La pregunta por el sufrimiento. Elementos narrativos y de resistencia.
Le problème de la souffrance. Éléments de réflexion.
The Question of suffering: Narration and Resistance (Push-Back)
José Rodrigo Alcántara Serrano sscc, México
1. El problema en la reflexión
teológica
El teólogo alemán Johann Baptist Metz anuncia categóricamente que la pregunta de la teodicea
no debe ser eliminada de la reflexión teológica, pero hay que tomar en cuenta
que nunca será respondida completamente. Es por excelencia la pregunta de la teología,
a saber, “La tarea de ésta pregunta
consiste en formular un cuestionamiento a Dios, y crear un concepto de la temporal
e impaciente espera de la respuesta que solamente Dios mismo – de cara a esta
historia de sufrimiento – podrá 'justificar' un día.”
Esta formulación de Metz puede en un
primer momento ser entendida como la invitación a una especie de espera
resignada, y sin embargo no lo es. Su respuesta nos abre hacia el horizonte
escatológico, el día del Señor, el día de la respuesta de Dios, día en el que
el hombre y la historia alcanzarán su sentido pleno, pero que de ningún modo
descartan o excluyen los ensayos históricos del hombre en su aquí y su ahora,
pues el hombre vive en la tensión – impaciencia activo, vivo,
esperanzado.
Münster |
La investigación que realicé durante
mis estudios
de doctorado en Münster explora
algunos de esos caminos que le permiten al hombre enfrentar situaciones de
sufrimiento resistiendo a él. Para esto se analizaron algunas propuestas ya más
o menos conocidas, como el del citado teólogo Metz, pero también de otros teólogos que han seguido explorando ese
tema desde la teología. El trabajo sin embargo va más allá del enfoque
teológico, ya que toma para su análisis aportes de algunos escritores de nuestro tiempo, que desde la literatura han abordado
también el tema del sufrimiento y por tanto le brindan a la teología un camino
fértil para el abordaje de un tema tan complejo.
En este artículo no se hace una
exposición exhaustiva de los capítulos contenidos en la Tesis, pero se hará
referencia a aquellos elementos que son medulares para entender la perspectiva de
la investigación y su aporte a la reflexión teológica.
Los cristianos reconocen que su praxis contra
el sufrimiento es y permanece parcial. A propósito de esta parcialidad, hay que
decir que esta praxis no puede desembocar en una tranquilidad de la conciencia;
pues al final, con nuestras acciones, aún cuando sean las más eficientes contra
el sufrimiento – se prioriza aquí el sufrimiento ajeno – no acaban con el
sufrimiento ni con el mal en el mundo. Y sin embargo hay mucho qué aprender de
esos ensayos de superación del sufrimiento.
En nuestro trabajo optamos por el
camino de la narración y de la memoria como medios para resistir al sufrimiento. Los tomamos con toda la
fuerza que ambos conceptos tienen en la tradición cristiana. No se exponen
caminos o soluciones definitivas para el sufrimiento, sino de resistencia contra él usando aquellos
medios que son dados a los hombres y mujeres para enfrentar cualquier situación: la palabra que relata lo vivido, y la memoria que resiste a cualquier intento
de querer borrar la identidad del hombre y las huellas de su acción en la
historia. Es así que este trabajo más que proponer una respuesta a la
pregunta por el mal, tiene el carácter de un mensaje que busca sensibilizar a
todos a una solidaridad compasiva, a permanecer al lado del sufriente y
mostrarle algunos signos de la presencia salvadora de Jesucristo y de su Reino.
En una teodicea de orientación práctica
se trata en último término de buscar el
sentido de la experiencia. Aquí no se trata de la justificación de Dios
ante el sufrimiento, como insinúa la etimología de la palabra teodicea (Theos=Dios, dike=justicia, justificación), sino que se trata de buscar la
superación de dicho sufrimiento. Klaus
Berger formula así esta situación: "Aquí
no se pregunta: ¿por qué todo este sufrimiento? O, ¿cómo pudo Dios permitir
algo así? […] Sino que nosotros vemos a personas que, que gritan de dolor, o
gritan como nosotros mismos, y queremos saber, cuánto más va a durar esto".
En ese sentido
afirma Armin Kreiner, “la reacción inmediata a las experiencias de
sufrimiento tendrían que consistir en la protesta y el compromiso contra las
causas generadoras de sufrimiento, incluso donde este esfuerzo pudiera parecer
inútil, la reacción inmediata no puede ser una explicación especulativa del
sufrimiento, sobre todo allí donde no se oye ésta necesidad, sino la
solidaridad con los sufrientes“.
2. El aporte de la literatura
Siendo que éste trabajo opta por el
camino de la narración y la memoria, se toman textos de dos literatos, a saber,
los escritores mexicanos Elena
Poniatowska y Javier Sicilia.
Hay razones de sobra para elegir a estos dos escritores. Sin duda la calidad de
su obra literaria sería ya razón suficiente para analizarlos en un trabajo
académico, pero lo que determinó la elección de ellos es su compromiso con la causa de los "sin voz", de los
últimos de nuestra sociedad. Ambos, él más que ella, cuestionan también la fe
de los cristianos, y al mismo tiempo cuestionan las imágenes de Dios que prevalecen
en la religiosidad actual. Su lenguaje está impregnado de la libertad de quien se
encuentra con el Dios de Jesús y sabe que con ese Dios podemos discutir, lo
podemos cuestionar, protestar ante él, etc. pues es un Dios sensible a nuestras
necesidades. Este discurso de protesta puede bien ser un eco del discurso de
muchos textos veterotestamentarios. Piénsese en Job, pero se pueden citar
también algunos salmos, por ejemplo el Salmo 88,15: "¿Por qué, Señor, entonces, me rechazas y me escondes tu rostro?"
El lenguaje de la literatura le devuelve
al hombre su carácter singular. Al mismo tiempo crea esos mundos que aunque
impregnados de ficción le brindan al lector la posibilidad de imaginar acciones
que él puede poner en práctica en su mundo real. ¿Por qué tienen muchas obras
literarias esta facultad? Porque narran la vida; y por tanto se acercan a la
realidad con mucha mayor radicalidad que la filosofía o la historia.
Este espacio no alcanza para exponer
con detalles la obra literaria y social de los escritores que se analizaron
para la tesis, pero baste decir que en el México
actual su narrativa y sus acciones son expresión de resistencia ante la fuerte ola de violencia en éste país,
así como también sus iniciativas son para muchos familiares de víctimas signo
de una esperanza viva, renovada, son
la palabra llena de ternura ante el horror de la brutalidad y el odio. En las
palabras y acción de ambos hay mucho de Evangelio, hay una buena noticia que
merece ser escuchada para hacer eco de ella.
3. Hacia una praxis solidaria contra el
sufrimiento
En el enfoque aquí desarrollado el
sufrimiento no tiene que ser en primer lugar entendido, sino que tiene que ser resistido y superado. Es así que la praxis
juega un papel decisivo. El desafío es claro; más allá de volver a la
pregunta de Epícuro o a la sistematización
de Leibniz sobre el problema del
mal, hay que volver los ojos al sufriente y solidarse con él en sus esfuerzos
por superar el dolor y el sufrimiento, y además continuar con el compromiso de
buscar dónde está la raíz de tales males para también enfrentarlos y
transformarlos.
Sin duda este esfuerzo requiere de un
análisis mínimo que nos ayude a mirar con claridad cuáles son las causas del
sufrimiento y entonces pensar en acciones todavía más radicales, pues se trata
en último término de resistir y transformar sistemas complejos como el
económico o el político. Y sin embargo el momento clave de nuestra respuesta se
seguirá jugando en el encuentro concreto
con el sufriente que está a la vera del camino herido y necesita una respuesta aquí
y ahora, el sufriente que pide que nos hagamos prójimos de él. (No
puedo dejar de pensar en el terremoto
que el 19 de septiembre de 2017 azotó a varias zonas del sur de México y a la
misma ciudad de México. Ante tal catástrofe nacieron muchos gestos de humanidad
que para algunos significó el renacimiento de la sociedad civil).
4. Diversas formas de resistencia al sufrimiento
Las múltiples
formas de ayuda a los más necesitados, a los sin voz, a los marginados, son
expresión de la respuesta directa al sufrimiento y de protesta ante sus causas.
Aun cuando dichos ensayos de resistencia puedan ser llamados “asistencialistas”,
hay que decir que más allá de esa denominación injusta, nos encontramos con
grupos de gente convencidos de que a la injusticia del mundo no se le puede
combatir sin la solidaridad con la
persona concreta que viene a ti y te dice: tengo sed, tengo frío, tengo
hambre. Esas peticiones tan cercanas prueban nuestra capacidad de justicia y
solidaridad; es allí donde puede nacer una historia diferente para una persona.
Sin duda existe la necesidad de salir a las calles y a las plazas y hacer esas
otras peticiones y protestas en el ámbito público y a niveles que más abarcan;
pero sin descuidar la atención directa a estos otros que con su mirada te
gritan: ¡cuida de mí!
En el corazón
de la ciudad de Münster, Alemania,
hay un lugar llamado "Treffpunkt", o sea, 'punto de encuentro'. Es un lugar donde
desde hace cuarenta años se reúnen personas socialmente vulnerables, gente sin
hogar, sin trabajo, enfermos psíquicos, farmacodependientes, y en los últimos
años también migrantes, sobre todo de Europa del este. El Treffpunkt es un lugar de
paz localizado en el sótano de la casa de noviciado de las Hermanas de la Misericordia;
donde muchos hombres y mujeres pueden reposar unas horas y encontrar la paz que
en el centro de la ciudad de la paz (Münster, la ciudad de los tratados de la
paz de Westfalia) muchas veces no encuentran.
Se atienden alrededor
de 40 personas por día. Sólo se sirven desayunos y almuerzos por una suma
simbólica; las personas que aquí llegan pueden permanecer en éste pequeño
espacio disfrutando de un ambiente de tranquilidad, y además con la posibilidad
de ser escuchados por alguno de los voluntarios que aquí trabajan. El Treffpunkt
es sin embargo incómodo para mucha gente, pues es un lugar que reúne a los "problemáticos"
de la sociedad, a los que deberían estar a las afueras, a los que la sociedad no
quiere ver, pues muestran que este sistema y sus estructuras han fallado.
Lugares como el
Treffpunkt
nos recuerdan que las promesas de la modernidad y de la era más tecnologizada
de la historia no han sido capaces de cubrir las necesidades mínimas de muchos
seres humanos; y nos recuerdan también que hay un imperativo cada vez más
urgente: ¡recordar! ser y hacer memoria; recordar nuestra humanidad, recordar a
nuestro prójimo; contar esas historias de ellos y por medio de estos relatos
sensibilizar a otros. ¿No son estas actitudes las que nos devuelven la
experiencia de ser humanos y hermanos?
La resistencia al sufrimiento es una
tarea de todos y de cada día. No hay un único camino para enfrentarlo, y sin embargo
llevamos en nosotros un tesoro enorme que nos capacita para hacerle frente al
sufrimiento en sus diversas formas y con sus diversos rostros: el amor compasivo y solidario que
brinda consuelo al sufriente y le da un poco de esperanza. De esa esperanza
inquieta y dinámica que nos lleva a tejer otro tipo de relaciones nace una
experiencia del Reino en el que la justicia se puede de verdad saborear y en
donde la lógica del mal que produce dolor y sufrimiento no tiene ya cabida.
Le problème de la souffrance.
Éléments de
réflexion.
1. Problème pour une réflexion
théologique
Le théologien allemand Johann
Baptist Metz affirme catégoriquement que la question de la théodicée
ne doit pas être éliminée de la réflexion théologique, mais il faut
également affirmer immédiatement qu’il n’y aura jamais de réponse définitive.
C’est par excellence une vraie question théologique, à savoir que « le
devoir, face à cette question, consiste à formuler un questionnement sur Dieu
et créer un concept d’attente temporaire et impatiente d’une réponse que Dieu lui-même,
seul - face à cette question de la souffrance- pourra « justifier »
un jour. »
Cette formulation de Metz
pourrait être comprise au premier abord comme une invitation à une sorte d’attente résignée, mais il ne s’agit
pas de cela. La réponse à cette question, nous ouvre un horizon eschatologique,
le jour du Seigneur, jour de la réponse de Dieu, jour où l’homme et l’histoire
atteindront leur pleine signification, mais qui, en aucun cas, ne veut écarter
ou exclure les essais de réponse historiques de l’homme ici et maintenant, car
l’homme vit une Tension – Impatience active, vivante, et pleine
d’espérance.
Ma recherche durant mes études
de doctorat à Münster explore quelques-unes de ces voies qui
permettent à l’homme d’affronter des situations de souffrance pour essayer d’y répondre.
Pour cela quelques propositions, plus ou moins connues déjà, ont été analysées,
depuis celles du théologien Metz susmentionné, mais également celles d’autres théologiens
qui ont continué d’explorer ce thème à partir de la théologie. Cependant, ce
travail va au-delà de l’approche théologique, car il prend pour analyse les
apports d’écrivains de notre temps, qui dans la littérature ont
également abordé la question de la souffrance et ainsi offrent à la théologie
une voie féconde pour aborder un thème si complexe.
Cet article n’est pas un exposé exhaustif
des chapitres de ma thèse, mais il y est fait référence à des éléments qui sont
essentiels pour comprendre le point de vue de la recherche et son apport à la
réflexion théologique.
Les chrétiens reconnaissent que
leur pratique vis-à-vis de la souffrance est et reste toujours partielle. A
propos de ce « partiel », il faut bien dire que cette pratique ne
doit pas aboutir à une passivité de la conscience ; en effet, en
définitive, même quand on prétend mener des actions efficaces contre la
souffrance – on parle ici d’abord de la souffrance des autres – on n’en a
jamais fini avec ce problème de la souffrance et du mal dans le monde. Malgré tout
il y a beaucoup à apprendre de ces tentatives de luttes contre la souffrance.
Dans notre travail, nous avons
choisi la voie de la narration et de la mémoire, comme
moyens de lutte contre la souffrance. Ces deux concepts nous les prenons avec
toute la force que leur donne la tradition chrétienne. Il ne s’agit pas d’exposés
sur des voies ou des solutions définitives pour en finir avec la souffrance,
mais de lutte contre le mal, à l’aide de moyens qui sont donnés aux
hommes et aux femmes pour faire face à toute situation : les mots qui relatent
le vécu et la mémoire qui résiste à toute tentative d’effacer l’identité
de l’homme et les traces de son action dans l’histoire. C’est ainsi que ce
travail, plutôt que de proposer une réponse à la question du mal, voudrait être
un message pour sensibiliser tout le monde à une solidarité de compassion, rester
à côté du souffrant et lui donner des signes de la présence salvatrice de
Jésus-Christ et de son Royaume.
En une théodicée d’orientation
pratique il s’agit finalement de chercher le sens de l’expérience. Là il
n’est pas question de justifier Dieu face à la souffrance, comme pourrait le
laisser entendre l’étymologie du terme « théodicée » (Theos=
Dieu, dike= justice, justification), Il s’agit bien plutôt de chercher
à dépasser cette souffrance. Klaus Berger formule ainsi cette
situation : « Ici on ne se demande pas : pourquoi toute cette
souffrance ? » Ou, « Comment Dieu peut-il permettre telle
situation ? [...] « Mais il se trouve que nous voyons des gens qui
crient de douleur, qui crient comme nous-mêmes nous le ferions, et nous voulons
savoir, combien de temps cela va durer ».
En ce sens, affirme Armin
Kreiner, « la réaction immédiate à l’expérience de souffrance devrait
consister en une protestation et à un engagement contre les causes génératrices
de la souffrance, même là où cet effort pourrait paraître inutile, la réaction
immédiate ne peut consister en une explication spéculative de la souffrance,
surtout là où on n’en voit pas la nécessité, mais plutôt une solidarité avec
les personnes souffrantes ».
2. Contribution de la
littérature
Etant donné que ce travail opte
pour la voie de la narration et de la mémoire, nous prenons des textes de deux
auteurs, à savoir d’écrivains mexicains Elena Poniatowska et Javier
Sicilia. Il y a de multiples raisons pour expliquer le choix de ces deux
écrivains. La qualité de leur œuvre littéraire serait déjà une raison
suffisante pour les analyser dans un travail universitaire, mais ce qui a déterminé
le choix de ces deux auteurs c’est leur engagement à la cause des
« sans voix », les oubliés de notre société. Les deux, mais plus
lui qu’elle, questionne la foi des chrétiens, et en même temps contestent les
images de Dieu qui prévalent dans la religiosité actuelle. Leur langage est
imprégnée de la liberté envers Dieu de celui qui rencontre le Dieu de Jésus et qui
sait qu’avec ce Dieu nous pouvons dialoguer, nous pouvons questionner,
protester, etc. car c’est un Dieu sensible à nos besoins. Ce discours de protestation
est bien l’écho de nombreux textes vétérotestamentaires. Pensez à Job, mais on
peut également citer certains Psaumes, par exemple le Psaume 88,15 : « Pourquoi,
Seigneur, me rejettes-tu, pourquoi me caches-tu ton visage ? »
Le langage de la littérature
donne à l’homme son caractère unique. En même temps, il crée des mondes qui,
bien qu’imprégnés de fiction, offre au lecteur la possibilité d’imaginer ce qui
peut être mis en pratique dans le monde réel. Pourquoi les nombreuses œuvres
littéraires ont-elles cette capacité ? Parce qu’elles parlent de la
vie ; et donc s’approchent de la réalité beaucoup plus radicalement que ne
le font la philosophie et l’histoire.
Cet article-ci n’est pas un
espace suffisant pour exposer tout le travail social et littéraire de ces deux écrivains,
travail analysé avec précision dans la thèse, mais il suffit de dire qu’au Mexique
aujourd'hui leur récit et leurs actions sont l’expression de la résistance
à la terrible vague de violence dont
souffre ce pays. Et leurs
efforts sont un vivifiant signe d’espoir pour de nombreux proches des victimes.
Ce sont des mots pleins de tendresse face à l’horreur de la brutalité et de la
haine. Les mots et les actions de ces deux auteurs sont vraiment imprégnés
d’Evangile. Ils représentent une bonne nouvelle qui mérite d’être écoutée et de
s’en faire l’écho.
3. vers une
solidarité pratique contre la souffrance
Avec l’approche que nous en
faisons ici, la souffrance n’a pas à être d’abord comprise, mais elle est plutôt
une invitation à y résister et à être surmontée. C’est ainsi que la pratique
joue un rôle déterminant. L’enjeu est clair ; plutôt que de revenir
à la question d’Epicure ou à la systématisation de Leibniz sur le
problème du mal, il faut tourner le regard vers la personne souffrante et se solidariser
avec elle dans son effort pour surmonter la douleur et la souffrance et de plus
maintenir son engagement pour déceler la racine de ce mal, y remédier et le
transformer.
Il est certain que cet effort
exige une analyse minimale qui nous aidera à découvrir clairement quelles sont
les causes de la souffrance et réfléchir à des mesures encore plus radicales, car
il s’agit finalement de résister et de transformer des systèmes complexes comme
l’économie ou la politique. Cependant le moment clé de notre réponse continuera
de se déterminer dans la rencontre concrète avec la personne souffrante
qui se trouve sur le bord du chemin, blessée, qui a besoin d’une réponse ici
et maintenant, et qui nous invite à être son prochain. (Je ne peux pas ne
pas penser au tremblement de terre du 19 septembre 2017 qui a frappé
plusieurs régions du sud du Mexique et la ville même de Mexico. Face à ces
catastrophes sont nés de nombreux gestes d’humanité qui, pour certains ont
marqué un sursaut de vie dans la société civile).
4. Diverses formes de
résistance à la souffrance
Les multiples formes d’aide aux
personnes dans le besoin, aux sans-voix, aux marginaux, sont des chemins pour
répondre directement à la souffrance et protester contre leurs causes. Même si
ces essais de résistance peuvent être qualifiés d’«assistencialisme »,
il faut dire également
que, mise à part cette qualification
injuste, nous rencontrons des groupes de gens convaincus que l’injustice
du monde ne pourra pas être vaincue sans une solidarité avec la personne concrète
qui vient à nous et nous dit : J’ai soif, j’ai froid, j’ai faim. Ces demandes
si insistantes sont la preuve de notre capacité à la Justice et à la
solidarité ; et là peut surgir une nouvelle histoire différente pour la
personne. Il est, sans aucun doute, nécessaire de sortir dans la rue et sur les
places pour exprimer d’autres demandes et clamer des protestations dans des
lieux publics et à des niveaux plus représentatifs ; mais ne cesser jamais
de porter une attention particulière à tous ceux qui
nous crie : Prenez soin de moi !
Au cœur de la ville de Münster,
en Allemagne, il y a un lieu appelé « Treffpunkt », c'est-à-dire
« point de rencontre ». C’est un lieu où depuis quarante ans
se rassemblent les personnes socialement vulnérables, sans abri, sans travail,
malades mentaux, toxicomanes et ces dernières années aussi des migrants,
principalement d’Europe orientale. L’espace est un lieu de paix, situé
dans le sous-sol de la maison du noviciat des sœurs de la miséricorde ; où
beaucoup d’hommes et femmes peuvent se reposer pendant quelques heures et
trouver la paix que bien souvent ils ne trouvent pas dans le centre de la
« ville de la Paix » (Münster, ville de la paix des traités de Westphalie).
Environ 40 personnes y sont
accueillies chaque jour. On y sert seulement le petit déjeuner et le dîner pour
une somme symbolique ; les gens qui arrivent là peuvent y séjourner bénéficiant
d’un espace de tranquillité, avec également la possibilité d’être écoutés par
un des bénévoles qui travaillent ici. Le Treffpunkt est cependant
incommode pour beaucoup de gens, car c’est un lieu où se retrouvent des gens
« à problèmes » pour la société, qui devraient être hors de la ville,
que la société ne veut pas voir, car leur présence démontre que le système actuel
avec ses structures ont échoué.
Des endroits comme le Treffpunkt
nous rappellent que les promesses de la modernisation et que les espaces
les plus technicisés de l’histoire ne sont pas en mesure de répondre aux
besoins minimums de nombreux êtres humains ; ils nous rappellent aussi
qu’il y a un impératif de plus en plus urgent : Souvenez-vous d’être et de
faire mémoire ; souvenez-vous de notre humanité, souvenez-vous de votre
prochain ; contez l’histoire de tous ces gens et à partir de là
sensibilisez-en d’autres. N’est-ce ces attitudes qui raviveront notre expérience
d’humains et de frères ?
La lutte contre la
souffrance est une tâche de chaque jour. Il n’y a pas de recette unique pour l’affronter, mais nous portons en nous
un immense trésor qui nous permet de faire face à cette souffrance qui se
présente à nous sous différentes formes et divers visages : l’amour de
compassion et de solidarité, capable
d’offrir soulagement et espérance. De cette espérance inquiète et
dynamique qui nous conduit à tisser d’autres types de relations, naît une expérience
du Royaume où la justice peut vraiment se savourer et où la logique du mal qui
produit douleur et souffrance n’a plus de place.
The Question
of suffering: Narration and Resistance (Push-Back)
1. The Problem for Theology
The German theologian Johann Baptist Metz announced
categorically that theodicy doesn’t need to be eliminated from theological
reflection but needs to take into account that the question will never be
answered completely. Better stated the issue for theology is: “The task is to formulate a questionnaire
for God to answer and to create an awareness of the long and impatient wait for
an answer that only God can one day justify- in face of this history of
suffering.”
The response of Metz could appear at
first to be taken as an invitation to a resigned waiting, on and on and on.
But it is not. His answer opens us up to an eschatological horizon, the Day of
the Lord, the day that God answers, the day humankind and history reaches its
full meaning. This horizon neither rules out nor excludes historical attempts
in the here and now. A human being who is active, living, hoping lives in the tension-impatience!
The investigation which made up my
doctoral work in Münster, explored some of those steps which permit a man or woman to
confront suffering by pushing back. The exploration looked at many proposals
more or less known such as that of Metz and of others who looked at it from
within theology. My work analyses
contributions from some contemporary
writers who have approached suffering; thus it goes beyond the theological
focus and offers to theology a fertile way to get at a truly complex theme.
This article is not an exhaustive
exposition of the contents of the thesis but limits itself to some of the
marrow to explain the point of view in the investigation and its impact on
theological reflection.
Christians are aware that action
against suffering is and remains partial. That partiality, it is important to
say, cannot flow over into a tranquility
of conscience; when all said and done, our actions, even when efficient, against
suffering, do not bring to an end to suffering nor to evil in the world end.
Nonetheless there is much to learn from these attempts to overcome suffering.
In our work we make an option for the
way of narrative and of memory as means to push back on
suffering. We take both concepts with all the force they have in the Christian
tradition. There are no definitive paths or solutions for suffering but of resistance (push-back), using those
means which are given to men and to women to confront any situation: the word that relates what is lived out,
the memory
that resists any attempts to blot out the
identity of humans and the footprints of his activity in history. Thus more
than proposing an answer to the question of evil, this work is characterized by
a message which seeks to make all aware of a compassionate solidarity, staying
by the side of the one who suffers and showing some sign of the saving presence
of Jesus Christ and of his Kingdom.
A practical theodicy deals basically
with finding meaning in an experience.
Here it is not a justification of God in face of suffering as etymologically
the word theodicy implies (Theos=God,
dike=justification) but it deals with
looking to overcome the suffering. This is how Klaus Berger puts it: “You
don’t ask here why this suffering? Or how can God permit something like this?
[…] Rather we are fixed on persons who, crying out in pain want to know as we
ourselves want to know: how much longer is this going to go on?”
Armin
Kreiner
is like minded: "The immediate
reaction to the experiences of suffering would have to consist of protest and
commitment against the causes that generate suffering, even where this effort
may seem useless, the immediate reaction cannot be a speculative explanation of
suffering, especially there where this need is not, but solidarity with the
sufferers. "
2. The
Contribution of Literature
With the choice made of narration and
memory as the way to go, I looked into the work of two Mexican writers, Elena Poniatowska and Javier Sicilia. There are many reasons to
choose these. The quality of their writing would be reason enough to analyze
them in an academic work; however the determining factor in their selection was
their commitment with those who are
voiceless, the down-and-outs of our society. Both, he more than she,
question Christians’ faith at the same time that they question images of God which
prevail in current religiosity. Their language is impregnated with the freedom of
one who encounters the God of Jesus and of one who knows that with this God one
can discuss, question, protest since God is attentive to our needs. The protest
discourse echoes the discourse of many in the Old Testament. Think of Job but
one could also cite the psalms, think for instance of Psalm 88:15 “Why then God do you reject me and hide your
face?”
Literature restores what is
characteristically human. At the same time literature creates worlds although
fictional, which offer the reader the possibility of imagining actions which he
or she can put into practice in their real world. Why do many literary works
have this facility? Because they narrate life and they get closer to what is
real a lot more radically than either philosophy or history.
Here is not the place to expose the
details of the literary and social work of these authors which are analyzed in
the dissertation. Suffice it to say that for Mexico as things are today, their narrative and actions are
expressions of push-back against the tidal
wave of violence in this country. The writers’ initiatives are a sign of hope and of life renewed for
the family members of victims. They are words of tenderness in face of the
horror of brutality and hatred. There is much of the Gospel in the words and
actions of both authors, good news which deserves to be heard and reechoed.
3. Towards a
praxis in solidarity against suffering
In the perspective developed here,
suffering must not only be first understood but also pushed back against and overcome. In this way praxis plays a
decisive role. The challenge is clear; more than going back to the question of Epicurus or the systemization of Leibnitz on the question of evil, one
turns one’s eyes to the suffering person and joins forces with him or her to
overcome the pain and suffering and besides to continue in the commitment to
search the root of this evil in order to confront and transform them.
Without doubt this effort requires a
minimum analysis which helps us to look with clarity at the causes of the
suffering and then to think of actions ever more radical. It is ultimately
about resisting and transforming complex systems such as the economic or
political. However, the key element of our response comes in the concrete encounter with the suffering
person who is hurting on the side of the road and needs a response here
and now. The person who is suffering is asking that we make ourselves
his or her neighbor. (I cannot pass over mentioning the earthquake of September 19 2017 which slammed many parts in the
south of Mexico and even the city of Mexico itself. In face of that catastrophe
there were many acts of sheer humanity which for some people signified the rebirth
of civil society.)
4. Different
Forms of resistance to suffering (push-back)
Many forms of help to the most
needed, to those without a voice, to the marginalized are expressions of a
direct response to suffering and a protest against its causes. Even when
efforts of resistance can be put down‒however
unjustly‒ as hand-outs, it must be said that there
are people convinced that the injustice
of the world cannot be combatted except by solidarity with the concrete human
being who comes and say to you: I am thirsty, I am cold, I am hungry. These
petitions so close put our capacity for justice and solidarity to the test;
this is where an alternate history for that person can be born. Without doubt
it is necessary to go to the streets and make these other protests and
petitions in the public square and at levels with wider range but without
letting go of direct attention to those who with in their appearance are crying
out: help me!
At the center of Münster city, Germany, there is a place called Meeting Point, (Treffpunkt). It’s a place where for forty
years people have gathered: socially vulnerable, homeless, jobless, mentally
challenged, drug addicted and in recent years, immigrants especially eastern
European. Treffpunkt is a place of peace located in the basement of the
novitiate house of the Sisters of Mercy; many
men and women can rest a while and know a peace which, in the center of the
city of peace (Münster the city of the peace accords of Westphalia) they seldom
experience.
About forty persons come each day.
Breakfast and lunch for a nominal fee. People who come can remain in this small
space enjoying some tranquility with the chance that they might be listened to
by one of the volunteers who work there. However, for many, Treffpunkt
is not the right place to volunteer: since it is a place that draws
persons who are problematic, others who cannot be house-bound, those whom
society does not want to see, since they show up the system and its structures
as having failed.
Places like Treffpunkt remind us of
the promises of modernity and that the most technologized era has not been able
to meet the minimum needs of many human beings and reminds us of even a more
important imperative: remember! Be and
make memories, remember our humanity, take note of our neighbor, tell their
stories and by means of these stories, make others also aware. Are not these
attitudes those that restore to us the experience of being brother and sister?
The
resistance to suffering is a task of all and it is every day. There is no one way to
confront it. We carry within ourselves an enormous treasure which makes us
capable of facing up to suffering in its many forms and with its diverse faces:
a compassionate and caring love
which offers solace to the suffering and gives a little hope. From this
disquieting but dynamic hope which leads us to weave an alternate type of
relationship; there is born the kingdom in which justice can be truly tasted
and where the logic of evil which produces pain and suffering has no space.