Monday, June 15, 2015

Esperando la « Laudato Sii »    

En attente de « Laudato Sii »

Español / Français

Pedro Pablo Achondo sscc, provincia de Chile, estudiante en la comunidad de Picpus. 

La ecología es un asunto antiguo y moderno. Moderno en cuanto a la utilización del término (S. XX) y antiguo en cuanto a su pertinencia y preocupación del ser humano (S. XVIII- XIX e incluso antes si pensamos en la relación de los pueblos originarios de América con la naturaleza; siglo XVI). Sobre ecología se habla mucho y también se propone mucho. Aquí simplemente quisiéramos presentar algunos puntos relevantes en la discusión actual sobre “los ecologismos”.


1) Justicia Social y Justicia ecológica: Una dimensión bien explorada por historiadores y filósofos, pero no tan conocida es la que tiene que ver con el vínculo entre justicia social y justicia ecológica. Algunos autores muestran como en los Estados Unidos el problema ecológico ha estado ligado al tema racial, es decir son los negros quienes sufren siempre las consecuencias de la contaminación y desastres de tipo “naturales”. Lo mismo podríamos decir de los más pobres en América Latina, Asia y África, particularmente. Son los pobres quienes reciben los vertederos cerca o ellos quienes encuentran solo allí un lugar para vivir. Basurales, aguas contaminadas, residuos tóxicos de mineras u otras industrias son “recibidos” en primer lugar por los pobres. De ahí que algunos propongan que un principio de la justicia ecológica debiera ser la “repartición justa de los efectos negativos del mercado y el progreso”. Hoy es imposible no pensar la justicia social de la mano de una justicia ecológica, pues lo que llamamos ecología toca todos los ámbitos, o por lo menos los más básicos, de nuestra vida: alimentación, hogar, celebración, transporte… estilo de vida en definitiva.

Algunos autores dividen la historia en base a la relación del hombre con la naturaleza llamando a nuestro periodo Antropoceno. Para ellos este periodo comienza con la primera revolución industrial (1784 app, aunque para algunos en realidad deberíamos datarlo en 1950 cuando empezamos a sufrir a nivel global las consecuencias de la actividad humana) y en realidad lo que se quiere marcar es una relación distinta con la naturaleza. Relación que perdura hasta hoy: dominación, control… guerra. Me gusta la expresión que algunos filósofos utilizan al decir que el problema hoy es que el ser humano está en guerra contra la naturaleza.

2) El sujeto ecológico: No hay que caer en estereotipos ni en generalización vacías en este tema, pues nos toca a todos y todos somos responsables de alguna manera u otra. ¡Sin embargo, algunos lo son más! La obra reciente de Paul Ariès, filósofo y politólogo francés nos pone en alerta frente a la posibilidad real de lo que hoy se llama “transición energética” o transición ecológica, es decir, el camino a ese modo sustentable y ecológico de vivir, si queremos dejar de destruir el planeta y vivir de cara a un futuro para la humanidad y las generaciones que vendrán. ¿Quién puede realmente conducir a nuestras sociedades hacia ese nuevo modo de vivir? Según Ariès la repuesta “oficial” es clara: las empresas, las grandes firmas y grupos económicos. La respuesta no oficial es otra: lo que él llama cultura popular. Según el autor las clases populares han sido invisibilidades durante toda la segunda mitad del siglo XX (incluso podríamos remitirnos a la conquista en América, respecto a los pueblos indígenas), como si su estilo de vida propio no existiera o fuera solo una aspiración al estilo de vida de las clases pudientes. 

Ariès continúa afirmando que el estilo de vida del mundo popular es mucho más ecológico que las clases dominantes e incluso que el de los “ecologistas militantes”. Esto se explica por la manera de viajar, de alimentarse y sobretodo de descansar (vacaciones). Es evidente que el mundo indígena nos plantea otra manera de ser y de estar en relación. Ya sea a través del Sumak Kawsay (Buen Vivir) de la cosmología Quechua o de la consciencia indígena respecto a la tierra. En fin, ser ecológico hoy es un tanto ambiguo y es normal, pues estamos en pleno momento de cambio y de toma de consciencia. Habrá que ver qué forma de vida nos permite coexistir entre nosotros y con la naturaleza. Nos parece que aquí hay un vinculo “fransciscano” en su sentido más originario: pobreza y creación, sencillez y comunión con la naturaleza, sobriedad y contemplación. Una vida pobre (según el evangelio) y sencilla será también una vida ecológica y en comunión con la Casa Común.

3) El llamado Capitalismo verde: Todo es verde, bio, eco. Hoy las empresas se unen y se suman a la cruzada de los 2°C (temperatura máxima que debería aumentar la tierra debido al calentamiento global, no mas; de lo contrario los efectos serian nefastos e impredecibles para la humanidad). Este esfuerzo que no toca las raíces del problema es lo que se llama “capitalismo verde” (donde el crecimiento económico sigue siendo el fectiche); es decir buscar soluciones dentro del mismo sistema destructor y dominante en el que vivimos (¡soluciones buenas también como el offseting o el impuesto al Carbono! pero no suficientes y siempre vinculadas al poder adquisitivo). 

Aquí nos gustaría enviarlos a la obra del islandés Andri Snaer Magnason, “El país de los sueños” (trad. esp. 2013). De manera implacable Andri muestra el caso de Islandia, de cómo este pequeño país de 300.000 habitantes y uno de los parajes naturales más hermosos del planeta se ha visto comprometido a causa del capitalismo devastador, de cómo las grandes fabricas de aluminio (de lo mas contaminador que existe) se han instalado en tierras vírgenes depredando el ecosistema y la vida de la gente. Historias como estas hay por cientos o miles en todo el mundo: valles intoxicados en el norte de Chile, bosques nativos destruidos en El Congo por empresas chinas, minas de alumina en Jamaica que controlan el país… 

¡La solución no será un capitalismo verde o más verde! Aquí estamos frente a un problema de fondo que tiene que ver con la energía, es claro; y la energía tiene que ver con nuestros niveles de consumo y la manera en que vivimos. Y ello tiene que ver con la cultura y la educación. Es decir, hemos sido formados y educados para gastar, para consumir y depredar. ¿Cómo detener este triste espiral sin futuro? ¿Cómo soñar y trabajar en la construcción de ese otro mundo más humano y saludable, más en comunión con la naturaleza y la bio-comunidad de la formamos parte? Nos asusta el poder de empresas capitalistas del siglo XXI que juegan con otros parámetros como lo es Google. Hace un par de semanas en una entrevista (Le Point, N° 2228, 21 de mayo 2015), Sergey Brin, cofundador de Google, y su equipo mostraban el horizonte de su empresa: medicina, biogenética, bio-robótica, supervigilancia, mas rapidez en la información, macroData… y donde terminaba uno de sus trabajadores afirmando algo así como “buscamos transformar la vida y la muerte del ser humano”. ¿De dónde esa autoridad? ¿De dónde ese poder? ¿A quienes se les ha preguntado?

3) Expectativas ante Laudato Sii: El desafío es inmenso y tememos que las expectativas sean muchas. Una buena teología nos mostrará y ayudará a comprender el lugar adecuado que el hombre posee dentro de la Creación. Una buena teología nos conducirá al Jardín donde Dios formó al ser humano y donde luego Jesús se mostró resucitado (cf. Ecoteología aquí mismo: Agosto 20, 2010) ¿Qué nos gustaría que Laudato Sii dejara en claro? 

Varias cosas, primero que el sistema capitalista neoliberal es incompatible con una visión humana y divina de la Creación, que los pobres son los primeros en sufrir los desastres del hombre y su voracidad; posicionarse en contra del escepticismo respecto a la crisis medioambiental y ecológica; que hay ecologismos y ecologismos y un capitalismo verde que solo nos conduce a una atenuación (¡y estetización! ¡Como un producto más!) del problema de fondo, que la Iglesia quiere estar al frente de esas “nuevas búsquedas de vida en común” (como la Via Campesina, alternativas de producción, ONGs que trabajan la justicia y la equidad), que una dinámica del Don (que conjuga gratuidad, entrega, donación, per-don…) nos ayudará a salir de la lógica del mercado, la deuda, el consumo y la explotación. 

Nos gustaría un llamado a un trabajo en equipo: científicos, juristas, sociólogos, filósofos, antropólogos, agricultores, pueblos originarios, ecónomos, teólogos, arquitectos, artistas, profesores… todos trabajando juntos. Esperamos una encíclica que plantee alternativas, que muestre que ellas existen, son diversas y aun pequeñas; que se situé desde la perspectiva de los pobres para, como Francisco de Asís, mostrarnos que la vida sencilla es también (¡y sobretodo!) un canto de alabanza al Señor. Esperamos una encíclica que nos re-eduque respecto a la tierra. Es un año clave, de reflexión, de formación y posiblemente de toma de decisiones (COP21, diciembre 2015, Paris). Pero el camino es largo y supondrá un esfuerzo de todos. Esperamos que Laudato Sii nos impulse a construir Casa-Común, a cuidar los unos de los otros (donde ese unos y ese otros incluye a toda la biodiversidad) y nos conduzca a comprender que la belleza de la naturaleza y las posibilidades humanas son fuerzas que coinciden en el Jardín en el que habitamos. Que Laudato Sii sea la armonía para la música que construimos o que deseamos construir.


En attente de « Laudato Sii »

L’écologie est un sujet tant ancien que moderne. Moderne de par l’usage du terme (XXème siècle) et ancien de par la pertinence et la préoccupation de l’être humain par rapport à la nature (XVIII –XIXème ou même avant si on pense aux peuples indigènes de l’Amérique ; XVIème siècle). On parle beaucoup de l’écologie de nos jours et différentes propositions sont faites. Nous voudrions ici simplement présenter quelques points importants du débat actuel sur « les écologismes ».

1) Justice Sociale et Justice Ecologique : Une dimension très travaillée par les historiens et philosophes, mais pas tellement connue est le lien entre justice sociale et justice écologique. Quelques auteurs montrent comment aux Etats-Unis le problème de l’écologie s’est liée à un théme racial ce qui revient à dire que ceux qui subissent toujours les conséquences de la pollution et des désastres « naturels » sont les noirs. Nous pourrions dire la même chose des pauvres de l’Amérique-Latine, de l’Asie et de l’Afrique notamment. Ce sont les pauvres qui reçoivent les poubelles proches de seuls quartiers dans lesquels ils trouvent une place pour habiter. Des décharges, des eaux polluées, des déchets toxiques miniers ou d’autres industries sont « reçus » d’abord par les pauvres. C’est pour cela que quelques experts proposent comme principe éthique de la justice écologique « une répartition égalitaire des effets négatifs du marché et du progrès ». Aujourd’hui, ce n’est pas possible de penser la justice sociale sans la justice écologique, car ce qu’on appelle écologie touche tous les domaines de la vie humaine, ou au moins les plus basiques : nourriture, foyer, célébrations, transport… bref, le style de vie de l’homme. 

Quelques auteurs divisent l’histoire selon le rapport entre l’homme et la nature, en appelant notre période d’Antropocene. Selon eux, cette période commence avec la première révolution industrielle (environ 1784, mais selon d’autres en réalité seulement depuis 1950 on peut parler d’Antropocene en raison des problèmes réels  d’environnement ressentis par l’homme). Ce qu’ils cherchent à souligner en réalité est cette nouvelle façon d’être par rapport à la nature. Rapport qui continue avec force jusqu’à nos jours : domination, contrôle… guerre. J’aime l’expression utilisée par certains philosophes : le problème c’est que l’homme est en guerre contre la nature.

2) Le sujet écologique : On peut éviter les stéréotypes ou généralisations stériles en matière d’écologie car ce sujet nous touche tous et nous tous sommes responsables d’une manière ou d’une qutre. Mais il est vrai que quelques-uns le sont plus ! L’œuvre récente de Paul Ariès, philosophe et politologue français nous alerte face à la réelle possibilité de ce qu’on appelle « transition énergétique » ou transition écologique, c’est-à-dire le chemin vers la nouvelle façon de se placer face à la planète, plus viable et respectueuse des générations futures. Qui pourra vraiment nous conduire vers cet autre style de vie ? Selon Ariès, la réponse « officielle » est claire : les entreprises, les grands groupes économiques. La réponse « non-officielle » est différente : c’est ce qu’il appelle les « cultures populaires ». Selon l’auteur, les classes populaires sont restées invisibles comme si leur style de vie n’existait pas n’était qu’une aspiration au style des classes aisées. 

Ariès continue en affirmant qu’il y a un style propre des cultures populaires et que ce style est bien plus écologique que celui des milieux riches ou même des « écologistes militants ». L’explication serait donnée par la façon de se déplacer, de voyager, de se nourrir et surtout de prendre des vacances (temps de repos). Il est évident que le monde indigène nous montre aussi une autre rapport à la nature. Par exemple, à travers la cosmologie Quechua : le Sumak Kawsay (Bien être ou Bonne Vie) représente la conscience indigène par rapport a la terre et tous les êtres. Enfin, être écologique aujourd’hui est un peu ambigu mais c’est normal dans les temps qui sont les nôtres. Temps de recherche, de changement et de prise de conscience. Il faudra attendre pour trouver la voie de coexistence entre nous et la nature. Il semble qu’ici il y ait quelque chose de « franciscain » dans le sens le plus originel : pauvreté et création, simplicité et communion avec la nature, sobriété et contemplation. Une vie pauvre (selon l’Evangile) et simple sera aussi une vie écologique et en communion avec la Maison-Commun.

3) Le « capitalisme vert » : Tout est vert, bio, éco. De nos jours, les entreprises poursuivent le même but : la croisade du 2°C (c’est l’augmentation maximale de température de la planète due au réchauffement global, dans le cas contraire les effets seront catastrophiques et imprévisibles pour l’humanité). Cet effort qui ne touche pas la racine du problème est ce qui s’appelle « capitalisme vert », où la croissance continu à être l’objectif fétiche. Il s’agit de chercher des solutions dedans le système destructeur et dominant où nous vivons (parfois de bonnes solutions comme le offseting ou la taxe Carbonne ! mais non pas suffisantes et toujours liées au pouvoir d’achat). Ici nous voudrions vous renvoyer à l’œuvre de l’islandais Andri Snaer Magnason, « Dream Land » (2006 ; trad. esp. 2013). D’une façon implacable, Andri décrit le cas islandais, un petit pays de 300.000 habitants, pour montrer comment la logique du marché est en train de détruire un de plus merveilleux paysages de la planète et la vie quotidienne de ses habitants. Il souligne comment les grandes entreprises de l’aluminium (parmi les plus polluantes qui existent !) se sont installées dans les terres vierges en mettant à sac l’écosystème. Des histoires comme cette là se multiplient autour du monde : des valles intoxiquées au nord du Chili, des forêts vierges dévastés au Congo par des entreprises chinoises, des mines d’alumina en Jamaïque qui ont le contrôle du pays… 

La solution ne sera pas un capitalisme vert ou plus vert ! Nous voici face à une profonde problématique. Problématique qui est tout-à-fait en relation avec l’énergie, bien-sûr. Et l’énergie est tout-à-fait en relation avec la consommation et la consommation avec notre façon de vivre. Voilà un souci de culture et d’éducation ! Nos sociétés sont été éduquées pour dépenser, pour consommer et dévaster. Comment peut-on arrêter cette triste spirale sans avenir ? Comment peut-on rêver et travailler pour la construction de cet autre monde plus humain et sain, plus en communion avec la nature et toute la bio-communauté où nous vivons ? Il nous fait peur le pouvoir d’entreprises capitalistes du XXIème siècle qui jouent avec d’autres paramètres comme par exemple Google. Il y a quelques semaines dans une entrevue (Le Point, n° 2228, 21 mai, 2015), Sergey Brin, cofondateur de Google, et son équipe, ont partagé le projet de leur entreprise qui déjà travaille en médecine, biogénétique, bio-robotique, super-vigilance, vitesse de l’information, bigData… et l’un des techniciens affirmait à la fin de l’entrevue : « nous cherchons à transformer la vie et la mort de l’être humain ». D’où viendrait cette autorité ? D’où pensent-ils tenir ce pouvoir ? A qui ont-ils demandé un avis ?

4) Expectatives face Laudato Sii : Le défi nous semble immense, peut-être trop immense. Une bonne théologie nous donnera la juste place de l’homme sur la terre et nous aidera à bien comprendre la Création et l’homme en tant que son Jardinier. Le Jardin où Dieu a formé l’homme, lui a donné Son Souffle ; le même Jardin où Jésus se manifesta Ressuscité. Qu’est-ce qu’on attend de Laudato Sii ? 

Plusieurs choses. D’abord qu’elle affirme que le système capitaliste néolibéral est incompatible avec une vision humaine et divine de la Création, que les pauvres sont toujours les premiers à subir les catastrophes de l’homme et sa voracité ; on attend une prise de position contre le scepticisme par rapport à la crise environnementale et écologique ; on attend qu’elle montre qu’il y a des écologismes et qu’un capitalisme vert ne nous conduira pas vers une solution réelle mais seulement des atténuations (cela reste des produits du marché !) ; on attend que l’Eglise encourage et soit précurseur de cette « nouvelles manières de vivre-ensemble » (voir la Voie Paysanne, alternatives de production, ONG qui luttent pour la justice et l’égalité) ; qu’elle propose une dynamique du DON (qui se conjugue avec gratuité, flexibilité, donation, promesse, soutien, par-don, livraison, abondance, renoncement, offrande) qui nous aidera à sortir de la logique du marché, de la dette, de la consommation et de l’exploitation. 

On espère un appel à réfléchir ensemble : scientifiques, sociologues, juristes, philosophes, anthropologues, paysans, peuples indigènes, économistes, architectes, théologiens, artistes, professeurs, techniciens… tous en train de travailler ensemble. On attend une encyclique suggestive et proactive qui montre des alternatives, même si elles sont encore petites et très diversifiées. On veut une encyclique qui pense l’écologie à partir des pauvres afin de nous enseigner, comme saint François d’Assise, que la vie simple est aussi (et surtout !) un cantique de louange au Seigneur. On attend une encyclique qui puisse nous reconduire à la terre et à l’autre. C’est une année clé pour la réflexion, la formation et peut-être pour prendre des décisions (Cop21, Paris décembre 2015). Mais le chemin est long et il a besoin de nous tous. On attend que Laudato Sii puisse nous pousser vers la construction de la Maison-Commune, à prendre soin les uns des autres (où ce uns et cet autres inclut toute la biodiversité) et nous conduise à comprendre que les possibilités humaines et la beauté de la nature sont deux forces qui coïncident dans le Jardin où nous sommes. Que Laudato Sii soit l’harmonie pour la musique que nous jouons ou que nous voulons jouer.

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1 comment:

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