India, país emergente de
significativos contrastes, con geografía diversa, múltiples lenguas y creencias
religiosas, ofrece un amplio abanico de situaciones sociales, culturales y
políticas. Contemplamos en nuestro viaje por Calcuta, Bangalore y Bhubaneswar que
las vacas sagradas cruzan tranquilamente carreteras y caminos, divisamos desde
el coche hoteles de lujo y pateamos varias aldeas en los márgenes de esta
última ciudad para albergar a los últimos, que son considerados un tabú: los
enfermos de lepra.
La
noche de mi llegada a Bhubaneswar, al norte del subcontinente indio a mitad de
junio, después de un cálido recibimiento por parte de los hermanos de los
Sagrados Corazones que trabajan en esta zona, comenzó un viento huracanado que
cortó rápidamente la electricidad de la sede del Damien Social Development Institute (Instituto Damián para el Desarrollo Social). Ajit Baliar Singh ss.cc., director del Instituto Damián, me explica al día siguiente que hacía un mes que el
ciclón Fani se llevó por los aires el
tejado del edificio, lugar en el que se coordinan todas las actividades
sociales y médicas, que aloja una clínica con fisioterapia, laboratorio y
revisiones generales. A su vez, en colaboración con el Hospital Central, dan
servicio médico a los enfermos de tuberculosis. Ahora toca reparar el techo.
Ajit
es un hombre activo, enérgico, de cuarenta años, que se desenvuelve con total
familiaridad por las aldeas de enfermos de lepra que reciben soporte y ayuda
del Instituto Damián. Los religiosos
ss.cc. de India lo llaman “el segundo Damián”, por su entrega a la causa de los
más desfavorecidos inspirado en san Damián
de Molokai. “En los momentos de dificultad, que son muchos, me acuerdo del
padre Damián”, afirma convencido. Sobre él recae una gran responsabilidad,
compartida con un equipo de colaboradores entusiastas, otros hermanos ss.cc.,
como Radhelal Jatwar o Alexis Nayak, y la ayuda económica que
llega de Estados Unidos, Irlanda, Inglaterra o de España. También es un
religioso muy querido por los voluntarios que vienen a echar una mano en verano
con los niños de las aldeas de enfermos o con otras actividades. “Recuerdo -nos
dice Ajit- la ilusión de Mister Paco, de la Parroquia del Buen Pastor
de San Fernando o la emoción de Carla,
una profesora del Col·legi Padre Damián de Barcelona”.
Podríamos
decir, valiéndonos de una metáfora, que el Instituto
Damián es un gran paraguas que cubre siete aldeas de enfermos de lepra,
tres dispensarios clínicos, un hostel o residencia para jóvenes, una clínica
móvil, un centro para niños sin escolarizar y un telar de mujeres.
Mujeres ante las que
descalzarse
En
la aldea Gandhipalli, no muy lejos de la ciudad de Bhubaneswar, viven diez mil
personas, muchas de ellas con el bacilo de la lepra. Allí hemos visitado el Telar Aymer, donde un grupo de mujeres que
han superado la lepra, trabajan para ganarse la vida y vivir autónomamente. Al
escuchar las historias de estas luchadoras que pelean por vivir uno nota que,
después de haberse descalzado en templos e iglesias de varias ciudades, hay que
descalzarse delante de ellas, porque realmente son tierra sagrada.
Basanti Maharana trabaja en el telar, del
que hoy es coordinadora, desde 1992. Está muy feliz con su labor y con lo que
supone para una mujer sola poder tirar hacia adelante con el esfuerzo de sus
brazos y el sudor de la frente. Por su parte, Kamala Mallah lleva veinticinco años trabajando en el telar. Confía
continuar haciéndolo mientras sus dedos se lo permitan, porque la enfermedad
merma las articulaciones y desinfla inevitablemente energías. “Es un trabajo
paciente pero duro, que nos permite ganarnos la vida por nosotras mismas”,
confiesa con convicción. Enérgica con la rueca, elabora gasas, vendas y
toallas. En este momento algunas mujeres han tenido que dejar el trabajo,
porque sus fuerzas se lo imposibilitaban. Nuevas candidatas podrán sumarse a
este proyecto que recarga ilusiones y se convierte en trampolín de sueños,
porque desgraciadamente mujer y lepra resultan una combinación todavía más
dolorosa y excluyente.
Ahora
toca visitar la zona de Choudwar: con una residencia para jóvenes estudiantes,
un dispensario clínico y la aldea de enfermos de lepra de Trinath, donde como
en otras aldeas, el Instituto Damián
ha construido sus casas. La residencia Coudrin
Chhatrabas acoge a doce adolescentes, hijos de enfermos de lepra, a los que
se les da gratuitamente la oportunidad de estudiar secundaria y labrarse un
futuro. Nos reciben con un ramo de flores Suresh
Chandra Roret, coordinador de la residencia, junto con los jóvenes y la
cocinera, Kunima Llelai. Suresh destaca
el desarrollo de las diferentes habilidades y la personalidad de los
estudiantes. Está satisfecho con ellos y se le nota, porque junto a la
disciplina se ve que este trabajo le llena vocacionalmente.
Es
bonito escuchar cómo para estos jóvenes Kunima es más que una cocinera: “es
nuestra segunda madre”. Ella es una joven viuda que está entregada totalmente a
esta causa. Madhusulan Las, de veinte
años, siente que la residencia le ha ayudado “para crecer no solo en su nivel
de estudios, sino también en otras cualidades como la disciplina, el trabajo
duro, el respeto y el amor a los otros”. Madhusulan, Kaghesurar Pradhan o Biswasif
Sahuo reconocen que la residencia les va a ayudar a escribir una historia
diferente a la de sus progenitores. Ajit me advierte de las varias reparaciones
que necesita el edificio de la residencia. Me mira y me lanza en un inglés
tamizado por el oria, que es su lengua natal: “Escribe algo sobre esto, a ver
si viene alguna ayuda de España”. Ojalá estas pobres letras sirvieran de
revulsivo de conciencias y espolearan para sumarse a esta aventura del Instituto Damián.
Terapia multimédica
En
frente a la residencia se erige la Clínica
Damián de Chawdar, que atiende a ciento cincuenta pacientes de lepra. Dasarath Sahoo es el enfermero de la misma.
Se encarga de dar la medicina a los enfermos y vendar sus úlceras. Se trata de una
tarea que compromete con la sociedad, por lo que está satisfecho de llevarlo a
cabo. “Estoy feliz de hacer este trabajo”. Hay pacientes con un nivel de
contagio más que otros, por lo que han de controlar y dosificar diferente
medicación y tratamiento. De ahí que se aplique una “terapia multimédica”.
Comprobamos con cuánta delicadeza trata Dasarath a los enfermos, el cuidado al
aplicar medicinas y vendajes. En total, ciento cincuenta pacientes se
benefician de sus cuidados. Dasarath es hijo de padres enfermos de lepra. Su
historia es una preciosa trayectoria de superación.
Junto
a la clínica, cincuenta y seis casas conforman la colonia de enfermos de
Trinath. Entramos en la colonia, con un calor sofocante, sintiendo que, de
nuevo, pisamos tierra sagrada. Me da cierta incomodidad hacer fotos. Nuevamente
Ajit me mira y anima. “¡Adelante! -me digo para mis adentros-, hay que hacer
bien el trabajo!”, convencido de que si no damos visibilidad a estas realidades
difícilmente podrán ser superadas. Un grupito de doce niños nos acompaña por
todo el recorrido. Me acuerdo de la Madre
Teresa de Calcuta, que expresaba que la pobreza no va reñida con la
belleza. Incluso en una aldea de enfermos de lepra la bella dignidad de las
personas está por encima de su sufrimiento y limitaciones: la alegría de los
niños, que nos saludan tocándonos los pies, los colores vivos de los saris o
las confidencias de un enfermo de lepra a Ajit. En medio del camino nuevamente
los rastros del ciclón: un árbol arrancado de raíz que ha dañado una de las
viviendas. El director del Instituto
Damián me vuelve a repetir: “Esto también habrá que repararlo”.
Hacer visible a los “invisibles”
En
la semana que estoy en Bhubaneswar visito varias colonias. Una tarde nos
acercamos a la colonia de enfermos de lepra de Gokhibaba, junto a la vía del
tren. Sesenta y siete personas viven en esta zona apartada. Al llegar recibimos
unas guirnaldas de flores y nos reunimos con los ancianos. Ajit, Tarini Sahoo -que es un voluntario del Instituto Damián- y un servidor nos
descalzamos en una pequeña plaza en el centro del poblado. Allí los enfermos
nos cuentan sus problemas y nos piden ayuda. Están agradecidos por todo lo que
reciben, pero necesitan nuevas conducciones de agua, el ciclón ha dañado las
letrinas y el dispensario. Cuando vamos a irnos, un anciano alza las manos y
solemnemente nos da la bendición. Los demás comienzan un animado canto ritual.
Me quedo sin palabras. Aquí se percibe sin necesidad de discursos que los
pobres son los que más unen al ámbito de lo sagrado.
Una
de las mañanas la dedicamos a los niños del Jagananath
Tuition Centre, una sencilla escuela para menores que no están
escolarizados formalmente. Es decir, para los niños en situación de exclusión
social. Sesenta pequeños, de entre tres y once años, tienen una oportunidad de
aprender a leer y escribir, hablar inglés y manejar los instrumentos básicos de
la educación. Una de las niñas nos ofrece una preciosa danza. El techo y otras
dependencias se han visto también afectadas por el devastador ciclón. “Más
reparaciones”, esta vez mi interlocutor es el padre Radhelal.
Mientras
escribo este texto, Ajit me viene con un folio con una lista por delante y por
detrás con diferentes necesidades. Me habla de las campañas de prevención de la
salud, las campañas médicas que realiza la clínica móvil, los programas de
rehabilitación de discapacitados físicos y mentales… Ahora en una asamblea de
todos los hermanos ss.cc. de India va a presentar su informe y solicitar
ayudas. Creo firmemente que esta obra del Instituto
Damián es un milagro de generosidad y confianza. Si algún lector quiere
también poner su granito de arena, puede ponerse en contacto con el padre Ajit
a través de su cuenta de correo electrónico: ajitss.cc09@gmail.com
Probablemente,
alguno de ustedes se preguntará: ¿qué papel juega el Estado indio en toda esta
problemática? Resulta paradójico pero en India la lepra se erradicó
oficialmente hace unos años. Al no existir la enfermedad “oficialmente”, los
enfermos son “invisibles” para el Estado y no reciben ninguna subvención o
ayuda. Una de las misiones del Instituto
Damián es hacerlos visibles y reclamar sus derechos como ciudadanos.
Al
terminar mi estancia en este inmenso país donde he tenido el privilegio de se acogido
por estas personas “invisibles”, resuenan de un modo nuevo las palabras que
Dios dirigió a Moisés, recogidas en el libro del Éxodo: “Descálzate, porque el
lugar que pisas es tierra sagrada”.
India - a hidden holy land
Text and photos: Fernando Cordero Morales ss.cc. (Rome)
Text and photos: Fernando Cordero Morales ss.cc. (Rome)
Translation: Fr Ultan Naughton sscc
India, an emerging country of significant contrasts, diverse geography,
multiple languages and religious beliefs, offers a wide range of social,
cultural and political realities. We experience on our trip through Calcutta,
Bangalore and Bhubaneswar the sacred cows quietly crossing the roads and walkways;
we spot luxury hotels from our car; and we pass several locations on the edge of
Bhubaneswar that harbour those on the margins, those considered a taboo:
leprosy (Hanson) sufferers.
The night that I arrive in mid-June in Bhubaneswar, north of the Indian
subcontinent, and after a warm reception by the brothers of the Sacred Hearts
working in this area, a hurricane began that quickly cut off the power to the
headquarters of the Damien Social Development Institute. Ajit Baliar Singh ss.cc., director of the Damien Institute,
explains to me the next day, that a month ago Cyclone Fani took the roof of the
building where the social and medical activities are coordinated, and which
houses a clinic that offers physiotherapy, laboratory facilities and general medical
assessments. In addition, in collaboration with the Central Hospital, they give
medical treatment to patients with tuberculosis. Now a major priority is to repair
the roof.
Ajit is an active, energetic man, forty years old, who interacts with complete
familiarity with the village leprosy patients who receive support and help from
the Damien Institute. The Sacred Hearts (ss.cc) religious from India call him
"the second Damien", for his outreach to the cause of the most
disadvantaged, inspired by Saint Damien de Molokai. "In times of
difficulty, which are many, I remember Father Damien," he says. On Ajit lies
a great responsibility, shared with a team of enthusiastic collaborators, other
Sacred Hearts brothers, such as Radhelal Jatwar sscc and Alexis Nayak sscc, and
the economic aid that comes from the United States, Ireland, England and Spain.
Ajit is also a religious very much loved by the volunteers who come in the
summer to help with the sick children from the local villages, or to help with
other activities. "I remember - Ajit tells us - the amazement of Paco,
from the Parish of the Good Shepherd in San Fernando or the emotion of Carla, a
professor at the College of Fr Damien in Barcelona".
We could say, using a metaphor, that the Damien Institute is a large umbrella
that covers seven villages of leprosy patients, three dispensing clinics, a
hostel or residence for young people, a mobile clinic, a centre for
out-of-school children and a workshop for women.
Women, before who you must take off your shoes
In Gandhipalli village, not far from the city
of Bhubaneswar, live ten thousand people, many of them with the leprosy
bacillus. Here we visited the
Aymer Workshop (weaving loom), where a group of women who have overcome leprosy, work
to make a living and live autonomously. When listening to the stories of these brave women who fight to live, one can’t help but note that, after having taken off ones shoes in temples
and churches in several
cities, you have to also take off your shoes in front of them, because they
really are sacred ground.
Basanti Maharana
has been working in the workshop, which she currently coordinates, since 1992. She is very happy with her work and what
it means for a single woman to be
able to move forward with
the effort of her arms and the sweat of her brow. For his part, Kamala Mallah has been working on the workshop loom for twenty-five years. He hopes to continue doing so
while his fingers allow it, because the disease reduces joint mobility and inevitably saps
ones energy. “It is a patient but hard work, that allows us to make a living for ourselves,” he
confesses with conviction. Energetic work requiring moving the spinning wheel, making gauze, bandages and towels.
Presently some women have had to leave the workshop, because the effort required made it impossible for them to continue. New candidates may join the project and that gives new hope which becomes a
springboard of dreams, because unfortunately women and leprosy are an even more painful and excluding combination.
Now it's time to visit the Choudwar area: here there is a residence
for young students, a dispensing clinic and
the village of leprosy patients called Trinath,
where, as in other villages, the Damien
Institute has built the houses. The Coudrin
Chhatrabas residence welcomes twelve teenagers, children of leprosy
patients, who are given the opportunity for free high school studies, to help them carve out a future for themselves. Suresh
Chandra Roret, coordinator of the residence, together with the young people
and the cook, Kunima Llelai receive us with a bouquet of flowers. Suresh highlights the aim of developing the different skills and personalities of the
students. He is satisfied with them and it shows, because together with discipline you can see that this work fills him vocationally.
It is nice to hear that for these young people, Kunima is more than a cook: "she is our second
mother." She is a young widow who is totally devoted to this cause. Madhusulan Las, aged twenty, feels
that the residence has helped him "to grow not only in his level of
education, but also in other qualities such as discipline, hard work, respect
and love for others." Madhusulan,
Kaghesurar Pradhan and Biswasif
Sahuo recognize that the residence will help them write a story different
from that of their parents. Ajit highlights to me the
various repairs that the residence building needs. He looks at me and throws me
into a spin with English laced with his native language from his region
of India as he says: "Write something
about this, to see if any help comes." Hopefully these poor words of min will serve to prick the conscience of some and spur them to join this adventure of the Damien Institute.
Multi-medical therapy
In front of the residence stands the Damien Clinic of Chawdar, which serves one hundred and fifty leprosy
patients. Dasarath Sahoo is the
nurse at the clinic. He is responsible for giving medicine to the sick and
bandaging their ulcers. It is a task that engages with all
of the society, and for this he is happy to carry it out. "I am happy to do this job." There are
patients with a level of contagion greater than others, so we have to
control and dose with different medications and treatments. Hence, a
"multi-medical therapy" is applied. We see how delicately Dasarath treats the sick, and his care when
applying medicines and bandages. In total, one hundred and fifty patients
benefit from his care. Dasarath is the son of parents suffering from
leprosy. His personal history is a beautiful example of overcoming difficult odds.
Next to the clinic, fifty-six houses make up the
sick colony of Trinath. We enter the colony, with a suffocating heat, feeling
that, again, we step on sacred ground. It gives me some discomfort to take
pictures. Again Ajit looks at me and encourages me. "Keep going” - I say to myself – “you have to do the job well”, convinced that if I do not give visibility to these realities, then they can hardly be overcome. A small group of twelve
children accompanies us throughout the tour. I remember Mother Teresa of Calcutta once said that poverty is not at odds with beauty. Even in a
village of leprosy patients, the beautiful dignity of people is above their
suffering and limitations; the joy of children, who greet us touching our feet; the bright colours of saris; or the confidence shown by a leprosy patient in Ajit. In
the middle of the road again we see the effects of the cyclone: a tree uprooted that has damaged one of the
houses. The director of the Damien Institute repeats to me again: "This will also have to be
repaired."
Make the
"invisible" visible
In the week that I am in
Bhubaneswar, I visit several leprosy colonies.
One afternoon we approached the colony of leprosy patients at Gokhibaba,
next to the railway track.
Sixty-seven people live in this remote area. Upon arrival we received some
flower garlands and meet the elders. Ajit, Tarini
Shoo (who is a volunteer at the Damien Institute) and I, take off our shoes in a small square in
the centre of the village. There the
sick tell us their problems and ask us for help. They are grateful for
everything they receive, but they need new water pipes, and the cyclone
has damaged the communal toilets and the dispensary. As we leave, an old man raises his hands and solemnly gives us
his blessing. The others begin a lively ritual song. I'm
speechless. Right now words are not necessary for it is these poor people who are the
ones that most unite the realm of the sacred.
One of
the mornings is dedicated to the children of the Jagananath Tuition Centre, a
simple school for children who are not formally attending any educational
facility. By this I mean a school for children in a situation of social
exclusion. Sixty children, aged three to eleven, have an opportunity to learn
to read and write, speak English and use the basic instruments of education.
One of the girls offers us a beautiful dance. The roof and other units in this
building have also been affected by the devastating cyclone. "More repairs
needed" but this time my interlocutor is Father Radhelal ss.cc.
As I write this text, Ajit comes to me with a page with a list on both sides of
different needs. He tells me about health prevention campaigns, medical
campaigns carried out by the mobile clinic, rehabilitation programmes for the
physically and mentally disabled…
Now it
is the assembly of all the Sacred Hearts brothers from India who will present
their report and request aid. I strongly believe that this work of the Damien
Institute is a miracle of generosity and trust. If any reader also wants to put
his grain of sand, he can contact Father Ajit through his email account:
ajitss.cc09@gmail.com.
Probably, some of you will ask yourself: what role does the Indian State play
in all this problem? It is paradoxical, but in India, leprosy was officially
eradicated a few years ago. In the absence of the disease
"officially", the sick are "invisible" to the State and do not
receive any subsidy or help. One of the missions of the Damien Institute is to
make them visible and claim their rights as citizens.
At the end of my stay in this immense country where I have had the privilege of
being welcomed by these “invisible” people, the words that God addressed to
Moses, reflected in the book of Exodus, resonate in a new way: “Take your shoes
off, because the place where you stand is holy ground”.
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