Wednesday, February 28, 2018

La pregunta por el sufrimiento. Elementos narrativos y de resistencia.

 Le problème de la souffrance. Éléments de réflexion.

 The Question of suffering: Narration and Resistance (Push-Back) 




José Rodrigo Alcántara Serrano sscc, México


1. El problema en la reflexión teológica

El teólogo alemán Johann Baptist Metz anuncia categóricamente que la pregunta de la teodicea no debe ser eliminada de la reflexión teológica, pero hay que tomar en cuenta que nunca será respondida completamente. Es por excelencia la pregunta de la teología, a saber, “La tarea de ésta pregunta consiste en formular un cuestionamiento a Dios, y crear un concepto de la temporal e impaciente espera de la respuesta que solamente Dios mismo – de cara a esta historia de sufrimiento – podrá 'justificar' un día.”

Esta formulación de Metz puede en un primer momento ser entendida como la invitación a una especie de espera resignada, y sin embargo no lo es. Su respuesta nos abre hacia el horizonte escatológico, el día del Señor, el día de la respuesta de Dios, día en el que el hombre y la historia alcanzarán su sentido pleno, pero que de ningún modo descartan o excluyen los ensayos históricos del hombre en su aquí y su ahora, pues el hombre vive en la tensión – impaciencia activo, vivo, esperanzado.

Münster
La investigación que realicé durante mis estudios de doctorado en Münster explora algunos de esos caminos que le permiten al hombre enfrentar situaciones de sufrimiento resistiendo a él. Para esto se analizaron algunas propuestas ya más o menos conocidas, como el del citado teólogo Metz, pero también de otros teólogos que han seguido explorando ese tema desde la teología. El trabajo sin embargo va más allá del enfoque teológico, ya que toma para su análisis aportes de algunos escritores de nuestro tiempo, que desde la literatura han abordado también el tema del sufrimiento y por tanto le brindan a la teología un camino fértil para el abordaje de un tema tan complejo.

En este artículo no se hace una exposición exhaustiva de los capítulos contenidos en la Tesis, pero se hará referencia a aquellos elementos que son medulares para entender la perspectiva de la investigación y su aporte a la reflexión teológica.

Los cristianos reconocen que su praxis contra el sufrimiento es y permanece parcial. A propósito de esta parcialidad, hay que decir que esta praxis no puede desembocar en una tranquilidad de la conciencia; pues al final, con nuestras acciones, aún cuando sean las más eficientes contra el sufrimiento – se prioriza aquí el sufrimiento ajeno – no acaban con el sufrimiento ni con el mal en el mundo. Y sin embargo hay mucho qué aprender de esos ensayos de superación del sufrimiento.

En nuestro trabajo optamos por el camino de la narración y de la memoria como medios para resistir al sufrimiento. Los tomamos con toda la fuerza que ambos conceptos tienen en la tradición cristiana. No se exponen caminos o soluciones definitivas para el sufrimiento, sino de resistencia contra él usando aquellos medios que son dados a los hombres y mujeres para enfrentar cualquier situación: la palabra que relata lo vivido, y la memoria que resiste a cualquier intento de querer borrar la identidad del hombre y las huellas de su acción en la historia. Es así que este trabajo más que proponer una respuesta a la pregunta por el mal, tiene el carácter de un mensaje que busca sensibilizar a todos a una solidaridad compasiva, a permanecer al lado del sufriente y mostrarle algunos signos de la presencia salvadora de Jesucristo y de su Reino.

En una teodicea de orientación práctica se trata en último término de buscar el sentido de la experiencia. Aquí no se trata de la justificación de Dios ante el sufrimiento, como insinúa la etimología de la palabra teodicea (Theos=Dios, dike=justicia, justificación), sino que se trata de buscar la superación de dicho sufrimiento. Klaus Berger formula así esta situación: "Aquí no se pregunta: ¿por qué todo este sufrimiento? O, ¿cómo pudo Dios permitir algo así? […] Sino que nosotros vemos a personas que, que gritan de dolor, o gritan como nosotros mismos, y queremos saber, cuánto más va a durar esto".

En ese sentido afirma Armin Kreiner, “la reacción inmediata a las experiencias de sufrimiento tendrían que consistir en la protesta y el compromiso contra las causas generadoras de sufrimiento, incluso donde este esfuerzo pudiera parecer inútil, la reacción inmediata no puede ser una explicación especulativa del sufrimiento, sobre todo allí donde no se oye ésta necesidad, sino la solidaridad con los sufrientes“.


2. El aporte de la literatura

Siendo que éste trabajo opta por el camino de la narración y la memoria, se toman textos de dos literatos, a saber, los escritores mexicanos Elena Poniatowska y Javier Sicilia. Hay razones de sobra para elegir a estos dos escritores. Sin duda la calidad de su obra literaria sería ya razón suficiente para analizarlos en un trabajo académico, pero lo que determinó la elección de ellos es su compromiso con la causa de los "sin voz", de los últimos de nuestra sociedad. Ambos, él más que ella, cuestionan también la fe de los cristianos, y al mismo tiempo cuestionan las imágenes de Dios que prevalecen en la religiosidad actual. Su lenguaje está impregnado de la libertad de quien se encuentra con el Dios de Jesús y sabe que con ese Dios podemos discutir, lo podemos cuestionar, protestar ante él, etc. pues es un Dios sensible a nuestras necesidades. Este discurso de protesta puede bien ser un eco del discurso de muchos textos veterotestamentarios. Piénsese en Job, pero se pueden citar también algunos salmos, por ejemplo el Salmo 88,15: "¿Por qué, Señor, entonces, me rechazas y me escondes tu rostro?"

El lenguaje de la literatura le devuelve al hombre su carácter singular. Al mismo tiempo crea esos mundos que aunque impregnados de ficción le brindan al lector la posibilidad de imaginar acciones que él puede poner en práctica en su mundo real. ¿Por qué tienen muchas obras literarias esta facultad? Porque narran la vida; y por tanto se acercan a la realidad con mucha mayor radicalidad que la filosofía o la historia.

Este espacio no alcanza para exponer con detalles la obra literaria y social de los escritores que se analizaron para la tesis, pero baste decir que en el México actual su narrativa y sus acciones son expresión de resistencia ante la fuerte ola de violencia en éste país, así como también sus iniciativas son para muchos familiares de víctimas signo de una esperanza viva, renovada, son la palabra llena de ternura ante el horror de la brutalidad y el odio. En las palabras y acción de ambos hay mucho de Evangelio, hay una buena noticia que merece ser escuchada para hacer eco de ella.



3. Hacia una praxis solidaria contra el sufrimiento

En el enfoque aquí desarrollado el sufrimiento no tiene que ser en primer lugar entendido, sino que tiene que ser resistido y superado. Es así que la praxis juega un papel decisivo. El desafío es claro; más allá de volver a la pregunta de Epícuro o a la sistematización de Leibniz sobre el problema del mal, hay que volver los ojos al sufriente y solidarse con él en sus esfuerzos por superar el dolor y el sufrimiento, y además continuar con el compromiso de buscar dónde está la raíz de tales males para también enfrentarlos y transformarlos.

Sin duda este esfuerzo requiere de un análisis mínimo que nos ayude a mirar con claridad cuáles son las causas del sufrimiento y entonces pensar en acciones todavía más radicales, pues se trata en último término de resistir y transformar sistemas complejos como el económico o el político. Y sin embargo el momento clave de nuestra respuesta se seguirá jugando en el encuentro concreto con el sufriente que está a la vera del camino herido y necesita una respuesta aquí y ahora, el sufriente que pide que nos hagamos prójimos de él. (No puedo dejar de pensar en el terremoto que el 19 de septiembre de 2017 azotó a varias zonas del sur de México y a la misma ciudad de México. Ante tal catástrofe nacieron muchos gestos de humanidad que para algunos significó el renacimiento de la sociedad civil).
  
4. Diversas formas de resistencia al sufrimiento

Las múltiples formas de ayuda a los más necesitados, a los sin voz, a los marginados, son expresión de la respuesta directa al sufrimiento y de protesta ante sus causas. Aun cuando dichos ensayos de resistencia puedan ser llamados “asistencialistas”, hay que decir que más allá de esa denominación injusta, nos encontramos con grupos de gente convencidos de que a la injusticia del mundo no se le puede combatir sin la solidaridad con la persona concreta que viene a ti y te dice: tengo sed, tengo frío, tengo hambre. Esas peticiones tan cercanas prueban nuestra capacidad de justicia y solidaridad; es allí donde puede nacer una historia diferente para una persona. Sin duda existe la necesidad de salir a las calles y a las plazas y hacer esas otras peticiones y protestas en el ámbito público y a niveles que más abarcan; pero sin descuidar la atención directa a estos otros que con su mirada te gritan: ¡cuida de mí!

En el corazón de la ciudad de Münster, Alemania, hay un lugar llamado "Treffpunkt", o sea, 'punto de encuentro'. Es un lugar donde desde hace cuarenta años se reúnen personas socialmente vulnerables, gente sin hogar, sin trabajo, enfermos psíquicos, farmacodependientes, y en los últimos años también migrantes, sobre todo de Europa del este. El Treffpunkt es un lugar de paz localizado en el sótano de la casa de noviciado de las Hermanas de la Misericordia; donde muchos hombres y mujeres pueden reposar unas horas y encontrar la paz que en el centro de la ciudad de la paz (Münster, la ciudad de los tratados de la paz de Westfalia) muchas veces no encuentran.

Se atienden alrededor de 40 personas por día. Sólo se sirven desayunos y almuerzos por una suma simbólica; las personas que aquí llegan pueden permanecer en éste pequeño espacio disfrutando de un ambiente de tranquilidad, y además con la posibilidad de ser escuchados por alguno de los voluntarios que aquí trabajan. El Treffpunkt es sin embargo incómodo para mucha gente, pues es un lugar que reúne a los "problemáticos" de la sociedad, a los que deberían estar a las afueras, a los que la sociedad no quiere ver, pues muestran que este sistema y sus estructuras han fallado.

Lugares como el Treffpunkt nos recuerdan que las promesas de la modernidad y de la era más tecnologizada de la historia no han sido capaces de cubrir las necesidades mínimas de muchos seres humanos; y nos recuerdan también que hay un imperativo cada vez más urgente: ¡recordar! ser y hacer memoria; recordar nuestra humanidad, recordar a nuestro prójimo; contar esas historias de ellos y por medio de estos relatos sensibilizar a otros. ¿No son estas actitudes las que nos devuelven la experiencia de ser humanos y hermanos?

La resistencia al sufrimiento es una tarea de todos y de cada día. No hay un único camino para enfrentarlo, y sin embargo llevamos en nosotros un tesoro enorme que nos capacita para hacerle frente al sufrimiento en sus diversas formas y con sus diversos rostros: el amor compasivo y solidario que brinda consuelo al sufriente y le da un poco de esperanza. De esa esperanza inquieta y dinámica que nos lleva a tejer otro tipo de relaciones nace una experiencia del Reino en el que la justicia se puede de verdad saborear y en donde la lógica del mal que produce dolor y sufrimiento no tiene ya cabida.   


Le problème de la souffrance. 
Éléments de réflexion. 



1. Problème pour une réflexion théologique

Le théologien allemand Johann Baptist Metz affirme catégoriquement que la question de la théodicée ne doit pas être éliminée de la réflexion théologique, mais il faut également affirmer immédiatement qu’il n’y aura jamais de réponse définitive. C’est par excellence une vraie question théologique, à savoir que « le devoir, face à cette question, consiste à formuler un questionnement sur Dieu et créer un concept d’attente temporaire et impatiente d’une réponse que Dieu lui-même, seul - face à cette question de la souffrance-  pourra « justifier » un jour. »

Cette formulation de Metz pourrait être comprise au premier abord comme une invitation à une sorte d’attente résignée, mais il ne s’agit pas de cela. La réponse à cette question, nous ouvre un horizon eschatologique, le jour du Seigneur, jour de la réponse de Dieu, jour où l’homme et l’histoire atteindront leur pleine signification, mais qui, en aucun cas, ne veut écarter ou exclure les essais de réponse historiques de l’homme ici et maintenant, car l’homme vit une Tension – Impatience active, vivante, et pleine d’espérance.

Ma recherche durant mes études de doctorat à Münster explore quelques-unes de ces voies qui permettent à l’homme d’affronter des situations de souffrance pour essayer d’y répondre. Pour cela quelques propositions, plus ou moins connues déjà, ont été analysées, depuis celles du théologien Metz susmentionné, mais également celles d’autres théologiens qui ont continué d’explorer ce thème à partir de la théologie. Cependant, ce travail va au-delà de l’approche théologique, car il prend pour analyse les apports d’écrivains de notre temps, qui dans la littérature ont également abordé la question de la souffrance et ainsi offrent à la théologie une voie féconde pour aborder un thème si complexe.

Cet article n’est pas un exposé exhaustif des chapitres de ma thèse, mais il y est fait référence à des éléments qui sont essentiels pour comprendre le point de vue de la recherche et son apport à la réflexion théologique.

Les chrétiens reconnaissent que leur pratique vis-à-vis de la souffrance est et reste toujours partielle. A propos de ce « partiel », il faut bien dire que cette pratique ne doit pas aboutir à une passivité   de la conscience ; en effet, en définitive, même quand on prétend mener des actions efficaces contre la souffrance – on parle ici d’abord de la souffrance des autres – on n’en a jamais fini avec ce problème de la souffrance et du mal dans le monde. Malgré tout il y a beaucoup à apprendre de ces tentatives de luttes contre la souffrance.

 Dans notre travail, nous avons choisi la voie de la narration et de la mémoire, comme moyens de lutte contre la souffrance. Ces deux concepts nous les prenons avec toute la force que leur donne la tradition chrétienne. Il ne s’agit pas d’exposés sur des voies ou des solutions définitives pour en finir avec la souffrance, mais de lutte contre le mal, à l’aide de moyens qui sont donnés aux hommes et aux femmes pour faire face à toute situation : les mots qui relatent le vécu et la mémoire qui résiste à toute tentative d’effacer l’identité de l’homme et les traces de son action dans l’histoire. C’est ainsi que ce travail, plutôt que de proposer une réponse à la question du mal, voudrait être un message pour sensibiliser tout le monde à une solidarité de compassion, rester à côté du souffrant et lui donner des signes de la présence salvatrice de Jésus-Christ et de son Royaume.

En une théodicée d’orientation pratique il s’agit finalement de chercher le sens de l’expérience. Là il n’est pas question de justifier Dieu face à la souffrance, comme pourrait le laisser entendre l’étymologie du terme « théodicée » (Theos= Dieu, dike= justice, justification), Il s’agit bien plutôt de chercher à dépasser cette souffrance. Klaus Berger formule ainsi cette situation : « Ici on ne se demande pas : pourquoi toute cette souffrance ? » Ou, « Comment Dieu peut-il permettre telle situation ? [...] « Mais il se trouve que nous voyons des gens qui crient de douleur, qui crient comme nous-mêmes nous le ferions, et nous voulons savoir, combien de temps cela va durer ».

En ce sens, affirme Armin Kreiner, « la réaction immédiate à l’expérience de souffrance devrait consister en une protestation et à un engagement contre les causes génératrices de la souffrance, même là où cet effort pourrait paraître inutile, la réaction immédiate ne peut consister en une explication spéculative de la souffrance, surtout là où on n’en voit pas la nécessité, mais plutôt une solidarité avec les personnes souffrantes ».


2. Contribution de la littérature

Etant donné que ce travail opte pour la voie de la narration et de la mémoire, nous prenons des textes de deux auteurs, à savoir d’écrivains mexicains Elena Poniatowska et Javier Sicilia. Il y a de multiples raisons pour expliquer le choix de ces deux écrivains. La qualité de leur œuvre littéraire serait déjà une raison suffisante pour les analyser dans un travail universitaire, mais ce qui a déterminé le choix de ces deux auteurs c’est leur engagement à la cause des « sans voix », les oubliés de notre société. Les deux, mais plus lui qu’elle, questionne la foi des chrétiens, et en même temps contestent les images de Dieu qui prévalent dans la religiosité actuelle. Leur langage est imprégnée de la liberté envers Dieu de celui qui rencontre le Dieu de Jésus et qui sait qu’avec ce Dieu nous pouvons dialoguer, nous pouvons questionner, protester, etc. car c’est un Dieu sensible à nos besoins. Ce discours de protestation est bien l’écho de nombreux textes vétérotestamentaires. Pensez à Job, mais on peut également citer certains Psaumes, par exemple le Psaume 88,15 : « Pourquoi, Seigneur, me rejettes-tu, pourquoi me caches-tu ton visage ? »

Le langage de la littérature donne à l’homme son caractère unique. En même temps, il crée des mondes qui, bien qu’imprégnés de fiction, offre au lecteur la possibilité d’imaginer ce qui peut être mis en pratique dans le monde réel. Pourquoi les nombreuses œuvres littéraires ont-elles cette capacité ? Parce qu’elles parlent de la vie ; et donc s’approchent de la réalité beaucoup plus radicalement que ne le font la philosophie et l’histoire.

Cet article-ci n’est pas un espace suffisant pour exposer tout le travail social et littéraire de ces deux écrivains, travail analysé avec précision dans la thèse, mais il suffit de dire qu’au Mexique aujourd'hui leur récit et leurs actions sont l’expression de la résistance à la terrible vague de violence dont souffre ce pays. Et leurs efforts sont un vivifiant signe d’espoir pour de nombreux proches des victimes. Ce sont des mots pleins de tendresse face à l’horreur de la brutalité et de la haine. Les mots et les actions de ces deux auteurs sont vraiment imprégnés d’Evangile. Ils représentent une bonne nouvelle qui mérite d’être écoutée et de s’en faire l’écho.


3. vers une solidarité pratique contre la souffrance

Avec l’approche que nous en faisons ici, la souffrance n’a pas à être d’abord comprise, mais elle est plutôt une invitation à y résister et à être surmontée. C’est ainsi que la pratique joue un rôle déterminant. L’enjeu est clair ; plutôt que de revenir à la question d’Epicure ou à la systématisation de Leibniz sur le problème du mal, il faut tourner le regard vers la personne souffrante et se solidariser avec elle dans son effort pour surmonter la douleur et la souffrance et de plus maintenir son engagement pour déceler la racine de ce mal, y remédier et le transformer.

Il est certain que cet effort exige une analyse minimale qui nous aidera à découvrir clairement quelles sont les causes de la souffrance et réfléchir à des mesures encore plus radicales, car il s’agit finalement de résister et de transformer des systèmes complexes comme l’économie ou la politique. Cependant le moment clé de notre réponse continuera de se déterminer dans la rencontre concrète avec la personne souffrante qui se trouve sur le bord du chemin, blessée, qui a besoin d’une réponse ici et maintenant, et qui nous invite à être son prochain. (Je ne peux pas ne pas penser au tremblement de terre du 19 septembre 2017 qui a frappé plusieurs régions du sud du Mexique et la ville même de Mexico. Face à ces catastrophes sont nés de nombreux gestes d’humanité qui, pour certains ont marqué un sursaut de vie dans la société civile).
  
4. Diverses formes de résistance à la souffrance

Les multiples formes d’aide aux personnes dans le besoin, aux sans-voix, aux marginaux, sont des chemins pour répondre directement à la souffrance et protester contre leurs causes. Même si ces essais de résistance peuvent être qualifiés d’«assistencialisme »,   il faut dire  également que,  mise à part cette qualification injuste, nous rencontrons   des groupes de gens convaincus que l’injustice du monde ne pourra pas  être vaincue  sans une  solidarité avec la personne concrète qui vient à nous et nous dit : J’ai soif, j’ai froid, j’ai faim. Ces demandes si insistantes sont la preuve de notre capacité à la Justice et à la solidarité ; et là peut surgir une nouvelle histoire différente pour la personne. Il est, sans aucun doute, nécessaire de sortir dans la rue et sur les places pour exprimer d’autres demandes et clamer des protestations dans des lieux publics et à des niveaux plus représentatifs ; mais ne cesser jamais de porter   une attention particulière à tous ceux qui nous crie : Prenez soin de moi !

Au cœur de la ville de Münster, en Allemagne, il y a un lieu appelé « Treffpunkt », c'est-à-dire « point de rencontre ». C’est un lieu où depuis quarante ans se rassemblent les personnes socialement vulnérables, sans abri, sans travail, malades mentaux, toxicomanes et ces dernières années aussi des migrants, principalement d’Europe orientale. L’espace est un lieu de paix, situé dans le sous-sol de la maison du noviciat des sœurs de la miséricorde ; où beaucoup d’hommes et femmes peuvent se reposer pendant quelques heures et trouver la paix que bien souvent ils ne trouvent pas dans le centre de la « ville de la Paix » (Münster, ville de la paix des traités de Westphalie).

Environ 40 personnes y sont accueillies chaque jour. On y sert seulement le petit déjeuner et le dîner pour une somme symbolique ; les gens qui arrivent là peuvent y séjourner bénéficiant d’un espace de tranquillité, avec également la possibilité d’être écoutés par un des bénévoles qui travaillent ici. Le Treffpunkt est cependant incommode pour beaucoup de gens, car c’est un lieu où se retrouvent des gens « à problèmes » pour la société, qui devraient être hors de la ville, que la société ne veut pas voir, car leur présence démontre que le système actuel avec ses structures ont échoué.

Des endroits comme le Treffpunkt nous rappellent que les promesses de la modernisation et que les espaces les plus technicisés de l’histoire ne sont pas en mesure de répondre aux besoins minimums de nombreux êtres humains ; ils nous rappellent aussi qu’il y a un impératif de plus en plus urgent : Souvenez-vous d’être et de faire mémoire ; souvenez-vous de notre humanité, souvenez-vous de votre prochain ; contez l’histoire de tous ces gens et à partir de là sensibilisez-en d’autres. N’est-ce ces attitudes qui raviveront notre expérience d’humains et de frères ?

La lutte contre la souffrance est une tâche de chaque jour. Il n’y a pas de recette unique pour l’affronter, mais nous portons en nous un immense trésor qui nous permet de faire face à cette souffrance qui se présente à nous sous différentes formes et divers visages : l’amour de compassion et de solidarité, capable d’offrir soulagement et espérance. De cette espérance inquiète et dynamique qui nous conduit à tisser d’autres types de relations, naît une expérience du Royaume où la justice peut vraiment se savourer et où la logique du mal qui produit douleur et souffrance n’a plus de place. 




The Question of suffering: Narration and Resistance (Push-Back)
  
1. The Problem for Theology
The German theologian Johann Baptist Metz announced categorically that theodicy doesn’t need to be eliminated from theological reflection but needs to take into account that the question will never be answered completely. Better stated the issue for theology is: “The task is to formulate a questionnaire for God to answer and to create an awareness of the long and impatient wait for an answer that only God can one day justify- in face of this history of suffering.”

The response of Metz could appear at first to be taken as an invitation to a resigned waiting, on and on and on. But it is not. His answer opens us up to an eschatological horizon, the Day of the Lord, the day that God answers, the day humankind and history reaches its full meaning. This horizon neither rules out nor excludes historical attempts in the here and now. A human being who is active, living, hoping lives in the tension-impatience!

The investigation which made up my doctoral work in Münster, explored some of those steps which permit a man or woman to confront suffering by pushing back. The exploration looked at many proposals more or less known such as that of Metz and of others who looked at it from within theology. My work analyses contributions from some contemporary writers who have approached suffering; thus it goes beyond the theological focus and offers to theology a fertile way to get at a truly complex theme.

This article is not an exhaustive exposition of the contents of the thesis but limits itself to some of the marrow to explain the point of view in the investigation and its impact on theological reflection.

Christians are aware that action against suffering is and remains partial. That partiality, it is important to say,  cannot flow over into a tranquility of conscience; when all said and done, our actions, even when efficient, against suffering, do not bring to an end to suffering nor to evil in the world end. Nonetheless there is much to learn from these attempts to overcome suffering.

In our work we make an option for the way of narrative and of memory as means to push back on suffering. We take both concepts with all the force they have in the Christian tradition. There are no definitive paths or solutions for suffering but of resistance (push-back), using those means which are given to men and to women to confront any situation: the word that relates what is lived out, the memory that resists any attempts to blot out the identity of humans and the footprints of his activity in history. Thus more than proposing an answer to the question of evil, this work is characterized by a message which seeks to make all aware of a compassionate solidarity, staying by the side of the one who suffers and showing some sign of the saving presence of Jesus Christ and of his Kingdom.

A practical theodicy deals basically with finding meaning in an experience. Here it is not a justification of God in face of suffering as etymologically the word theodicy implies (Theos=God, dike=justification) but it deals with looking to overcome the suffering. This is how Klaus Berger puts it: “You don’t ask here why this suffering? Or how can God permit something like this? […] Rather we are fixed on persons who, crying out in pain want to know as we ourselves want to know: how much longer is this going to go on?”

Armin Kreiner is like minded: "The immediate reaction to the experiences of suffering would have to consist of protest and commitment against the causes that generate suffering, even where this effort may seem useless, the immediate reaction cannot be a speculative explanation of suffering, especially there where this need is not, but solidarity with the sufferers. "

2. The Contribution of Literature
With the choice made of narration and memory as the way to go, I looked into the work of two Mexican writers, Elena Poniatowska and Javier Sicilia. There are many reasons to choose these. The quality of their writing would be reason enough to analyze them in an academic work; however the determining factor in their selection was their commitment with those who are voiceless, the down-and-outs of our society. Both, he more than she, question Christians’ faith at the same time that they question images of God which prevail in current religiosity. Their language is impregnated with the freedom of one who encounters the God of Jesus and of one who knows that with this God one can discuss, question, protest since God is attentive to our needs. The protest discourse echoes the discourse of many in the Old Testament. Think of Job but one could also cite the psalms, think for instance of Psalm 88:15 “Why then God do you reject me and hide your face?”

Literature restores what is characteristically human. At the same time literature creates worlds although fictional, which offer the reader the possibility of imagining actions which he or she can put into practice in their real world. Why do many literary works have this facility? Because they narrate life and they get closer to what is real a lot more radically than either philosophy or history.

Here is not the place to expose the details of the literary and social work of these authors which are analyzed in the dissertation. Suffice it to say that for Mexico as things are today, their narrative and actions are expressions of push-back against the tidal wave of violence in this country. The writers’ initiatives are a sign of hope and of life renewed for the family members of victims. They are words of tenderness in face of the horror of brutality and hatred. There is much of the Gospel in the words and actions of both authors, good news which deserves to be heard and reechoed.

3. Towards a praxis in solidarity against suffering
In the perspective developed here, suffering must not only be first understood but also pushed back against and overcome. In this way praxis plays a decisive role. The challenge is clear; more than going back to the question of Epicurus or the systemization of Leibnitz on the question of evil, one turns one’s eyes to the suffering person and joins forces with him or her to overcome the pain and suffering and besides to continue in the commitment to search the root of this evil in order to confront and transform them.

Without doubt this effort requires a minimum analysis which helps us to look with clarity at the causes of the suffering and then to think of actions ever more radical. It is ultimately about resisting and transforming complex systems such as the economic or political. However, the key element of our response comes in the concrete encounter with the suffering person who is hurting on the side of the road and needs a response here and now. The person who is suffering is asking that we make ourselves his or her neighbor. (I cannot pass over mentioning the earthquake of September 19 2017 which slammed many parts in the south of Mexico and even the city of Mexico itself. In face of that catastrophe there were many acts of sheer humanity which for some people signified the rebirth of civil society.)

4. Different Forms of resistance to suffering (push-back)
Many forms of help to the most needed, to those without a voice, to the marginalized are expressions of a direct response to suffering and a protest against its causes. Even when efforts of resistance can be put down‒however unjustly‒ as hand-outs, it must be said that there are people convinced that the injustice of the world cannot be combatted except by solidarity with the concrete human being who comes and say to you: I am thirsty, I am cold, I am hungry. These petitions so close put our capacity for justice and solidarity to the test; this is where an alternate history for that person can be born. Without doubt it is necessary to go to the streets and make these other protests and petitions in the public square and at levels with wider range but without letting go of direct attention to those who with in their appearance are crying out: help me!

At the center of Münster city, Germany, there is a place called Meeting Point, (Treffpunkt). It’s a place where for forty years people have gathered: socially vulnerable, homeless, jobless, mentally challenged, drug addicted and in recent years, immigrants especially eastern European. Treffpunkt is a place of peace located in the basement of the novitiate house of the Sisters of Mercy;   many men and women can rest a while and know a peace which, in the center of the city of peace (Münster the city of the peace accords of Westphalia) they seldom experience.

About forty persons come each day. Breakfast and lunch for a nominal fee. People who come can remain in this small space enjoying some tranquility with the chance that they might be listened to by one of the volunteers who work there. However, for many, Treffpunkt is not the right place to volunteer: since it is a place that draws persons who are problematic, others who cannot be house-bound, those whom society does not want to see, since they show up the system and its structures as having failed.

Places like Treffpunkt remind us of the promises of modernity and that the most technologized era has not been able to meet the minimum needs of many human beings and reminds us of even a more important imperative:  remember! Be and make memories, remember our humanity, take note of our neighbor, tell their stories and by means of these stories, make others also aware. Are not these attitudes those that restore to us the experience of being brother and sister?

The resistance to suffering is a task of all and it is every day. There is no one way to confront it. We carry within ourselves an enormous treasure which makes us capable of facing up to suffering in its many forms and with its diverse faces: a compassionate and caring love which offers solace to the suffering and gives a little hope. From this disquieting but dynamic hope which leads us to weave an alternate type of relationship; there is born the kingdom in which justice can be truly tasted and where the logic of evil which produces pain and suffering has no space.


 
Rodrigo at the Treffpunkt


Monday, February 19, 2018

Ecos SSCC de la visita del papa Francisco

a Perú





Franklin Astorga ss.cc.

La misa con el papa Francisco en Las Palmas

Viví con gran emoción y expectativa los días previos a la visita del papa Francisco al Perú. Cómo no emocionarse cuando todo un país se movilizaba para hablar sobre el Papa, por la televisión, la radio, los periódicos y las redes sociales. Cómo no inquietarse cuando, a unas horas de la llegada del Papa, los fieles de la parroquia te suplicaban que reces por ellos en la santa Misa, bajo el argumento de que “usted padrecito va a estar cerquita al Papa”. Cómo no va a latir el corazón cuando muchos jóvenes ya desde la víspera habían acampado en la zona donde se celebraría la Eucaristía.

Hasta que llegó el día esperado, el domingo 21 de enero, cuando 1,200 sacerdotes nos trasladamos del centro de Lima hasta la Base Aérea de Las Palmas para concelebrar la misa nada menos que con el papa Francisco. Aquella tarde el sol era intenso, pero los gritos, los cantos y las alabanzas de los fieles eran contagiantes y así nos preparábamos para escuchar la homilía. Aquí comparto con ustedes brevemente algunas palabras del Papa: “Dios no se cansa, ni se cansará de caminar para llegar a sus hijos, ¿cómo llegará Jesús a tantos rincones si faltan audaces y valientes testigos? Hoy el Señor te invita a caminar con Él las calles de tu ciudad y así te vuelvas parte de ese gran susurro que quiere seguir resonando en los distintos rincones de nuestra vida: ¡Alégrate, el Señor está contigo!”


Raúl Pariamachi ss.cc.

Detrás de escena

 Me impresionó que miles de personas salieran a las calles al paso del papa Francisco. Y entre ellas mi propia madre, una mujer de casi 88 años que, sentada desde horas antes en una silla plástica, tenía la ilusión de ver al Papa a su paso por la Av. Brasil. Me impresionó también que familias enteras -con sus niños, enfermos y ancianos- asistieran a la misa en Las Palmas (sumando más de un millón de personas). Entre ellas mi sobrino, su esposa y su hijo, quienes esperaron cerca de 18 horas desde la noche anterior para estar en la misa con el Papa. Me impresionó encontrar gente tan sencilla haciendo filas para rezar con el Papa en la plaza de armas.
Mientras contemplaba el rostro esperanzado de estas hermanas y hermanos, resonaron en mí las palabras que Francisco había dicho la víspera en Trujillo: “No se vuelvan profesionales de lo sagrado olvidándose de su pueblo, de donde los sacó el Señor, de detrás del rebaño”.


Pedro Vidarte Enriquez ss.cc.

La visita del Papa Francisco a Perú, en el pasado mes de enero, será posiblemente el acontecimiento más importante que recordará el pueblo peruano al finalizar el presente año.

Encontrándome fuera del Perú he seguido con atención los comentarios sobre la visita a mi país de su Santidad y el coro común era “que diferencia con la visita a Chile”; “cuanta gente en la calle recibiendo al Papa”; “son muy católicos por allá”… Los diarios se concentraron en destacar su defensa de la Amazonía y los pueblos amazónicos y su discurso sobre la corrupción en el mismo palacio de gobierno.

Personalmente me he sentido emocionado y gratamente sorprendido al ver la multitud de personas apostadas en las calles al paso de la comitiva papal y la presencia multitudinaria en las eucaristías que presidió. «Vi una fe que me impresiona.» «Yo digo que este pueblo tiene fe.» «Y eso dice futuro, dice esperanza…». La síntesis que hace el papa, al ser preguntado por su visita a Perú, deja una enorme tarea (re)evangelizadora a toda la Iglesia peruana. A retomar la tarea con renovado ardor evangélico.


Julio Chambilla, ss.cc.

“Eh eh, oh oh, con Francisco a caminar”

Todo inició con un mensaje de texto por whasapp, una curiosidad me llevó a otra, hasta llegar a tramitar el pase de ingreso para la visita del Papa Francisco en Trujillo (La Libertad, norte del Perú). La motivación por parte de mi comunidad también fue un gran aliento para hacer posible mi participación del dicho encuentro con el Papa.

Salí de casa el jueves por la noche para tomar el bus que me llevaría a la ciudad de Trujillo, durante el viaje como todo mortal dormí hasta una hora prudente para luego tomar algunas fotos del paisaje de la cuidad que me acogería por un par de días. Una vez que llegué al terminal, al salir tomé un taxi con dirección a la casa “Hogar de San José”, un lugar donde muchas personas de la tercera edad encuentran un espacio apropiado para compartir su vida con otras personas de su misma edad. Gracias a la gentileza de las hermanas de la Congregación “Hermanitas de los Ancianos Desamparados”, ellos se sienten acogidos y acompañados por Dios, por mi parte solo puedo decir que tuve una buena recepción y una atención fraterna, como si fuéramos de una sola familia.

El resto del día viernes lo aproveché para recoger mi credencial o pase para el encuentro que tendría el papa Francisco con la Vida Consagrada en esta tierra, de paso para conocer algo de la cultura trujillana, para así movilizarme el sábado con más seguridad sabiendo que las calles estarían muy congestionadas ante tanta alegría y expectativa por la visita del Papa.

Llegó el día esperado, después del desayuno me dirigí con dirección a la Plaza principal de Trujillo, a una cuadra se encontraba el Colegio Seminario San Carlos y San Marcelo, por momentos me sentí un diplomático importante porque los policías me abrían paso por las calles para llegar a mi destino. Al dar vuelta a la esquina del colegio me encontré con una fila larga de monjitas, curitas y estudiantes piadosos y piadosas de diferentes congregaciones, después de esperar un par de horas y pasar por diferentes controles me instalé en un lugar prudente con una vista muy agradable. En eso se escuchan unas voces que decían: “llegó el Papa...”, “el Papa está muy cerca…”, “ya entró el Papa Francisco…”. Como es de esperar las fans se enloquecieron de alegría.

Las cámaras, las selfies fueron muy populares antes que iniciase su discurso. Durante el discurso hubo risas, momentos serios y temas que ayudaron a tomar conciencia de nuestra responsabilidad como cristianos. Frases como: “Nuestras vocaciones tendrán siempre esa doble dimensión: raíces en la tierra y corazón en el cielo. No se olviden esto. Cuando falta alguna de estas dos, algo comienza a andar mal y nuestra vida poco a poco se marchita”. “Me gusta subrayar que nuestra fe, nuestra vocación es memoriosa… porque sabe reconocer que ni la vida, ni la fe, ni la Iglesia comenzó con el nacimiento de ninguno de nosotros: la memoria mira al pasado para encontrar la savia que ha irrigado durante siglos el corazón de los discípulos, y así reconoce el paso de Dios por la vida de su pueblo.” “La conciencia agradecida agranda el corazón y nos estimula al servicio. Sin agradecimiento podemos ser buenos ejecutores de lo sagrado, pero nos faltará la unción del Espíritu para volvernos servidores de nuestros hermanos, especialmente de los más pobres”. “Los ancianos necesitan que les vuelvan a brillar los ojos y que vean que en la Iglesia, en el presbiterio, en la Conferencia Episcopal, en el convento, hay jóvenes que llevan adelante el cuerpo de la Iglesia”.

En lo personal me agradó mucho la analogía de las dos pastillas para ser felices en la vida, el cual lo dijo así: “Mira tengo dos “pastillas” que ayudan mucho: una, hablá con Jesús, con la Virgen, la oración, rezá y pedí la gracia de la alegría, de la alegría sobre la situación real; la segunda pastilla la podés hacer varias veces por día si la necesitas, sino una sola basta, mírate al espejo, mírate al espejo: “Y ¿ese soy yo?, ¿esa soy yo? Ja ja ja…”

De retorno a Lima y a pocos pasos de nuestra comunidad de Wilson saludamos al papa Francisco que pasaba en su papa móvil a una velocidad de 40 km por hora. Agradecido con todo lo vivido, me dio mucho gusto ver una foto mía en el portal del Vaticano.