¡Un llamado a las armas de Jesucristo!
Appel pour lutter avec les armes de Jésus Christ
A Call to the Arms of Jesus Christ!
En la mañana del 23 de noviembre,
me levanté temprano. Tuve la hora de adoración nocturna de 4 a 5, por el
aniversario del nacimiento a la Vida de la Buena Madre. En una silla en la
capilla (de la Casa General) había un folleto de oración para ayudar a la Adoración.
El título era "Contemplar la realidad", y afirmaba que Henriette era,
por lo menos, una realista. La noche anterior había leído una serie de
artículos del New York Times sobre
los sobrevivientes del Califato, el Daesh,
o como decimos en Occidente, ISIS.
Los artículos tenían una buena base de investigación, fundados en testimonios
de primera mano. Cuanto más creíbles, más tristes y preocupantes. En verdad
preocupante, ya sea para cristianos o musulmanes o para cualquier persona con
un corazón humano.
Estas historias muestran la hipocresía absoluta del ISIS.
Los que en el califato están en el escalón superior disfrutan de las cosas de
Occidente, mientras que supuestamente luchan contra Occidente; imponen castigos
bárbaros sobre el pueblo de Raqqa y, en nombre del apoyo a los guerreros, regentan
el equivalente a burdeles. Muchos jóvenes se sienten atraídos; pero son los que
vienen de Occidente los que por un algún tiempo, al menos en la primera
llegada, son agasajados, en detrimento de sus compañeros que proceden de la
zona. La ira y de hecho el idealismo de los jóvenes se ven frustrados de tal
manera que el joven finalmente quiere abandonar pero no encuentra salida. Todo
esto deja a su paso la impresión de que el terrorista suicida podría haber
encontrado una manera honorable de salir de una situación terrible a la que se
le había llevado falsamente. Me acuerdo de una historia contada por la madre de
un terrorista suicida que eligió ser autodestructivo pero de manera tal que no
matase a nadie. Ella dijo que él lo quería de esa manera. Esta es la realidad a
llevar a la oración.
La realidad, la oración y ¿luego
qué? ¡Acción! Al reflexionar durante ese tiempo de adoración me pregunté ¿qué
podemos hacer? ¿Qué puedo hacer? Había estado la semana anterior en un taller
sobre justicia social, repitiendo el modelo de Juan XXIII: ver, juzgar actuar.
Vi todo lo que necesitaba saber para actuar. Soy responsable de todo eso. Puede
que no lo sepa todo, pero por lo que sé, debo actuar. Bueno, y ¿quién soy yo
para juzgar? No es cosa mía el condenar eternamente, pero es mi deber hacer un
juicio adecuado en el ínterin. Nuestros hermanos y hermanas judíos nos dicen: “Recuerda” el Holocausto. No más silencio
porque no tengamos todos los datos. Actuar. Pero ¿qué hacer? ¿Armarse? Todo el
armamento de este mundo no va a resolver este desafío a la dignidad de cada ser
humano. Incluso si Israel en su planificación política olvida las palabras de
la Biblia con respecto a la inutilidad de las armas, nosotros como cristianos
no podemos. Pero ¿qué pasa con las brasas?
¡Sí, las brasas! Me refiero a
Romanos 12, 18-20. “En cuanto dependa de
ustedes, traten de vivir en paz con todos. Queridos míos, no hagan justicia por
sus propias manos, antes bien, den lugar a la ira de Dios. Porque está escrito:
Yo castigaré. Yo daré la retribución, dice el Señor. Y en otra parte está
escrito: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de
beber. Haciendo esto, amontonarás carbones encendidos sobre su cabeza”.
Hay aquí algunas ideas de Pablo.
Uno, deja la ira de Dios sólo para Dios,
porque él sabe cómo manejarla. La ira no es la última palabra de Dios. Deja que
Dios sea Dios y deja tu dolor, tu frustración y tu ira en manos de Dios. Lo
hacemos cuando participamos en la oración de Jesús dirigida al Padre: “Oh Señor, perdona a tu pueblo y no te enojes
con nosotros para siempre” (la oración que rezábamos cuando nos reemplazábamos
uno al otro en la adoración perpetua, parcialmente basada en Joel 2, 17).
Dos, el mensaje del Evangelio no es el
amor al prójimo, nunca lo fue. ¿Por qué? Debido a que él o ella es ya un prójimo,
porque los amamos. El mensaje del Evangelio es el amor a los enemigos. Haz de
tu enemigo un vecino, un prójimo; haz del "otro" un prójimo a quien
amas. Entonces el mensaje de Juan 15,13 se hace evidente. "No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. Nos convertimos en amigos de Dios cuando
Jesús dio su vida por amor a nosotros.
Tres,
amontonar carbones encendidos sobre su cabeza de tu enemigo. ¿Qué? Eso suena
como el ISIS, con un adolescente corriendo con un Kalashnikov. Me voy a la
mejor explicación que conozco. La quema de carbón es una corona de vergüenza
(Biblia Portuguesa de América Latina). Avergüenza a tu enemigo. ¿Es la
vergüenza más fuerte que las armas? ¿Cómo se puede avergonzar a un sinvergüenza?
¡Enfrentar vergüenza con vergüenza! Cualquier grupo que insiste en que sus
llamados guerreros vayan siempre cubriéndose sus rostros ya sabe que lo que
están haciendo es categóricamente vergonzante.
Volvamos a reflexionar sobre la
vergüenza que ellos se merecen. Supongamos que la mayoría de los del ISIS, los
que hacen el trabajo sucio del ISIS, se avergüenzan de lo que hacen. Avergonzar
al ISIS es ayudar a los muchos atrapados a encontrar la manera de salir. Ellos
se sentirán comprendidos. Alguien siente
la vergüenza de ser parte de esta terrible fuerza destructiva. Para los
muchos que fueron ya sea engañados o forzados al servicio del llamada califato,
la vergüenza, ya no oculta sino compartida con aquellos que aman, puede ser purificadora
y reconstructiva. No podemos ser juntos una comunidad de renovación sin ser primero una comunidad de vergüenza y tristeza,
de confesión y de reconciliación. El moderno Oeste, que ama avergonzar para
lograr publicidad, estará sorprendido de que la vergüenza puede ser semejante instrumento
de renovación. Pero sí, una campaña para avergonzar al ISIS es lo que
necesitamos. Los artículos en el New York
Times son sólo un comienzo. Utilicemos todos los medios que tenemos para
conseguir quitar del medio la historia del ISIS.
Se trata de una vergüenza
medicinal, no de un juicio eterno, ni de una condena (Cf. 1 Corintios 5, 1-8).
Esta es una solidaridad en el dolor de la desilusión, el dolor de descubrir que
mi idealismo ha sido abusado. No una vergüenza que aísla, sino una vergüenza
que nos lleva a lo mejor de nosotros mismos, al tipo de los seres humanos que
realmente queremos ser. El ISIS ha aprendido la lección del adiestramiento, del
llevar a las personas a abusos, haciéndolos protagonistas de su propio abuso.
Todo lo que hemos aprendido en los últimos años acerca de los sistemas de
pedofilia y otros abusos, vemos que juega en el reclutamiento de nuevos
miembros del ISIS. Usemos los instrumentos de reclutamiento contra ellos. Pongamos
las comunicaciones modernas a trabajar: ¡avergonzarlos! No se trata de una
difamación, no es una calumnia; es la verdad, la verdad vergonzosa. El Islam estará
agradecido por la movilización de una campaña para avergonzar al secuestro de
su religión, que es usada para servir a propósitos tan absolutamente ajenos a
la dignidad de toda persona genuinamente religiosa. Para nosotros SSCC, que vivimos
y trabajamos junto a musulmanes en muchos de nuestros puestos de misión, la
necesidad de nuestro arraigo en la oración de Jesús, dirigida al Padre por el
Espíritu de amor reconciliador, es jubilosamente clara porque tenemos las armas
que necesitamos.
Por favor contemplar Efesios 6, 10-20. Tomo nota especialmente
de los versículos 14-15: “Permanezcan de
pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza.
Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz”. ¡Qué
seas escuchado a partir de hoy mismo!
Appel pour lutter avec les armes de Jésus Christ
Le matin du 23 novembre, je me suis levé tôt. J'avais
pris mon tour d'adoration de nuit de 4 à 5 heures. à l’occasion de l'anniversaire
de la naissance de la Bonne Mère.
Sur une chaise de la Chapelle (à la maison généralice) il y avait un livret pour aider à prier. Le titre était «
Contempler la réalité » et le texte affirmait qu'Henriette avait
vraiment les pieds sur terre. La nuit précédente j’avais lu une série
d'articles dans le New York Times sur les survivants du califat, le Daesh, ou comme on dit dans
l'Ouest, l’ISIS. Les articles
étaient rédigés à partir d’une recherche sérieuse, avec des récits de première main. Ce n’en n’était que plus crédible et en même temps triste et troublant. Véritablement très préoccupant,
autant pour les chrétiens que pour les musulmans ou pour toute personne de cœur.
Ces histoires démontrent l'absolue hypocrisie d'ISIS. Ceux qui se
trouvent au sommet de la hiérarchie profitent des avantages de l'Occident, tout en luttant soi-disant contre l'Occident ; Ils imposent
des châtiments barbares aux habitants de Raqqa et par ailleurs, pour soutenir
leurs combattants, ils ouvrent des
maisons closes. Beaucoup de jeunes sont attirés ; et ce sont des jeunes qui viennent de l'Occident et à qui, dans un
premier temps au moins, on offre des
divertissements, au détriment de leurs compagnons issus de la région même. Ces jeunes ensuite sont en colère de se voir
abusés dans leur recherche d’idéal, à tel point qu’ils n’ont plus qu’une envie,
quitter le pays, mais il n'y a pas d’issue.
Tout cela pour dire que le terroriste
kamikaze ne peut plus trouver de moyen pour sortir d'une situation dramatique où il
s’est laissé entrainer par erreur. Je me souviens d'une histoire racontée par
la mère d'un terroriste kamikaze qui avait décidé d'être son propre autodestructeur, en essayant de ne tuer personne. Elle disait que c’est ainsi qu’il voulait agir. C’est toute cette réalité qui doit être portée dans la prière.
La réalité, la prière et puis quoi ? l’action ! En
réfléchissant durant ce temps d'adoration, je me suis demandé ce que nous, nous pouvions
faire ? Que pouvais-je faire ? J’avais participé la semaine précédente à un atelier sur la justice sociale, en reprenant la formule de Jean XXIII : voir, juger, agir.
Je me rendis compte que, pour agir je devais
apprendre beaucoup. Je me sens responsable et en même temps il m’est impossible
de tout savoir. Mais du moins je dois agir pour ce que je sais. D’accord, mais
qui suis-je pour juger ? Il ne m’appartient pas de juger indéfiniment, mais en
même temps, il est de mon devoir de
porter un juste jugement. Nos frères et sœurs
juifs nous disent: «rappelez-vous » : l'Holocauste. Ce n’est
pas parce que nous ne savons pas tout, que nous avons à nous taire. Agir ! Mais que faire ? S’aimer !
Tout l’armement du monde ne résoudra pas le défi de sauver la dignité de toute personne. Même si Israël, dans sa planification
politique, oublie les paroles de la Bible au sujet de l’inutilité des armes, nous, les chrétiens nous ne pouvons
pas les oublier. Mais qu’en est-il
« des charbons ardents »?
Oui, les charbons ardents ! Je fais référence à
Romains 12, 18-20.
« Autant
que possible, pour ce qui dépend de vous, vivez en paix avec tous les hommes.
Bien-aimés,
ne vous faites pas justice vous-mêmes, mais laissez agir la colère de Dieu. Car
l’Écriture dit : C’est à moi de faire justice, c’est moi qui rendrai à
chacun ce qui lui revient, dit le Seigneur. Mais si ton ennemi a faim,
donne-lui à manger ; s’il a soif, donne-lui à boire : en agissant
ainsi, tu entasseras sur sa tête des
charbons ardents. «
Voici les pensées de Paul :
Une : laisse la
colère de Dieu seulement à Dieu, parce qu'il sait, lui, comment la gérer. La
colère n'est pas le dernier mot de Dieu. Laisse Dieu être Dieu et laisse ta douleur, ta frustration et ta colère entre les mains de Dieu. Nous nous
comportons ainsi quand nous participons à la prière de Jésus adressée au Père :
« Oh Seigneur, pardonne à ton peuple et ne sois pas pour toujours en colère contre nous» (c’est
la prière que nous faisons lorsque nous
nous relayons pour assurer l’Adoration
perpétuelle et que nous trouvons
dans Joël 2, 17).
Deux : le message de
l'Évangile n'est pas l'amour du prochain, cela
ne l’a jamais été. Pourquoi ? En raison du fait qu’un tel ou une telle est
déjà notre prochain, puisque nous l’aimons. Le message de l'Evangile est l’amour
des ennemis. Fais de ton ennemi un
voisin, un proche ; fais de « l’autre » un prochain que tu aimes. Alors le message de
Jean 15.13 devient évident. « Il n'y a pas de plus grand amour que donner la
vie pour ses amis ». Nous sommes devenus amis de Dieu quand Jésus a donné sa vie par amour pour nous.
Trois : « entasser
des charbons ardents sur la tête de vos ennemis ». Qu’est-ce que cela veut
dire ? Cela pourrait ressembler aux méthodes d’ISIS, avec un adolescent qui
court avec une Kalachnikov. Je vous donne la meilleure explication que je connaisse. Le charbon
qui brûle c’est comme une couronne de la
honte (cf. la Bible portugaise d’Amérique latine). Elle fait honte à votre ennemi. C’est une honte plus forte que celle des armes ? Comment
peu-t-on faire honte à un
« sans-vergogne » ? Affronter la honte avec la honte ! Un groupe qui
impose que ses guerriers se présentent toujours à visages couverts, doit savoir que ce qu'ils font est
complètement honteux.
Revenons à notre réflexion sur la honte qu'ils méritent. Nous supposons
que la plupart de ceux de l'ISIS, ceux
qui font le sale boulot d'ISIS, sont honteux de ce qu'ils font. Faire honte à ceux de
l'ISIS c’est aider ceux qui ont été trompés
à trouver un moyen de s’en
sortir. Eux se sentiront compris. D’aucuns
sentent la honte de faire partie de
cette terrible force destructrice. Pour beaucoup de ceux qui ont été
trompés ou forcés à se mettre au service
du soi-disant califat, la honte, non
plus cachée, mais partagée avec des gens qui aiment, peut être
purificatrice et re-structurante. Nous
ne pouvons pas être une communauté de
renouvellement sans être une communauté qui a connu d'abord la honte et la tristesse, une communauté de
confession et de réconciliation. L'Occident moderne, qui aime utiliser la honte
pour la publicité, s'étonnera peut-être
que la honte puisse être aussi un des instruments de renouvellement. Mais oui, il
nous faut mener une campagne de honte
envers l'ISIS. Les articles dans le New
York Times n’en sont qu'à leur
début. Utilisons tous les moyens en notre possession pour en terminer avec l'ISIS.
Il s’agit d’une honte curative, ce n’est pas un
jugement définitif ou une condamnation
des coupables (cf. 1 Corinthiens 5, 1-8). Il s'agit d'une solidarité dans la
douleur de la déception, la douleur de découvrir que mon sens de l’idéal a été
trompé. Il ne s’agit pas d’une honte qui
isole, mais d’une honte qui peut nous conduire au meilleur de nous-mêmes, au
modèle d’homme que nous voulons être vraiment.
ISIS connaît bien les méthodes de
conditionnement, pour conduire les personnes à des abus, en les rendant acteurs de leurs propres abus. Tout ce
que nous avons appris ces dernières années sur les formes de pédophilie et
d'autres abus, c’est au sujet du recrutement
de nouveaux membres. Nous aussi utilisons leurs méthodes de recrutement pour lutter contre eux. Utilisons
les moyens de communications modernes : Faisons-leur honte ! Il ne s’agit
pas de diffamation, de calomnie : c’est la vérité, la vérité honteuse.
L’Islam nous sera reconnaissant de mener une campagne de mobilisation pour
rendre honteuse la récupération qu’ils font de la religion, afin de servir des causes absolument étrangères à la dignité
de toute personne naturellement religieuse.
Pour nous
religieux des SSCC qui vivons et travaillons
auprès de musulmans en de nombreux postes de mission, la nécessité de
notre enracinement dans la prière de Jésus, dirigée au Père par l’Esprit
d’Amour réconciliateur est magnifiquement heureuse et claire parce que nous
avons les armes dont nous avons besoin.
Reportez-vous à Ephésiens 6, 10-20. Je
souligne en particulier les versets 14-15 : « Oui, tenez bon, ayant autour des
reins le ceinturon de la vérité, portant la cuirasse de la justice, les pieds
chaussés de l’ardeur à annoncer l’Évangile de la paix.. »
A Call to the Arms of Jesus Christ!
On the morning
of November 23, I rose early. I had the
4-5 watch for Night Adoration for the Anniversary of the Birth into Life of the
Good Mother. On a chair in chapel
(General House) there was a prayer leaflet to help with the Adoration. The
title was “contemplate reality,” and claimed that Henriette was, if
nothing else, a realist. I had the night before read a number of articles from
the New York Times about survivors
from the Caliphate that is Daesh or
as we say in the West, ISIS. The
articles were well researched, based on first-hand accounts and the more
credible they were the more sad and disturbing. Truly troubling for either
Christian or Muslim or for anyone with a human heart, these stories showed the
utter hypocrisy of Isis in that the upper echelon within the caliphate enjoy
the things of the West while supposedly fighting the West, imposing barbaric
punishments upon the people of Raqqa and, in the name of supporting the warriors,
running the equivalent of brothels. Many young people are drawn in but those
from the West are for some time, at least on first arriving, pampered to the
disfavor of their companions who are local. The anger and indeed the idealism
of the young is thwarted into ways that the young eventually reject but cannot
leave. All this leaves in its wake the
impression that the suicide bomber may have found an honorable way to get out
of an awful situation into which they had been falsely led. I am reminded of a
story told by the mother of a suicide bomber who chose to be self-destructive
in a way that did not kill anyone else. She said that he wanted it that
way. This is the reality to bring to
prayer.
Reality, prayer
and then what? Action! As I reflected during that time of Adoration I asked
myself what can we do? What can I do? I
had been the previous week at a workshop on social justice using the model of
John XXIII: see, judge act. I saw as much as I needed to know to act. I
am responsible for that much. I may not know everything but for what I do know
I must act. Well, who am I to judge? It is not mine to eternally condemn but it
is my duty to make an appropriate judgement in the interim. Remember our Jewish brothers and sisters
tell us, the Holocaust. No more silence because we do not have all the facts.
Act. But what to do? Get armed? All the
armament of this world will not solve this challenge to the dignity of every
human being. Even if Israel in its political planning should forget the words
of the Bible with regard to the futility of arms, we as Christians cannot. But
what about hot coals?
Yes, hot coals!
I turn to Romans 12:18-20 “If it is possible, so far as it depends on you, live peaceably with
all. Beloved, never avenge yourselves, but leave room for the wrath of
God; for it is written, "Vengeance is mine, I will repay, says the
Lord." No, "if your enemies are hungry, feed them; if they are
thirsty, give them something to drink; for by doing this you will heap burning
coals on their heads."”
There are a few insights
here from Paul.
One, leave anger to God
for God alone knows how to handle anger. Anger is never God’s final word. Let
God be God and turn your pain, frustration and anger over to God. We do that
when we participate in the prayer of Jesus addressed to the Father: Spare O Lord, spare your people and do not
be angry with us forever, (the prayer we prayed when we replaced each other on perpetual adoration, based in
part on Joel 2:17).
Two, the message of the
Gospel is not love of neighbor, never was. Why? Because he or she is already a
neighbor because we love them. So, the message of the Gospel is love of
enemies. Make of your enemy a neighbor, make of the “other” a neighbor whom you
love. Then the message of John 15:13 is apparent. “No one has greater love than this, to lay down one's life for one's
friends.” We became the friends of God when Jesus laid down his life out of
love for us.
Three, heap burning coals
on your enemy’s head. What? That sounds like Isis with a teenager running
around with a Kalashnikov. I turn to the best explanation I know. The burning
coal is a crown of shame, (Portuguese Bible from Latin America). Shame your
enemy. Is shame stronger than guns? How can you shame the shameless? Meet shame
with shame! Any group that insists on
its so-called warriors always covering their faces already knows that what they
are doing is down-right shameful. Let us reflect back on them the shame they
deserve. Assume that the majority of Isis, those who do the dirty work of Isis
are ashamed of what they do. To shame Isis is to help the many entrapped to
find their way out. They will feel understood. Someone feels the shame I know for being part of this terrible
destructive force. For the many who were either fooled or forced into the
service of the so-called caliphate, shame, no longer hidden but shared with
those who love, can be purifying and reconstructive. We cannot be together a
community of renewal without first being a community of shame and sorrow, of
confession and reconciliation. The modern West, who loves to shame for the sake
of publicity, will be shocked that shame can be such an instrument of renewal.
But yes, a campaign of shaming Isis is what we need. The articles in the New York Times is only a beginning. Use
every means we have to get the story of Isis out there.
This is a medicinal shame, not an eternal
judgment, not a condemnation. (See 1 Corinthians 5:1-8) This is a solidarity in
the pain of delusion, the pain of discovering that my idealism has been abused,
not a shame that isolates but a shame that brings us home to our better selves,
the kind of human beings we really want to be. Isis has learned the lesson of
grooming, of leading people into abuse, making them the protagonists of their
own abuse. All that we have learned in recent years about systems of pedophilia
and other abuses, we see them played out in Isis’ recruitment of new
members. Use the instruments of
recruitment against them. Put modern communications to work: shame! This is not
slander, this is not calumny, this is the truth, the shameful truth. Islam will
be grateful for the mobilization of a campaign of shaming the hijacking of its
religion to serve purposes so utterly alien to the dignity of any genuinely
religious person. For us SSCC, who live and work alongside Muslims in so many
of our mission stations, the need for our rootage in the prayer of Jesus
addressed to the Father for the Spirit of reconciling love is joyously clear. We
have the weapons we need.
Please
contemplate Ephesians 6:10-20. I
note especially verses 14-15: “Stand therefore, and fasten the belt of truth
around your waist, and put on the breastplate of righteousness. As shoes
for your feet put on whatever will make you ready to proclaim the gospel of
peace.” Be heard from today!
Are you searching for a very genuine loan at an affordable interest rate of 3% process and approved within 4 working days? Have you been turned down Constantly by your Banks and other financial institutions because of bad credit? Loans ranging from $5000 USD to $20, 000, 000 USD maximum LOANS for Developing business a competitive edge / business expansion. We are certified, trustworthy, reliable, efficient, Fast and dynamic for real estate and any kinds of business financing. Contact us for more details and information.
ReplyDeleteThanks & Regard
Call/Whats App 918929509036
(Whats App) 918929509036
Dr James Eric Housing Finance Pvt Ltd
E-mail: financialserviceoffer876@gmail.com