“No
tengáis miedo” (Mt 14, 27) es la expresión con la que Jesús se dirige
a sus discípulos cuando estos están en la barca, lejos de tierra, sacudidos
por las olas y el viento contrario, y atemorizados por el hecho sorprendente de
verlo caminar sobre las aguas. San Juan Pablo II utilizó estas palabras
el día que fue elegido Papa y posteriormente en numerosas ocasiones,
proponiéndolas como actitud ante la vida. A los discípulos no les resultó
fácil acoger la invitación de Jesús y en nuestro tiempo nos puede suceder lo
mismo. Hay momentos y situaciones en las que el miedo es inevitable, pero los
creyentes no podemos dejar que este sea el sentimiento dominante.
El
23 de noviembre se cumplen ciento ochenta y cinco años de la muerte de Enriqueta
Aymer de la Chevalerie, fundadora, junto a Pedro Coudrin, de la Congregación
de los Sagrados Corazones. Familiarmente la llamamos la Buena Madre. De ella
podemos decir que fue una mujer valiente. Siendo muy joven y viviendo aún con
su madre, no dudaron en acoger en su casa a sacerdotes perseguidos, lo que
llevó a madre e hija a la cárcel.
Estando
presa, se atrevió a pensar más en los demás que en sí misma, ocupándose de
las más débiles: su propia madre, la hija del carcelero o una prisionera
marginada por las demás. Recobrada la libertad, desafió la prohibición de
fundar un instituto religioso en el que entregar la vida a Dios y a los necesitados
de su amor. Es
capaz de superar las reticencias que inicialmente tiene para compartir sus
visiones, una vez que se convence de que es Dios mismo quien le habla a través
de ellas. En una sociedad y una Iglesia eminentemente patriarcales, entre los
siglos XVIII y XIX, Enriqueta toma parte activa en la organización de una
única congregación de mujeres y hombres.
El
P. Coudrin llegó a decir de la M. Aymer: “ella es la luz, y yo solamente el
candelero que la sostiene... ella es la raíz del árbol, si se la arranca, se
le priva de la vida... es más “fundador”
que “fundadora”.
Hoy
son muchas las voces que claman por la igualdad de derechos entre mujeres y
hombres. Tengamos la valentía de valorar el don que hay en cada ser humano.
(Artículo publicado en revista 21 de noviembre 2019)
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