédients, les outils et les connaissances. La définition faite sert de base pour nous déplacer métaphoriquement vers le biblique où la chose centrale est le restaurant. 
La catégorie des aliments traverse toute la Bible et est très présente depuis l'A.T., dans l'histoire du Premier Commandement de Dieu à Adam et Eve dans le jardin ; dans la promesse de la Terre Promise avec son abondance de nourriture et le passage de la Mer Rouge qui culmine dans la réjouissance et le manger devant Dieu (TOLENTINE. A la lecture infinie, p. 163). Déjà dans le N.T., nous voyons comment Jésus se déplace sur cette même plate-forme ; avec la Femme pécheresse ou avec les Disciples d'Emmaüs. De même, les grandes leçons qui guident notre vie sont liées au banquet ; Mt 5,13 ; Lc 13,20-21 ; Lc 14,13-14.
Une fois ces hypothèses en place, nous pouvons nous concentrer sur certains aspects de notre charisme Sacrés Cœurs, l'Eucharistie. Une dimension qui nous conduit à une hospitalité radicale. Nous savons que nos Fondateurs ont eu un souci particulier de la fraternité et de l'esprit de famille dès le début de notre Congrégation : "Qu'il n'y ait qu'un seul cœur et une seule âme dans ma petite famille" (B.P.). Il est clair que cela peut être associé au banquet eucharistique que nous célébrons lorsque, dans la diversité, nous devenons un, dans ce qui est fragmenté, nous sommes un.
Les quatre verbes eucharistiques [prendre, donner, rompre et donner] sont les principaux moteurs qui nous conduisent à une vie qui se reflète dans les pensées et les attitudes du Christ. En même temps, nous avons la tâche d'être la nourriture de l'autre, car nous vivons tout le temps dans notre vie quotidienne les dimensions de ces quatre verbes, laissant comme première tâche que le passage d'une action à l'autre soit de manière saine, en donnant le meilleur de soi-même, en étant une nourriture saine qui donne la vie. Plusieurs d'entre nous ont déjà été approchés par des personnes "de l'extérieur", des amis, des parents, des paroissiens qui soulignent notre esprit de famille comme quelque chose qui ressort dans nos relations en tant que frères et sœurs, en tant qu'enfants des Sacrés Cœurs. Un esprit qui naît d'une rencontre personnelle avec Jésus, un esprit qui nous conduit à construire des relations saines avec ceux que nous partageons.
Lorsque Jésus apparaît aux yeux des siens, il le fait souvent autour d'un repas. Par exemple, il est reconnu dans la faction du Pain (Lc 24, 13-35) une rencontre qui fait émerger des sentiments réconfortants et performatifs. De même, bien que nous pensions souvent ne pas la vivre, notre dimension fraternelle naît d'une rencontre eucharistique qui doit nous conduire à un passage pascal de la mort à la vie, de l'ancien au nouveau, du monotone au créatif. Comme le dit Tolentino : "Nous nous nourrissons les uns les autres. Nous sommes pour l'autre, dans l'écoute, dans la parole, dans le silence et dans le sourire, dans le don et dans l'affection, une nourriture nécessaire, car c'est de la vie que se nourrit notre vie" (TOLENTINO MENDOÇA. Pai-nosso que estasis na Terra, pp. 107-108). Un de nos piliers en tant que religieux des Sacrés Cœurs se trouve précisément dans cette dimension (Mission) rendue explicite dans notre Règle de vie au quatrième chapitre.

Soyons fidèles à ce que notre Fondateur nous demande : Faites-nous savoir ! Pour goûter, il faut faire une pause, il y a un processus, il faut savoir choisir les ingrédients de notre plat final, il faut discerner, il faut être sage dans le mélange, il faut aussi savoir apprécier, et pour cela il faut faire de l'ail. Dans notre mission de nourriture pour l'autre, nous devons essayer d'"être pour l'autre" de la meilleure façon possible, d'être excellents avec le don que Dieu nous a fait. Notre première tâche est en relation avec Dieu, d'où émerge le performatif pour rendre nos relations interpersonnelles égales à celle vécue avec Lui. Tout cet exercice se fait en vue du Banquet définitif, où le dîner par excellence nous attend.



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