Wednesday, June 25, 2014

Feast of the Sacred Heart 

Fête du Sacré-Coeur 

Fiesta del Sagrado Corazón

COM-UNION 2, July 15, 1997

English / Français / Español
Richard McNally sscc

AFTER  THE Vatican Council the parish church of my childhood was remodeled to conform to the renewed liturgy. The large  crucifix was removed and put in its place was a representation of the risen Christ. Rather than to indicating a deeper sense of the paschal mystery it seems to indicate rather a misunderstanding and perhaps some discomfort with Christ triumphant in death.

The Gospel of John says, “They will look on the one whom they have pierced.” The wounded Jesus hangs on the cross in death. And we will look on him, we are called to contemplate him. But it is difficult. We would rather turn our eyes away from a wounded dead man. And especially if we accept the fact that we are the ones who have wounded and pierced him. It would be easier if we just skipped this part of the paschal event went right to the resurrection.

But it is our vocation "to contemplate, live and announce to the world God's love which was mode flesh in Jesus." (Constitutions art.2) Without contemplating it is impossible to live that love or proclaim it in an authentic way. To contemplate is to look upon, to gaze intently, to give all our attention the pierced one, to be drawn into the mystery of his suffering love so as to find there wisdom and life.

St. Paul speaks of "knowing the love of Christ which is beyond all knowledge." There are so many things to know in life. We have each spent years being educated so as to know. But what is most important to know is really unknowable. We can never grasp fully the deepest truth, which is the love of Christ. We can only contemplate it and  in contemplating it not seek to grasp it but allow ourselves to be grasped by it.

In one of his many writings on the heart of Christ, Karl Rahner says that it is incorrect to say that the heart is a symbol of love. The human heart, the deepest center of the human person, is the place of love but it is also the place of sin, the opposite of love. It is not only that we are immersed in the sin of the world but that we choose to embrace this sin from time to time. Only the heart  of Christ is the symbol of pure love, for there is no sin in him, only love. And our sin has pierced that heart. It is because of our sin that he is wounded. "We contemplate him whom we have pierced."

The Good News is that the dead Christ, pierced by us, pierced for us, pours forth blood and water. As the preface of the Mass says, he is "the fountain of sacramental life in the church".  Christ in death, dead from the wounds that we have inflicted, is living  and life- giving.

The patristic tradition that gave birth to the devotion to the Sacred Heart continuously returned to this image of the pierced one. Christ is pierced so that life flows forth, the life of the church, born from his side, the life of the sacraments, the gift of the Holy Spirit. Later the fathers would say that Christ was pierced so that we could enter into his interior and find their wisdom and life. In the seventeenth century St. John Eudes would say that the most horrible thing imaginable is sin for it was responsible for the death of God's son. But as horrible as sin is, the Good News is that the love of God incarnate in Christ triumphs. The dead Jesus overcomes the sin which  causes  his death.
               
In the chapel of the Visitation in Paray-le-Monial there is a mosaic. It represents one of the revelations to St. Margaret Mary when she said the Lord appeared to her on the cross and his wounds were glowing like five suns. The fire of his love renders his wounds glorious. In contemplating him we are enflamed. We contemplate him and we are empowered to live and proclaim. His love transforms the woundedness of sin. The continual call to repentance is life giving and establishes us in solidarity with all those "who  are victims of injustice, hatred and sin in the world". (Constitutions art. 4) Continually entering into communion with the fire that is Jesus leads  us to radiate Christ in ways we are not aware of. We proclaim his love not only in words and works but we radiate Christ in everything even in sickness and incapacity right up until the moment of death.

A few weeks ago l received a letter from a sister l know who is approaching her 90th birthday. She remarked that her long life seems so short. l imagine that it is so for each one of us and especially so when you consider the "breadth and length, the height and depth" of the love of Christ. At the moment of death it must seem that one has hardly begun to know Christ.

On this our patronal feast let us ask the grace of knowing  the love of Christ more and more for each of our brothers and sisters so that we might proclaim that love to our world.



Después del Concilio Vaticano, la parroquia de mis tiempos de niño fue remodelada para adaptarse a la liturgia renovada . El gran crucifijo fue quitado y se puso en su lugar una imagen de Cristo resucitado. En lugar de indicar un sentido más profundo del misterio pascual, parece indicar un mal entendimiento y acaso un cierto desasosiego con el Cristo triunfante de la muerte.

El Evangelio de Juan dice: "Verán al que traspasaron". El maltratado Jesús es colgado de la cruz para morir. Y nosotros lo veremos así, ya que estamos llamados a contemplarle en este estado. Pero es duro. Nos gustarla apartar los ojos de un hombre malherido. Especialmente si nos damos cuenta que somos nosotros los que le hemos malherido y traspasado. Sería más fácil si obviáramos esta parte del acontecimiento pascual y nos fijáramos directamente en la resurrección.

Mas  nuestra vocación es "contemplar, vivir y anunciar al mundo el Amor de Dios encarnado en Jesús" (Constituciones, art.  2). Sin contemplarlo es imposible vivir este amor o proclamarlo de una manera auténtica . Contemplar es considerar, mirar fijamente, prestar toda la atención al Crucificado, para sentirnos ton envueltos en el misterio de su amor doliente que encontremos allí entendimiento y vida.

San Pablo habla del "conocimiento del amor de Cristo que supera toda sabiduría". Son muchas las cosas que hay que saber en la vida . Hemos empleado años en ser educados para saber. Pero lo más importante de lo que hay que conocer es realmente incognoscible. Nunca podemos aprehender la verdad más profunda, que es el amor de Cristo. Solamente podemos contemplarla y contemplándola no podemos atraparla sino ser atrapados por ella.

En uno de sus muchos escritos acerca del corazón de Cristo, Karl Rahner dice que es incorrecto decir que el corazón es un símbolo del amor. El corazón humano, el centro más profundo de la persona humana, es el lugar del amor pero también lo es del pecado, lo opuesto al amor. Sucede que no solamente estamos inmersos en el pecado del mundo, sino que también nosotros por nuestra cuenta cometemos este pecado de vez en cuando. Solamente el corazón de Cristo es el símbolo del amor puro, pues no hay pecado en El, solamente amor. Y nuestro pecado ha traspasado ese corazón. Por nuestro pecado Él está crucificado. "Contemplamos Aquel a quien hemos traspasado".

La Buena Noticia es que Cristo muerto, traspasado por y para nosotros, derrama sangre y agua. Según dice el prefacio de la Misa, Él es "la fuente de la vida sacramental en la Iglesia".  Cristo conducido a la muerte, muerto por las heridas que nosotros le hemos infligido, está vivo y da vida. La tradición patrística que dio origen a la devoción del Sagrado Corazón se refiere constantemente a esta imagen del traspasado. Cristo está traspasado para que esa vida suya fluya, es la vida de la Iglesia, nacida de este costado, la vida de los sacramentos, el don del Espíritu Santo.

Posteriormente, a los Padres les gustará decir que Cristo fue traspasado para que pudiéramos entrar en su interior y encontrar conocimiento y vida. En el s.XVII a san Juan Eudes le gustará decir que la cosa más horrible imaginable es el pecado  porque  fue el responsable de la muerte del Hijo de Dios. Pero aún cuando sea ton horroroso el pecado, la Buena Noticia es que triunfa sobre él el amor de Dios encarnado en Cristo. El Jesús muerto se coloca por encima del pecado que provoca su muerte.

En la capilla de la Visitación en Paray-le­ Monial hay un mosaico. Representa una de las revelaciones a Sta. Margarita María, cuando ella dice que el Señor se le aparece sobre la cruz y con sus llagas brillando como soles. El fuego de su amor transforma sus llagas gloriosas. Al contemplarle nos enardecemos. Le contemplamos y nos fortalecemos para  vivir y proclamar. Su amor transforma las heridas del pecado. La constante llamada a la conversión (arrepentimiento) nos da vida y nos coloca en solidaridad con todos aquellos "que son víctimas de la injusticia, el odio y el pecado en el mundo" (Constituciones,  art. 4) . El entrar continuamente en comunión con el fuego que es Jesús nos !leva a irradiar a Cristo alrededor de una manera  que no percibimos como. Proclamamos su amor no solamente  de palabra y de obra sino que irradiamos a Cristo de modo pleno, incluso en medio de la enfermedad y la incapacidad, hasta el mismo instante de la muerte.

Hace unas semanas recibía  una carta de una hermana que, según yo sé, va a cumplir sus 90 años. Me indicaba que su larga vida le parece corta. Supongo que eso nos posa a todos nosotros y especialmente cuando consideramos "la anchura y la longitud, la altura y la profundidad" del amor de Cristo. En el momento de la muerte seguramente parecerá que uno apenas ha empezado a conocer a Cristo.

 Cada vez que celebremos nuestra fiesta patronal, pero también constantemente pidamos para nuestros hermanos y hermanas la gracia de conocer más y más el amor de Cristo para que podamos proclamarlo a nuestro mundo  de hoy.


Après le Concile Vatican II, l’église paroissiale de mon enfance fut refaite pour se conformer à la liturgie renouvelée. On enleva le grand crucifix pour le remplacer par une grand image du Christ ressuscité. Plutôt que indiquer un sens profond du mystère pascal, il indiquait bien plus une incompréhension ou peut-être un certain malaise avec le Christ triomphant, même dans a mort.

L’Évangile selon saint Jean dit : « Il porteront leurs yeux sur celui qu’ils ont transpercé ». Jésus meurtri pend mourant sur la croix. Et nous porterons nos yeux sur lui, car nous sommes appelés à le contempler. Mais, combien il est difficile de le faire ! Notre réaction sera plutôt de ne pas regarder cet homme meurtri et mourant. Encore plus, si nous acceptons le fait que c’est nous qui l’avons ainsi blessé et transpercé. Ce serait sans doute plus facile, si nous pouvions nous épargner cette partie de l’évènement pascal, pour aller tout droit à la résurrection…


Cependant, notre vocation c’est « contempler, vivre et annoncer au monde l’amour de Dieu incarné en Jésus » (Constitutions, art. 2). Sans le contempler, il est impossible de vivre cet amour ou de le proclamer de façon authentique. Contempler, c’est regarder attentivement, voir intentionnellement, donner toute notre attention au transpercé, pour être conduits à la profondeur du mystère de son amour dans sa souffrance, pour y trouver sagesse et vie.

St. Paul parle de « connaître l’amour du Christ qui est au-delà de toute connaissance ». Il y a tellement de choses à connaître dans la vie. Nous avons passé, chacun et chacune de nous, tant d’années à être éduqués dans le savoir. Mais, ce qui est le plus important de savoir est inconnaissable et dépasse toute connaissance. Nous ne pourrons jamais sonder complètement la vérité la plus profonde qu’est l’amour du Christ. Nous pouvons seulement le contempler et, en le contemplant, ne pas essayer de le saisir, mais nous laisser saisir par lui.

Dans un de ses nombreux écrits sur le cœur du Christ, Karl Rahner dit que ce n’est pas correct de dire que le cœur est un symbole de l’amour. Le cœur humain, le centre le plus profond de la personne humaine, est un lieu d’amour, mais aussi de péché qui est l’opposé de l’amour. Non seulement nous sommes immergés dans le péché du monde, mais encore que nous avons choisi de tomber dans le péché de temps à autre. Seul le Cœur du Christ est le symbole de l’amour pur, car il n’y a pas de péché en lui, il n’y a pas que de l’amour. Et notre péché a transpercé ce cœur. C’est pour notre péché qu’il est blessé. « Nous contemplons celui que nous avons transpercé ».

La Bonne Nouvelle est que le Christ mort, transpercé par nous, transpercé pour nous, répand du sang et de l’eau. Comme le dit la préface de la Messe, « il est la source de la vie sacramentelle dans l’Église ». Le Christ mourant, mort par les blessures que nous lui avons infligées, vit maintenant et donne la vie. La tradition patristique, qui est à l’origine de le dévotion au Sacré-Cœur, retourne constamment à cette image du transpercé. Le Christ est transpercé, pour que de lui la vie jaillisse en abondance : la vie de l’Église, née de son côté ; la vie des sacrements ; le don de l’Esprit Saint. 

Eglise Sainte Famille, Moorea (Tahiti)
Plus tard, les Pères diront que le Christ fut transpercé pour que nous puissions entrer dans son intérieur et trouver sagesse et vie. Au XVII siècle, St. Jean Eudes disait que la chose la plus horrible que nous puissions imaginer est le péché, puisqu’il fut le responsable de la mort du Fils de Dieu. Mais aussi horrible que le péché puisse être, la Bonne Nouvelle est que l’amour de Dieu incarné dans le Christ en triomphe. La mort de Jésus surmonte le péché qui cause sa mort.

À la chapelle de la Visitation à Paray-le-Monial, il y a une mosaïque. Elle représente une des révélations à Sainte Marguerite-Marie, lorsqu’elle raconta que le Seigneur lui apparut sur la croix et ses blessures resplendissaient comme cinq soleils. Le feu de son amour rend ses blessures glorieuses. En le contemplant, nous somme enflammés. Nous le contemplons et nous recevons le pouvoir de vivre et de proclamer. Son amour transforme la blessure du péché. L’appel constant au repentir donne la vie et nous établit en solidarité avec tous ceux qui sont « victimes du péché du monde, de l’injustice et de la haine » (Constitutions, art. 4). Entrant continuellement en communion avec le feu qui est Jésus, nous rayonnons le Christ parfois sans en être conscients. Nous ne proclamons pas son amour seulement en paroles et actions, mais nous rayonnons le Christ en tout, même dans la maladie et l’incapacité, continuellement jusqu’au moment de notre mort.

Il y a quelques semaines, je recevais une lettre d’une sœur que je connais et qui approche de ses 90 ans. Elle fait remarquer que sa longue vie lui semble trop courte. J’imagine qu’il en va ainsi pour chacun de nous et, particulièrement, lorsqu’on considère « la largeur et la longueur, la hauteur et la profondeur » de l’amour du Christ. Au moment de la mort, il doit nous sembler que nous avons à peine commencé à connaître le Christ.

En cette notre fête patronale, demandons la grâce de connaître de plus en plus l’amour du Christ pour chacun de nos frères et sœurs, de telle manière que nous puissions proclamer cet amour à notre monde.

Jeepney, Manila 


Wednesday, June 18, 2014

C’EST A MOI QUI VOUS L’AVEZ FAIT

 Français, Español



Je viens de rentrer d’une courte visite aux Philippines (Manilles). Le dimanche, le Père Andy m’invite d’aller prier dans une de  nos nouvelles paroisses (Bagbag) car la messe est en Anglais. N’ayant pas le transport personnel, nous avons pris un taxi. Il dira au taximen que nous partons au Cimetière. Comme mon doute pouvait se lire sur mon visage, il m’expliquera que c’est une référence facile pour toute personne car la Paroisse est mitoyenne au Cimetière.

Nous arrivons à la Paroisse, je cours étancher ma soif de localiser le dit cimetière. Ma surprise fut de voir trois couples jeunes, assis sur le tombeau, en train de parler tendrement. Au retour à la maison, en commentant ce fait, les frères me diront qu’il y a près de trois cents personnes vivant dans le Cimetière. Trois cents personnes, préparant, mangeant, dormant … dans le cimetière.

Cemetière de Bagbag (Novaliches)
C’est vrai que « les morts ne sont pas morts », mais choisir d’être « leurs voisins » en est une autre. Qu’est-ce qui amènent ces gens à créer leur cité dans le cimetière ? La misère, la pauvreté et le manque de moyen de survie.

Un deuxième fait est la découverte, près de la maison généralice, d’un jeune européen de l’Est qui passe ses nuits dans une voiture rouge (maquina rossa). Chaque jour, il y a de personnes qui passent à côté de la voiture, peu sont celles qui constatent que la « maquina rossa » est une maison. Il a passé tout le temps de l’hiver dans ces conditions-là. La Communauté a confié à Alfred Bell pour voir comment faire ensemble avec la Paroisse. Pendant qu’on cherche la solution pour notre ami de la « maquina rossa », la police vient prendre la voiture et laisse notre ami sans « maison ». Nous ne savons plus où il est parti, ni qu’est-ce qu’il est devenu.

Qu’est-ce qui a poussé notre ami de la voiture rouge à dormir dans une voiture abandonnée ? La pauvreté et le manque du travail. Il a perdu son travail depuis deux ans. Il ne sait pas, non plus, rentrer à son pays.

Un troisième fait vient de se passer il n’y a pas longtemps. J’arrive à la station Termini. Un italien, bien habillé, en train de crier sur tout le monde « une pièce pour acheter la Pizza ». Vraiment, il donne l’air de quelqu’un de bien, du point de vue santé mentale.
Qu’est-ce qui pousse un tel monsieur, possible qu’il soit père de famille, à mendier dans un lieu public et n’avoir peur de rien ? La misère.

Lors de mon voyage en Espagne, une amie espagnole me pose la question à propos des émigrés africains. Elle me dit « tu penses que l’Europe est obligé de laisser passer tous les africains qui veulent venir ici ? ». Je lui rétorque la question : et toi, que penses-tu ? Sa réponse fut claire et nette : ils doivent rester chez eux car nous, ici en Europe, avons déjà nos problèmes.

Quel plaisir ont ces africains de tenter la traversée dangereuse avec de bateaux de fortune ? Pourquoi affrontent-ils ce danger en sachant d’avance les risques ? La misère serait, sans doute, la réponse. Quelle morale tienne devant la misère ou la pauvreté à l’extrême ? Comment répondre à une telle question réelle en sachant qu’il est vrai la souffrance de l’Europe aujourd’hui ?

Ces quatre exemples, parmi tant d’autres, est une expression de la souffrance de notre monde. La misère n’est plus liée à une culture ou à une classe d’hommes. La souffrance est chaque fois un peu plus près de nous (de moi). Mais, combien de fois, on s’arrête comme le Bon samaritain, pour la soulager ? Combien de fois, cela nous dérange dans notre façon d’être ou de prier ? Combien de fois elle  nous colle à la peau pour nous transformer en des hommes ou des femmes de cœurs ?

Je ne parle pas seulement de nous comme religieux (ses) des Sacrés Cœurs. Je parle du monde où nous tous habitons avec fierté. En utilisant l’expression du Pape François, nous tendons tous vers la  « la globalisation de l’indifférence ». La culture de l’indifférence nous guette. Tout le monde voit les vivants parmi les morts, personne ne bouge. Tout le monde voit l’ami de la voiture rouge chassé de sa « maison » et personne ne bouge. Tout le monde voit ce monsieur mendiant pour un euro et personne ne bouge (même pas moi)… La loi semble être l’unique voie de sortie et la charité relayait à la sacristie de nos vies.

L’adoration et l’agir de Damien peuvent bien être un remède contre cette nouvelle maladie de l’indifférence. Chacun tient à ce qui lui semble bon et meilleur. Le souci pour l’autre est de plus en plus relégué au second plan.

Boane, chapel novitiat
L’adoration et l’agir de Damien doivent nous rappeler ce que « nous n’avons pas fait à l’un de ces petits, c’est au Christ que nous ne l’avons pas fait ». L’adoration et l’agir de Damien peuvent nous apprendre à descendre de notre montagne pour voir ce qui se passe dans la vallée. L’adoration et l’agir de Damien nous apprennent être chaque jour proche des souffrants de ce monde. Quand les autres luttent pour plus de politique politicienne, nous travaillons pour le bien de tous et crions pour que les sans voix soient entendus. La mission n’est pas sans risque. Elle demande assez de courage et d’abnégation. Seul, celui qui nous appelle à son champ, peut nous accompagner dans cette mission. Il suffit d’être ouvert comme les disciples d’Emmaüs afin de le découvrir « à la fraction du pain ».

Ne fermons pas nos yeux ni nos cœurs devant le mal. Offrons le monde à Dieu à travers nos adorations. Agissons, s’il le faut, comme Damien pour soulager certains maux qui rongent nos voisins. La cécité du riche n’a pas été bien côté, ne l’oublions pas. Souvenons-nous que nous avons « la loi et les prophètes » à notre portée.

Continuons donc à nous inspirer de Damien pour le bien de notre mission. Damien a agi auprès des lépreux, mais c’est les plaies du Christ qu’il soulageait. « Dans la mesure où vous l’avez fait à l’un de ces plus petites de mes frères, c’est à moi que vous l’avez fait » (Mt. 25, 40b). Que cette année de Damien nous pousse vers les nouvelles actions.


Rome, le 28 mai 2014.

… ES A MÍ A QUIEN SE LO HICISTEIS

Acabo de regresar de una corta visita a las Filipinas (Manila). El domingo, el Padre Andy me invitó a rezar en una de nuestras nuevas parroquias (Bagbag), porque la Misa era en Inglés. Al no tener transporte personal, tomamos un taxi. Le dijo al taxista que íbamos al cementerio. Como en mi cara se podría leer mi extrañeza, me explicó que se trata de una referencia fácil para todos, porque la parroquia está junto al cementerio.

Cementerio de Bagbag, Novaliches, Manila
Llegamos a la parroquia; me apresuro a saciar mi curiosidad por localizar dicho cementerio. Mi sorpresa fue ver tres parejas jóvenes sentadas en las tumbas, hablando en voz baja. Al regresar a la casa, al comentar sobre este hecho, los hermanos me dicen que hay cerca de trescientas personas viviendo en el cementerio. Trescientas personas preparando comidas, comiendo,  durmiendo... en el cementerio.

Es cierto que "los muertos no están muertos", pero elegir ser sus "vecinos" es otra. ¿Qué es lo que atrae a estas personas a crear su ciudad en el cementerio? La miseria, la pobreza y la falta de medios de subsistencia.

Un segundo hecho ha sido el descubrimiento, cerca de la Casa General, de un joven de la Europa del Este que pasa sus noches en un coche rojo (maquina rossa). Todos los días hay personas que pasan al lado del coche; pocos son los que se dan cuenta que la "maquina rossa" es una casa. Ha pasado todo el tiempo de invierno en esas condiciones. La comunidad ha confiado a Alfred Bell ver, junto con la parroquia, qué se puede hacer. Mientras buscábamos la solución para nuestro amigo de la "maquina rossa", la policía acaba de tomar el coche y ha dejado a nuestro amigo sin “casa". No sabemos dónde fue o qué fue de él.

¿Qué impulsó a nuestro amigo del coche rojo a dormir en un coche abandonado? La pobreza y la falta de trabajo. Perdió su trabajo hace dos años. Y no sabe, tampoco, como volver a su país.

Un tercer hecho ha ocurrido hace poco. Llego a la estación de Termini. Un italiano, bien vestido, va gritando todo el mundo: "una moneda para comprar pizza." Realmente el hombre tiene el aire de alguien que está sano, desde un punto de vista de la salud mental.
¿Qué impulsa a un caballero, que puede ser un padre de familia, a ir pidiendo limosna en un lugar público y a no tener miedo a nada? La miseria.

Durante mi viaje a España, una amiga española me preguntó acerca de los inmigrantes africanos. Ella me dijo: "¿crees que Europa está obligada a dejar pasar a todos los africanos que quieren venir aquí?". Yo respondí a la pregunta: “y a ti, ¿qué te parece?” Su respuesta fue clara y directa: “tienen que quedarse en su casa porque aquí en Europa ya tenemos nuestros problemas”.

¿Qué placer encuentran estos africanos en intentar la peligrosa travesía con embarcaciones improvisadas? ¿Por qué se enfrentan a este peligro, conociendo de antemano los riesgos? Miseria, será sin duda la respuesta. ¿Qué postura moral ante la pobreza o la pobreza extrema? ¿Cómo responder a una pregunta tan verdadera sabiendo que es verdad el sufrimiento de la Europa de hoy?

Estos cuatro ejemplos, entre muchos otros, son una expresión del sufrimiento en nuestro mundo. La pobreza ya no está atado a una cultura o clase de hombres. El sufrimiento está cada vez un poco más cerca de nosotros (de mí). Pero ¿cuántas veces se detiene uno, como el buen samaritano, para aliviarlo? ¿Cuántas veces, nos es molesto para nuestra forma de ser o de orar? ¿Cuántas veces se nos pega a la piel para transformarnos en hombres y mujeres de corazón?

No sólo estoy hablando de nosotros como religiosos/sas de los Sagrados Corazones. Me refiero al mundo en el que todos vivimos con orgullo. Usando las palabras del Papa Francisco, todos tendemos hacia la "globalización de la indiferencia." La cultura de la indiferencia nos acecha. Todo el mundo ve a los vivos entre los muertos, nadie se mueve. Todo el mundo ve el amigo del coche rojo expulsado de su "casa" y nadie se mueve. Todo el mundo ve a este hombre que pide un euro y nadie se mueve (ni siquiera yo) ... La ley parece ser la única salida y la caridad relegada a la sacristía de nuestras vidas.

La adoración y la acción de Damián bien puede ser una cura contra esta nueva enfermedad de la indiferencia. Cada uno tiende a lo que le parece bien y mejor. La preocupación por el otro se ve ensombrecida cada vez más.

La adoración y la acción de Damián debería recordarnos que "lo que no hicimos a uno de estos pequeños, es a Cristo a quien no se lo hicimos". La adoración y la acción de Damián nos puede enseñar a bajar de nuestra montaña para ver lo que sucede en el valle. La adoración y la acción de Damián nos enseña a estar cada día cerca del sufrimiento de este mundo. Cuando otros están luchando por ser “políticos”, nosotros trabajamos por el bien de todos y gritamos para que los sin voz sean escuchados. La misión no está exenta de riesgos. Demanda bastante coraje y abnegación. Sólo aquel que nos llama a su campo, nos puede apoyar en esta misión. Es suficiente estar abiertos como los discípulos de Emaús para descubrirlo en "la fracción del pan."

No cerremos los ojos o el corazón a la maldad. Ofrezcamos al mundo a Dios a través de nuestra adoración. Actuemos, si es necesario, como Damián para aliviar ciertas dolencias que aquejan a nuestros vecinos. La ceguera de los ricos es su pecado; no lo olvidemos. Recordemos que tenemos "la ley y los profetas" a nuestro alcance.

Por lo tanto sigamos inspirándonos en Damián por el bien de nuestra misión. Damián actuó con los leprosos, pero fueron las heridas de Cristo las que le aliviaron. “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí”. (Mt 25, 40b). ¡Qué este año de Damián nos empuje hacia nuevas acciones! 

Roma, 28 de mayo 2014

Wednesday, June 11, 2014

Bill Moore sscc: an artist and a SSCC brother and priest

Español / English
VIA CRUCIS



Click here to see / cliquear aquí/ cliquez ici: http:



Una cosa interesante sucedió durante la realización de este mini-documental sobre el Vía Crucis del Padre Bill Moore. Pedimos a todas las personas en el video que para comprometerse con la obra de arte, la miraran, se situaran ante ella, nos dijeran que ven... y que la tocasen.

"¿Qué? ¿Tocar un cuadro? "No puedo hacer eso."
"No, le prometemos que está bien", les decíamos. "Se lo preguntamos varias veces al Padre Bill. No sólo nos dio el permiso, sino que incluso alentó a hacerlo" (Lo tenemos grabado en una cámara, por si alguien pregunta si es verdad).

Pero incluso cuando se les da rienda suelta, todo el mundo se sentía incómodo tocando el arte. Una amiga nuestra en este video, un par de semanas después de la filmación, se nos acercó sólo para decir que ella todavía se sentía mal por tocar la pintura.

Esta experiencia ha dejado un impacto en nosotros (en Experiencia Brehm). Es importante que respetemos el arte. La mayoría de las piezas no se deben tocar. Pero ¿no nos deja eso sintiéndonos desconectado de la obra? ¿Y si en realidad se pudiera tocar la superficie en la que se pintó La última cena? ¿Y si se pudiera sentir los puntos de pintura de Un domingo por la tarde de Seurat? ¿Qué añadiría esta sensación para cambiar nuestra experiencia de la manera en que sentimos una obra de arte? O bien, para cambiar la forma en que nos sentimos a nosotros mismos y al artista.

En el relato del Evangelio de Juan, se invita a Tomás a tocar las llagas en el costado de Jesús. Por esta conexión sabe que este es realmente el Jesús que él siguió y que ahora se levantó de entre los muertos. Tocar las heridas de Jesús - no podemos hacerlo hoy, y sin embargo se nos dice que en un momento dado, discípulos como Tomás de hecho tocaron al Jesús vivo. ¡Qué cambio se dio con esta experiencia, no sólo en ellos, sino también en los muchos que han creído en lo que ellos han contado!

Tal vez esto es parte de la vocación de un artista ... y de un sacerdote ... y de cualquier persona que llama a Jesús su Salvador crucificado y resucitado: ofrecer a la gente oportunidades para tocar, y ser tocados, por lo Divino.

El P.Bill Moore es a la vez artista y sacerdote, descubriendo que mutuamente una cosa hace a la otra ser mejor. A través de su arte, le pide a las personas que examinan su obra, que vayan más despacio, que miren, que toquen, que consideren los colores esenciales, las formas y texturas que pueden alimentar nuestras almas. Él no cobra por su arte. En cambio, todo el dinero va directamente a su Congregación para ayudar a gente necesitada.


An interesting thing happened in the making of this mini-documentary about Father Bill Moore’s Stations of the Cross. We asked all the people in the video to engage with the art — look at it, sit with it, tell us what you see…and touch it.

“What? Touch the art?” they would say. “I can’t do that.”
“No, we promise you it’s okay,” we’d say. “We asked Father Bill multiple times.  Not only did he give permission, he actually encouraged it.” (We have it on camera if anyone asks).

But even when given free reign, everyone felt uneasy actually touching the art. One friend of ours in this video came up to us a few weeks after filming just to say she still felt bad for touching the painting.

This experience has left an impact on us at Brehm Experience. It’s important that we respect art.  Most pieces shouldn’t be touched. But doesn’t that leave us feeling disconnected from the work?
What if you could actually touch the surface that the Last Supper is painted on?  What if you could feel the dots of paint in Seurat’s A Sunday Afternoon…?  How much more would adding this sensation to our experience change the way we feel about a work of art? Or, change the way we feel about ourselves and the artist?

In John’s Gospel narrative, Thomas is invited to touch the scars in Jesus’ side. It’s by this connection that he knows this is indeed the Jesus he followed who is now raised from the dead.
Touch Jesus’ wounds — we can’t do this today, and yet we are told that at one point in time disciples like Thomas did actually touch the living Jesus.  What a change this experience had not only on them, but on the many who have believed their accounts!

Maybe this is part of the call for the artist… and for the priest… and for anyone who calls Jesus their crucified and risen savior: To offer opportunities for people to touch (and be touched by) the Divine.

Fr. Bill Moore is both an artist and a priest, finding that being each of these makes him better at the other. Through his art, he asks those that would explore it to slow down, look, touch, and consider the essential colors, shapes and textures that can feed our souls. He does not receive payments for his art. Instead, all the money goes directly to his congregation to help others in need.






Sunday, June 8, 2014

100 ans Présence Picpus (+playlist)



100 años de presencia SSCC en la parroquia de San Gabriel, París.
Eucaristía presidida por el Cardenal de París André Vingt-trois

100 ans de présence SSCC dans la paroisse de San Gabriel, Paris. 
Eucharistie célébrée par le Cardinal de Paris André Vingt-Trois.

100 years of SSCC presence at San Gabriel Parish, Paris. 
Eucharisty celebrated by Cardinal of Paris André Vingt-trois