Friday, November 15, 2013

Homilía del P. Gonzalo Barrón Nanclares, mártir sscc



Gonzalo Barrón Nanclares nació en Ollauri (La Rioja) el 24 de octubre de 1899.

   Predicador infatigable, su gran empeño fue extender el reinado del Sagrado Corazón: Quiero ser, decía, el pobre trovador de sus misericordia. Promovió la Entronización del Sagrado Corazón y la Adoración Nocturna en el Hogar.

   Muy conocido en Madrid por haber predicado en el Cerro de los Ángeles. Detenido, declaró: Soy sacerdote, he ido en peregrinación al Cerro de los Ángeles y predicado muchísimas veces, porque ésta era mi misión.


Fue fusilado en la afueras de Madrid en los Altos del Hipódromo el 2 de septiembre de 1936.












Homilía del P. Gonzalo Barrón Nanclares sscc
V.C.J.S.
El Evangelio a los Pobres
Programa de Jesús en la Sinagoga de Nazaret
Después de su austero retiro y de su victoriosa lucha en el Desierto, comienza Jesucristo la obra de su predicación en Galilea.
¿Por dónde empieza?
Como todo hombre que surge entre los hombres para llevar a cabo una misión o una enseñanza, presenta sus credenciales a la autoridad del país: el mandato recibido, en nombre de quien habla, etc. Luego pasa a inaugurar su empresa: ha izado ya su bandera. Tal es la solemnísima escena que el Evangelio de San Lucas sitúa en la Sinagoga de Nazaret.
Los que le escuchaban: “¿De dónde le viene a éste una tal sabiduría y poder? ¿No es el hijo de un obrero y no es su madre María? ¿De dónde le viene todo esto?”
“Fuele dado el Libro del Profeta Isaías…” todos tenían fijos en Él los ojos. “La escritura que acabáis de oír hoy se ha cumplido.”
Libertador universal de la humanidad doliente.
En Belén y en Nazaret había sido Jesús hermano de los pobres… Ahora comienza a declararse su Redentor. Ha arrollado el volumen de la Ley; se ha cerrado el ciclo de la profecía mesiánica, y queda abierto el de la Ley evangélica.
Mientras Jesús hablaba todos los ojos estaban fijos en Él: “Omnium oculi erant intendentes in eum”. No eran sólo las miradas de un puñado de hombres. Eran además las miradas de los oprimidos, cautivos, hombres de corazón lacerado. Y de los ciegos de toda la tierra. ¿Dónde dejaríamos de encontrarlos?... Allí estaban los esclavos de la elegante Grecia, de los cuales había dicho Homero antes de Platón que “cuando Júpiter hace un hombre esclavo, le quita la mitad del alma”. Estaban los forzados de la ergástula romana, aquellos para quienes había escrito Catón esta espantosa frase de estoico menosprecio: “tam viles quam nulli”. Estaban los prisioneros de guerra… Las familias de los dolientes.
Los ciegos eran la humanidad entera, cegada por el príncipe de las tinieblas, sentados bajo la sombra lúgubre y glacial de la muerte.
¿Cómo no había de estremecerse de gozo toda esta humanidad doliente, llamada por Aquél que la invitaba a recobrar la libertad, la luz y la vida?
A pesar de todo, surge la división al lado mismo de Jesús y a propósito de sus palabras: “¿No es éste el hijo de María, cuyos parientes viven entre nosotros?”
Aquella profesión de fe, aquella invitación constituía una novedad adorable, pero inverosímil. ¿Qué doctrina había buscado hasta entonces discípulos entre las masas?
Las teocracias egipcias y orientales, escondían en el interior de sus santuarios la doctrina esotérica, que era confiada a unos pocos iniciados. La verdad era la estatua velada de Isis.
La filosofía griega, sólo abría sus pórticos y jardines a la fina aristocracia de los intelectuales de Atenas. Se ha dicho de Sócrates que ni siquiera había intentado hacer prosélitos en la calle donde habitaba… Rousseau: “Si tuviera la mano llena de verdades, me guardaría muy mucho de abrirla.” Flaubert declara que siente horror por el pobre bípedo humano, y quisiera ver a la humanidad y todo cuanto a ella se refiere, envilecido, infamado, abochornado…
En Jerusalén, algo parecido. Los rabinos habían transformado la religión en ciencia árida y complicada. “El ignorante sin letras no tiene derecho alguno, no se le saluda cuando pasa”…
Para Jesús: Todos los pobres son los preferidos; se dirige desde un principio al alma popular.
“Oh, alma humana, quiérote sencilla, inculta e ignorante, no cual te han hecho las escuelas, que nada han añadido a la Naturaleza. En la calle, en la encrucijada, en el taller, es donde iré a buscarte…” (Tertuliano)
Se ha cumplido la Escritura. En la Iglesia católica… La caridad ha formado las instituciones más admirables y numerosas… Sus más insignes siervos, sus héroes y sus mártires.
Cristianismo integral. = Redención, que tiene por objeto la liberación y el rescate de la doble esclavitud temporal y espiritual, de la carne y del alma; del cuerpo, mediante la justicia y la caridad; del alma, mediante la luz, la santidad y la gracia.
Se engañan: Los que aceptan el Cristianismo tan sólo como una acción social, o los que lo conciben sólo como doctrina mística.
“¡Vayamos al pueblo!”
Tal es nuestro deber. Esta palabra resultaría fría, si no significase aquella caridad que nos vincula al prójimo como nos vincula a Dios “con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas”.
Dice uno de los más convencidos y elocuentes amigos del prójimo: “La preocupación por el bien ajeno, no es ya la ocupación de un rato libre, sino que pasa a constituir el mismo fondo de la existencia.”
“El embellecimiento del pueblo es algo más que un sueño.” (Pestalozzi)



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