Ecos de la visita del Papa Francisco en Chile
(15-18 de enero 2018)
Violeta
Parra, citada por el Papa en uno de sus homilías en Chile, escribió una
canción en el año 1965, ella cantautora y folclorista chilena reconocida en
toda América Latina, la que tituló ¿Qué dirá el Santo Padre que vive en
Roma?
Y en esta
visita del Papa Francisco por Chile y Perú nos ha dejado impresionado por la
calidad de sus discursos y homilías y por algunos gestos que lo caracterizan y que se
salen del protocolo, como el parar la comitiva y acudir a ver a una policía
(Carabinero) que se había caído de su caballo al espantarse por la algarabía
que se produjo por el paso de la comitiva papal.
Y este
hermano Francisco nos habló e invitó a ser acogedores de los hermanos
migrantes, animó a las mujeres encarceladas a no perder la dignidad, les
habló de paz y respeto reciproco a los ciudadanos de Temuco, a propósito
de la lucha por las tierras ancestrales de los Mapuches y múltiples actos violentos
contra la propiedad, especialmente de las forestales. Y por cierto que
habló a los religiosos, religiosas, seminaristas y sacerdotes, y los
animó en esta hora de crisis debido de nuestra iglesia, debido
entre otras cosas a las críticas que se realizan por los abusos a
menores. Nos llamó a no dejar de lado el testimonio del cardenal Raúl
Silva Henríquez como "defensor inclaudicable a los pobres y la
dignidad humana".
Y el episodio
más polémico y discutido en los medios de comunicación, fue el respaldo al
obispo Juan Barros, acusado por un grupo de víctimas como encubridor de un
sacerdote condenado por el propio Vaticano. Debido a esta
declaración de apoyo, al terminar su paso por Chile, dejó a muchos
laicos y sacerdotes con un mal sabor y en otros muchos, una gran molesta,
dolor y pena. Pero desde el avión que volvía a Roma, nos ha llegado su potente
mensaje que responde al título de esta canción:" "Debo
pedir perdón, porque la palabra "prueba" ha herido a tantos
abusados (víctimas)"... Gracias hermano Francisco porque nos enseñas con
tus aciertos y también con tus errores. Eso humaniza y dignifica su figura de
sucesor de Pedro. A lo mejor a la distancia, solo nos acordemos de
este doble episodio, gracia y pecado conviviendo, como es nuestra propia naturaleza,
ni más ni menos.
Nicolás Viel
sscc Comunidad La Libertad (Argentina)
El Papa Francisco y el encuentro con los jóvenes
La visita del
Papa Francisco dejó “sentimientos encontrados” en la Iglesia y sociedad
chilena. Si bien se vivieron momentos muy multitudinarios y emotivos, las
declaraciones y gestos del Papa en apoyo a uno de los obispos más fuertemente
cuestionados por los casos de abuso, dejó en estado de desconcierto a la gran
mayoría. Uno de estos momentos más emotivos y festivos fue el encuentro con los
jóvenes en Maipú (donde hay un enorme santuario que recuerda una de las
principales batallas de la independencia de Chile).
En este encuentro el Papa
habló a los jóvenes con mucha libertad y valentía. En su intervención invitó a
los jóvenes a “madurar espiritualmente”, lo que significa no aceptar ningún
tipo de injusticia y ser fieles a los sueños que suscita el evangelio en sus
vidas. Utilizando una analogía de la cultura actual los invitó a “estar
conectados” con Jesús, ofreciendo una contraseña cotidiana que no se puede
olvidar "¿Que haría Cristo en mi
lugar?". Sin esta conexión fundamental el corazón empieza a perder
fuerza y pasión. Finalmente los invitó a soñar en grande y a ser protagonistas
del Chile que sus corazones sueñan, porque la fe es una aventura que vale la
pena vivir. El paso de Francisco por Chile y este encuentro en Maipú, fue una
verdadera fiesta y una buena noticia para los muchos jóvenes que ahí estuvieron
presentes.
Guillermo
Rosas sscc Comunidad de Manquehue, Santiago
Chile (un Chile muy distinto al que recibió la visita de Juan Pablo II
en 1987) esperó a Francisco con sentimientos que van desde el entusiasmo hasta
la indiferencia. El mundo católico, a pesar de estar cada vez más reducido y
desencantado de la Iglesia-institución, lo hizo con expectativa y afecto. ¡El
Papa es siempre el Papa! Por parte del pueblo sencillo que acompañó todas las
calles y veredas por donde pasó, hubo muchas muestras de cariño, y mucho
sacrificio de quienes esperaron noches enteras para celebrar la eucaristía con
él. Las homilías, discursos y gestos de Francisco fueron tan sugerentes, ricos
y cercanos como lo que ya conocemos y amamos de este Papa. Darán aún mucho que pensar y hacer.
Pero la visita se vio gravemente empañada por la exposición mediática
del obispo de Osorno, Juan Barros, cuestionado desde su nombramiento por la
acusación de pasiva complicidad con los abusos sexuales y psicológicos del
conocido presbítero de Santiago, Fernando Karadima, hoy recluido de por vida,
con prohibición del ejercicio público de su ministerio. Francisco, urgido por
periodistas, apoyó públicamente al obispo cuestionado, calificó de calumnias
las acusaciones de las víctimas de Karadima y solicitó pruebas de la
complicidad que se le imputa. Sus loables disculpas posteriores no han logrado
sanar el desconcierto que esto ha producido en los sectores más críticos del
catolicismo chileno, y han dejado como balance una visita paradójica: llena de
gestos y palabras admirables, y gravemente manchada por este caso.
Quedé con
sentimientos variados; por un lado tenía mucha esperanza en que reanimara a la
Iglesia Chilena, como institución pública, al tener la oportunidad de mostrar
su mejor cara en las celebraciones y encuentros con personas y rostros del
dolor del Chile de hoy; debido a lo
afectada que está por los escándalos de abuso sexual y complicidad del clero y
obispos; cosa que no ocurrió al verse opacada por la actuación del Papa en la
situación concreta del obispo Barros, acusado de testigo encubridor, al
defenderlo y acusar de calumniosos a las víctimas, a pesar que después en el
avión de regreso a Roma, se corrigió en parte de sus palabras; pero no
destituyó al obispo que ha hecho tanto daño.
Me quedo igualmente agradecido del Papa, por sus homilías, que son
esperanzadoras, y con la alegría de la gente, su esfuerzo y sacrificio para
esperar al Pastor tantas horas y en la fuerza del Espíritu de Jesucristo que
habló por los pobres y sufrientes, especialmente Janet y la hna. Nelly de la cárcel
de mujeres de Santiago y la tarea de reparar y animar al Pueblo de Dios.
La visita del
Papa Francisco fue todo un acontecimiento. La verdad es que es impresionante lo
que pasa en torno a un evento así: la emoción de la gente, el cariño que le
expresaban a Francisco, la alegría de tenerlo cerca. Para mí fue emocionante.
Personalmente
me impresionó la capacidad para conectarse con la gente, de decirles algo
significativo para sus vidas, algo que verdaderamente toca el corazón. Me impresiona
cómo combina tan bien la sencillez y la hondura.
Sigue
fascinándome su manera de ver la Iglesia, fundada en la dignidad y misión de
todos los bautizados. En ese sentido es fuerte su interpelación a ser ministros
sencillos, conscientes de nuestra fragilidad, capaces de hacer que quienes
están con nosotros se levanten, se sientan dignificados. Es atractiva su
invitación a un verdadero protagonismo laical.
La Iglesia de
Francisco es una Iglesia en movimiento: el movimiento de la renovación, de la
búsqueda permanente, del radar para detectar allí donde están los que sufren y
de la libertad para salir a su encuentro.
Es verdad que
hacia el final la visita nos dejó con un sabor amargo, por su incomprensible
postura de no creerle a las víctimas abusadas por el sacerdote Fernando
Karadima, que acusan a Mons. Juan Barros, obispo de Osorno, como encubridor.
Pero, ya vemos como un fruto de la visita el envío de Mons. Charles Scicluna, arzobispo de Malta, que tiene la misión de recabar el máximo de información al
respecto. Es una brisa de aire fresco que nos devuelve la esperanza.
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