Thursday, January 4, 2018

CON LAS PERSONAS SIN HOGAR

WITH HOMELESS PEOPLE

AUPRÈS DES SANS FOYER



Mercedes Bayo sscc
Hace 19 años la comunidad de las hermanas SSCC de Salamanca cedió una parte de sus instalaciones a Caritas Diocesana, para poner en marcha un Proyecto de acogida a personas sin hogar, el bien llamado Centro P. Damián. Desde entonces la vida de esta comunidad está ricamente marcada en su identidad por lo que nos aporta la dedicación como educadoras, voluntarias y sobre todo ser buenas vecinas en una relación permanente compartiendo la vida cotidiana con las personas que buscan un hogar, desde el que empezar otra nueva etapa de su vida. En la actualidad la comunidad está formada por 5 hermanas: la veterana Rosario, Mª Teresa, Felipa, Elena y Mercedes. En la misma ciudad de Salamanca hay otra comunidad de hermanas SSCC en un barrio marginal. Las hermanas también participan del Proyecto. Esta una presencia en la que se hace verdad que es posible la colaboración entre las distintas  instituciones eclesiales diocesanas y de vida religiosa. A continuación trataré de contaros algo de lo que vivimos aquí.

Escribo en un momento especial. Me resuenan las acciones realizadas en la campaña dedicada a las personas sin hogar de este año con el lema “Somos personas, tenemos derechos. Nadie sin Hogar”. Una campaña dedicada a hacer visibles las dificultades que se encuentran cada día las personas sin hogar en el acceso y ejercicio de sus derechos humanos (a la salud, a la vivienda, a la participación, a la protección social, etc.).  Escribo en Salamanca cuando estamos en plena ola de frío y encima, para no distraerme de lo esencial, ayer falleció Caty una de nuestras amigas con la que hemos compartido mucho estos años.
Podría iniciar este texto definiendo quién es una persona sin hogar y deciros que es muy difícil, porque estamos un mundo complejo, no uniforme, compuesto por personas de edad, itinerarios y situaciones diferentes. Antes decíamos que los motivos que llevan a quedarse sin hogar, en el sentido más amplio, y vivir en la calle, eran acontecimientos especiales o historias de radical marginación. Ahora, las circunstancias que llevan a la calle pueden afectar a muchos, se han generalizado: un desahucio, una tensión familiar que no se resuelve, la pérdida del trabajo, una enfermedad, una adicción…, que con ausencia del apoyo necesario, a personas que llevaban una vida "normal", las convierte en personas desprovistas de todo. Sin olvidar que entre las personas sin hogar también se encuentran extranjeros, refugiados o excarcelados. Decir simplemente que vivir en la calle, contrariamente a lo que a menudo se piensa o se juzga, no es casi nunca una elección.
Os podría asegurar con vehemencia que no tener hogar es más que no tener casa. En efecto, es una vida dura y peligrosa; es una lucha cotidiana por la supervivencia (cada año muchas personas mueren a causa de la miseria o del frío en las ciudades del mundo); es, sobre todo, caminar sin raíces afectivas, es sentir la indiferencia del entorno, es rodar de albergue en albergue con los pies llagados y el corazón zurcido por programas educativos y técnicos, por estrategias políticas y protocolos de no se sabe para qué…
Os podría convencer rápidamente de que tampoco se trata de una elección de libertad pues quien no tiene casa, ni hogar vive una condición de gran vulnerabilidad porque está obligado a depender de todos, aunque sólo sea para las necesidades elementales, y está expuesto a las agresiones, al frío, a la humillación de ser expulsado de las calles, de los países, por ser considerado persona non grata. 
Todo lo anterior y más es la realidad. Pero en este momento para mí tiene sentido hablar de las personas sin hogar, desde este rincón presencia SSCC, ya que os hablo de estas personas, como lo que son: amigos y compañeros de camino. Nuestra vida cotidiana está configurada por ellos, por nuestros vecinos: nuestro horario comunitario con imprevistos incluidos, nuestra oración, nuestras conversaciones,… No es un trabajo únicamente, aunque nos revisemos y formemos, nos pongamos metodología y metas profesionales.
Noemí García sscc, Mercedes Bayo sscc, Felipa Fernández sscc
 A las religiosas SSCC, pertenecer a la gran familia del Centro P. Damián para personas sin hogar nos posibilita vivir nuestra vocación reparadora. Nos es relativamente fácil echar mano de nuestro carisma y encontrar herramientas de sentido a lo que hacemos, a lo sentimos y tantas veces padecemos. Contemplamos fácilmente a Cristo en estas vidas descartadas; vivimos haciendo tramos del camino de la vida con estos hermanos y hermanas que tienen un nombre y rostro concreto. Tienen algunos de los capítulos de su historia muy duros y dolorosos, pero sobre todo tienen el deseo de vivir dignamente y proyectar nuevos capítulos desde los sueños y sobre todo desde los muchos dones y capacidades para realizar sus planes. Anunciamos que descubrimos el amor de Dios y que es posible el cambio a una vida mejor, promesa de lo que aguarda a todo ser humano. Os hablaré un poco de todo esto.

Abderramán, adolescente y juguetón, camina con la mochila llena de sueños. Le abrieron un mundo de posibilidades sacándole de los campamentos del Sahara y trayéndole un verano de vacaciones a España. Regresó otra vez a España pero no de vacaciones con una familia preparada, sino a la “aventura” para estudiar. ¿Quién quiere acoger su sueño?
Ana, que dejo la droga para recuperar a su hija de 2 años y se arriesgó comprometiéndose con el compañero de programa terapéutico. Salieron de la Casa para formar una familia feliz. Me hablan de ternura en el trato, de una mirada delicada con las heridas del otro para poder tener un proyecto común.

Fausto camina, lento, con el carrito maltrecho pero imprescindible. En él lleva el altar con sus devociones de buen ortodoxo. Lo expone a la contemplación, no esconde su fe. Se avergüenza de otras cosas (de beber y por eso no lo reconoce) pero tiene muy buen feeling con la gente que entra en el supermercado y al salir siempre cae algo en su altar. Me enseña a bendecir y no maldecir a los que se cruzan en nuestro camino.

Caminamos con Andrei, que carga el bolso último modelo que sale en los anuncios publicitarios, porque le dijeron que esa era la libertad que ofrecía la Europa capitalista frente al modelo de su patria en la Europa del Este. Sueña con ser uno más en esta sociedad, no sentirse recortado en sus aspiraciones por ser pobre y extranjero.

Caminamos con la chulería de Pepe, que sale de la cárcel orgulloso de haber “pagado” por el mal hecho;  no se avergüenza de ser analfabeto, no se avergüenza de rezar a Dios y pedirle que le proteja. Sueña con no volver a delinquir, no volver a ser manejado y engañado. Olvidarse de la venganza y la violencia que sufre desde niño a base de ser valorado y  contar con él.

Caminamos con Rosa María, que no le caben en las manos las maletas que lleva encima, llenas de resiliencia - resistencia, porque las necesita para caer con sus trampas y levantar una historia de proezas; para sentir la soledad, la pérdida y sacar lo mejor de sí misma; para sufrir el mal trato de sus parejas y la indiferencia con que la contempla el resto y no deshumanizarse.

Vivimos del amor de Dios cuando caminamos con Rima con las manos vacías; ella, que se ha pasado años en la invisibilidad, nos enseña a sentir evangélicamente la vulnerabilidad y la impotencia; a respetar su silencio y dejar que surja el  momento de empezar a derramar lágrimas atrancadas por los hijos que la arrancaron los servicios sociales.

Grupo de voluntariado


¡Me quedan tantos nombres y rostros para seguir hablando de perdón, de amistad, de solidaridad, de verdad, de agradecimiento o gratuidad! Seguiremos acogiendo y poniéndonos en camino con los que llegan con una simple bolsa de plástico muy arrugada pero que rebosa esperanza; esperanza de adviento y que nos lleva en volandas, corriendo pero sujetas por la Palabra para seguir atisbando, que de la pequeñez, de la fealdad, nace Dios. Ese Dios tan humano y cercano porque se permite ser frágil. Encarnado en nuestra miseria para que le entendamos. Celebraremos la Navidad y sentándonos a la misma mesa, no dejaremos paso a la soledad, aunque se añore la patria, se sienta el vacío de no poder abrazar a la madre, se eche de menos a la pareja alejada o al hijo ausente. Volveremos a traer decorados brillantes, olores de calor de hogar y cantando  villancicos arraigaremos la vida verdadera que nace de la fraternidad.





Casa de acogida Padre Damián - Cáritas Salamanca










WITH HOMELESS PEOPLE

Nineteen years ago the SSCC sisters community in Salamanca gave over a part of their building to the Diocesan Caritas organization, to set up a Project of hospitality for homeless people , rightly called the Damien Centre. From then the life and identity of this community has been richly marked by all that they have received through their dedication as educators, volunteers and above all, by being good neighbours in an ongoing relationship, sharing daily life with the people who are looking for a home, as they begin another new stage in their lives.  At present the community is made up of 5 sisters: the veteran Rosario, Mª Teresa, Felipa, Elena and Mercedes. In the same city of Salamanca, there is another community of SSCC sisters living in marginalized district. The sisters are also involved in the Project. This is a presence in which it is verified that collaboration between different diocesan ecclesial institutions and religious life is possible. Following on from this we will try to tell you something of what we live here. 


I am writing at a special moment.  I resonate with the actions of a campaign dedicated to the homeless this year with the slogan "We Are People, We Have Rights. Nobody Without A Home!". The campaign is dedicated to make known the difficulties that the homeless face daily in accessing and exercising their human rights: health, housing, participation in society, social protection, etc. I am writing from Salamanca where we are experiencing a cold wave, and not to distract myself from the essentials, I share that yesterday one of our friends with whom we shared a lot these years, Caty died. 

I could start by defining who is a homeless person and tell you that it is very difficult because we live in a complex, non-uniform world, made up of people of different ages, itineraries and situations. Previously we said that, in the broadest sense, the reasons that lead to homelessness and living on the street were special events or stories of radical marginalization. Now, the circumstances that lead to the street are numerous and can affect many: an eviction, family tension that is not resolved, loss of work, disease, addiction ... lack of necessary support, people who led a "normal" life who lack everything. Among the homeless are also foreigners, refugees or ex-prisoners. Simply said living on the street, contrary to what is often thought or judged, is almost never a choice.

I can assure you with vehemence that being homeless is more than not having a home; in effect, it is a very difficult and dangerous life.  It is a daily struggle for survival (each year many people die because of the misery and the cold in the cities of the world).  It is, above all, to journey without effective roots, it is to feel the indifference of the environment, to travel from shelter to shelter with wounded feet with one’s heart mended by educational and technical programs, for political strategies and protocols which are not known what they are for.

I could rapidly convince you that it is not a choice for freedom because persons who do not have a house or hostel live in a condition of great vulnerability. They are obliged to depend on everyone, even if only for basic needs, and are exposed to aggression, the cold the humiliation of being expelled from the streets, the country, for being a person non grata.


Mercedes Bayo sscc, Noemí García sscc, Felipa Fernández sscc
All the above and more is the reality, but at this moment it makes sense to speak of this SS.CC. presence. I speak of friends and companions on the journey.  Our daily life is shaped by them, by our neighbors, our community schedule, of incidentals, our prayer, our conversations… It is not simply a work although we evaluate and train ourselves; we develop a methodology and set professional goals. 


As SS.CC. religious who belong to a large family of Father Damien Center for the Homeless, we are able to live our reparative vocation.  It is relatively easy for us to draw on our charism to find meaningful tools to find meaning to what we do, how we feel, and how we suffer. We easily contemplate Christ in these discarded lives, we live adapting to the Way of Life with these brothers and sisters who have specific names and faces.  The experienced periods in their history that were very difficult and painful, but above all they have the desire to live with dignity and to prepare for new futures from dreams and above all from the many gifts and capabilities to carry out their plans. We announce that we discover the Love of God and it is possible to change to a better life, to a promise of that awaits every human being.  I’ll tell you a little about this.

Abderramán, a playful adolescent, walks with his backpack full of dreams. They opened a world of possibilities by taking him out of the Sahara Camps and bringing him to a summer vacation in Spain. He returned to Spain again with a family, not on vacation but on an "adventure”: to study. Who wants to embrace his dream?

Ana, who gave up drugs to recover her 2-year-old daughter, took a risk by committing herself to a therapeutic program partner. They left the House to form a happy family. They speak to me of tenderness in treatment, of a delicate gaze on the wounds of the other in order to share a common project.
Fausto walks, slowly, with a battered but essential cart. In it he carries an altar with devotions of a good orthodox. It exposes one to contemplation; he does not hide his faith. He is ashamed of other things (drinking, and, therefore, does not recognize it), but he has a very good “feeling” towards people who enter the supermarket and on leaving something always falls on his altar. It teaches me to bless and not curse those who cross our path.

We walk with Andrei who carries the latest model bag seen in advertisements, because they told him that this was the freedom offered by European capitalists in contrast to his homeland in Eastern Europe. He dreams of being assimilated in this society, not feeling cut off from his aspirations because he is poor and a foreigner.

We walk with the self-satisfied Pepe who leaves the prison proud to have "paid" for his wrong doing.  He is not ashamed to be illiterate; he is not ashamed to pray to God and ask Him to protect him. He dreams of not committing a crime again, not being manipulated and deceived again. He wants to forget about the revenge and violence that he suffered since he was a child instead of being valued and counting on.

We walk with Rosa María, who though unable to carry her “baggage”, is full of resilience because she needs to overcome her difficulties and build a history of heroic deeds: feeling loneliness and loss to become her best self; suffering ill-treatment from her partner and the indifference with which others look at her and not be dehumanized.

We live of the Love of God when we walk with Rima who is empty-handed.  She, who has spent years in invisibility, teaches us to feel evangelical, vulnerable and impotent; to respect her silence and to allow the moment to arise in order to shed the tears clogged within because her children were taken by the social services.
I still have so many names and faces to continue speaking about forgiveness, friendship, solidarity, truth, appreciation or gratitude. We will continue welcoming and rehabilitating those who arrive with a simple plastic bag, very creased but full of hope: the hope of advent that gives us wings, keeps us running but submissive to the Word to continue peering from our littleness or misery before the God who is born; that God who is so human and close because He allows himself to be fragile. Incarnate in our misery so that we might understand. We will celebrate Christmas sitting at the same table; we will not give way to loneliness, even if we yearn for our country, experience our emptiness because we are unable to embrace our mother, or we miss the estranged couple or the absent son. We will return to bring bright decorations, smells and warmth of home, singing Christmas carols rooted in the true life that is born of fraternity.





AUPRÈS DES SANS FOYER

Il y a 19 ans, la communauté des sœurs SSCC de Salamanque cédait une partie de ses locaux à la Caritas Diocésaine, le Centre P. Damian, afin de lancer un projet d’accueil pour les sans-foyer. Depuis lors, notre vie de communauté a été complètement transformée et marquée dans sa propre identité par ce que nous apporte notre engagement  comme éducateurs, bénévoles et surtout comme bons et simples voisins, dans une relation permanente, partageant notre vie quotidienne avec les personnes à la recherche d’un toit, pour commencer une nouvelle étape de leur vie. Actuellement, la communauté se compose de 5 sœurs : Rosario, la plus ancienne, Teresa, Felipa, Elena et Mercedes. Dans la banlieue  de la ville de Salamanque vit une autre communauté de sœurs SSCC. Ces sœurs participent également au projet. C’est une présence qui démontre qu’une collaboration peut exister entre les différentes institutions, ecclésiales d’un diocèse et  religieuses. Je vais donc essayer de vous dire quelque chose de ce que nous vivons ici.

J’écris ces lignes en un  moment particulier. Aussi me viennent à l’esprit les nombreuses actions menées par la campagne en faveur des sans-logis, cette année, avec le thème : « Nous sommes des personnes, nous avons des droits. Personne sans foyer ». Une campagne dédiée à rendre plus visibles les difficultés que les gens sans-foyer rencontrent chaque jours  pour accéder et bénéficier de leurs droits les plus fondamentaux (santé, logement, participation, protection sociale, etc.). Je suis en train d’écrire à Salamanque qui se trouve en pleine vague de froid et, pour ne pas me distraire de l’essentiel, il se trouve qu’hier est décédée Caty, une de nos amis avec qui nous avons beaucoup partagé durant de longues années.

Je pourrais commencer ce texte en donnant une définition de ce qu’est une personne sans-foyer et vous dire que c’ est une situation très dure, parce que nous sommes un monde très complexe, varié, composé de personnes d’âge, d’ itinéraires et de situations très diverses. Autrefois nous disions que les raisons de se trouver sans logis, en un sens très  large de vivre dans la rue, étaient dues à des situations très exceptionnelles ou à des histoires de marginalisation radicale. Aujourd’hui, les circonstances qui conduisent à la rue touchent plus de monde et se sont généralisées: une expulsion, des tensions familiales insolubles, la perte d’un emploi, la maladie, une addiction... circonstances qui, sans aide appropriée, entrainent des personnes d’une vie « normale », à devenir des personnes  dépourvues de tout. Sans compter que parmi les personnes sans-logis il y a aussi des étrangers, des réfugiés ou des récents sortis de prison. Pour résumer on peut dire que vivre dans la rue,  contrairement à ce que l’on pense ou juge, c’est très rarement  un choix.

Je pourrais vous déclarer solennellement que ne pas avoir un foyer c’est pire que  ne pas avoir de maison. En fait, c’est une vie rude et dangereuse ; C’est une lutte quotidienne pour survivre (chaque année, beaucoup de gens meurent de misère ou de froid dans les villes du monde) ; C’est, avant tout, aller sans racines affectives, c’est ressentir l’indifférence de l’environnement, c’est passer d’une auberge à l’autre avec les pieds endoloris et le cœur faussement rassuré avec des programmes éducatifs et techniques, des mesures politiques et des protocoles de n’importe quoi !...

Je pourrais aussi tenter de vous convaincre rapidement en vous disant que ce n’est pas un choix de vie en liberté, car qui vit sans maison, sans aucune maison vit dans une situation de grande vulnérabilité. En effet on est amené à dépendre de tout le monde, même pour les besoins de première nécessité, exposé à toute agression, au froid, à l’humiliation d’être exclu même de la rue, du pays, et d’être considéré personne non grata.

Tout ce qui précède et je pourrais en dire bien plus encore, c’est la réalité. Mais en ce moment pour moi parler des sans-logis, a un sens particulier car c’est à partir de ce lieu de présence SSCC, et j’en parle pour ce qu’ils sont vraiment : des amis et des compagnons de route. Notre vie quotidienne est définie par et pour eux, nos voisins : notre programme communautaire y compris les imprévus, notre prière, nos conversations,... Ce n’est pas un travail, même si nous prévoyons de nous former, de réviser nos activités, de programmer une méthodologie et des objectifs professionnels.

Pour les religieuse SSCC, appartenir à la grande famille du Centre P. Damian en faveur des sans-logis  nous permet de vivre notre vocation de réparation. Il nous est relativement facile de vivre concrètement notre charisme et  trouver du sens à ce que nous faisons, ce que nous ressentons, ce à quoi nous compatissons. Nous contemplons facilement le Christ dans ces vies écartelées ; nous vivons en cheminant avec ces frères et sœurs qui ont un nom et un visage concret. Ils ont vécu certaines étapes de leur histoire de manière très dure et douloureuse, mais surtout ils portent en eux le désir de vivre dignement, d’ouvrir de nouveaux horizons à leurs rêves et surtout pouvoir mettre en œuvre leurs dons et aptitudes pour mener à bien leurs projets. Nous annonçons que nous découvrons l’amour de Dieu et que le changement vers une vie meilleure est possible, promesse que porte chaque être humain. Je veux vous parler un peu de tout cela.



Abderraman , adolescent et joueur, va  avec son  sac à dos plein de rêves qui lui ont ouvert un monde de possibilités en le faisant sortir des campements du Sahara et le conduisant jusqu’en Espagne un jour de vacances d’été. Il revint une autre fois en l’Espagne mais pas pour des vacances, dans une famille préparée, pas pour l’aventure mais pour étudier. Qui veut bien accueillir son rêve ?

Ana, qui a laissé la drogue pour retrouver sa fille de 2 ans et qui a pris le risque de s’engager avec son compagnon de programme thérapeutique. Ils sont sortis de la maison d’accueil pour former une famille heureuse. Ils me parlent de tendresse dans cette affaire, avec un regard délicat sur les blessures de l’autre pour pouvoir tenir leur un projet commun.

Fausto va lentement, trainant un chariot déglingué mais indispensable. Il y porte un autel avec ses objets de dévotions de bon orthodoxe. Il l’expose à la contemplation de tous, il ne cache pas sa foi. La raison de sa honte c’est autre chose : boire, mais il ne le reconnaît pas… par contre il a  un bon feeling avec les gens qui viennent au supermarché et qui lui laissent toujours quelque chose qu’ils déposent sur son autel. Lui m’apprend à bénir et à ne pas maudire ceux que l’on croise sur le chemin.

Nous cheminons avec Andrei, avec son sac «  dernier modèle » qui porte des annonces publicitaires, parce qu’on lui a dit que c’était ça la liberté de l’Europe capitaliste face au modèle de sa patrie de l’Europe de l’Est. Il rêve d’être un de plus dans cette société, de ne pas être privé de ses aspirations parce qu’il est pauvre et étranger.

Nous  cheminons aussi  avec Pepe l’effronté, qui sort de prison, fier d’avoir « payé » pour le mal qu’il a fait ; Il n’a pas honte d’être analphabète, ni de prier et de demander à Dieu de le protéger. Il rêve de ne plus rechuter dans la délinquance, de ne pas être manipulé et abusé une fois de plus. Et d’oublier la vengeance et la violence qu’il a subies enfant, en espérant être apprécié et qu’on puisse compter sur lui.

Nous avons cheminé aussi avec Rosa María, dont les mains ne peuvent plus supporter toutes les charges qui l’accablent, pleines  de résilience - résistance, car elle en  a besoin face aux  pièges qui la menacent et mener une vie de prouesses, dans la solitude, le rejet   et tirer le meilleur d’elle-même ; pour souffrir le mauvais traitement de ses partenaires, l’indifférence de l’entourage et le désir de ne pas se déshumaniser.

Nous vivons l’amour de Dieu, quand nous marchons avec Rima, les mains vides ; Elle, qui a passé des années dans l’anonymat, elle nous apprend à nous sentir évangéliquement vulnérables et impuissants ; à respecter son silence et laisser venir le moment où vont jaillir des larmes retenues depuis longtemps, à cause de ses enfants qui l’ont fait sortir des services sociaux.

J’aurais  encore tant de noms et de visages à évoquer pour  continuer à parler de pardon, d’amitié, de solidarité, de vérité, de gratitude, de remerciements ! Nous continuerons d’accueillir et de mettre en chemin  ceux qui nous arrivent avec un simple sac de plastique tout froissé mais débordant d’espérance ; Espérance de l’Avent qui nous entraine à toute vitesse, sans trainer les pieds et accrochées à la Parole pour continuer à veiller, sûres  que Dieu nait de la petitesse, de la banalité, Ce Dieu si humain et si proche qui se permet d’être fragile. Incarné dans notre misère pour que nous puissions le comprendre. Nous fêterons Noël et assis autour de la même table, nous ne laisserons pas place à la solitude, même si l’on s’ennuie de sa patrie, même si l’on sent un vide de ne pas pouvoir embrasser sa mère, si l’on regrette le partenaire qui est au loin ou le fils absent. Nous continuerons de décorer et meubler ce Noël avec des lumières, avec la douce chaleur d’un foyer et des chants de Noël. Nous nous accrocherons à la vraie vie qui naît de la fraternité.




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