The Future of Consecrated Life in Oceania
by Johnathan A. Hurrell sscc (Fiji)
The Pacific Ocean spanning some 165.2 million square kilometers, is dotted with over 30,000 islands. Around 42 million inhabitants, including Australia, New Zealand, Papua New Guinea and the hundreds of smaller states. With just over 25% of the population, Roman Catholicism is the predominant denomination of the predominant Christian religion.
In the midst of this plethora of ‘life’, from the outset, those in Consecrated Life advocated and advanced indigenous values while adhering to Catholic Gospel teaching and principles. In many cases with little to no resources other than what was locally available. Today, in a fast-changing world with new challenges (secularism, climate change, globalization, human trafficking, Indifference), the relevance of Consecrated Life is threatened from within and without.
From within, the decreasing number of religious vocations, (interestingly clerical vocations in the islands, bar Australia and New Zealand, remain stable) as young people seek more lucrative vocations, has left many in Consecrated Life wondering and pondering a future that has changed. There may have to be further changes to remain relevant and vibrant. Increased collaboration with other lay groups has seen a shift in the face of Consecrated Life. Consecrated Life is seeking new relevance while maintaining authenticity to their charisms. This has led to the need for creative structural changes within Consecrated Life, that again seek to honor a noble history and remain effective in a changing world reality. The emergence of local orders has been one of the changes that certainly require further evolution.
From without, globalization, secularism and its economic reality, has seen many in Consecrated Life, struggle to combat many detrimental effects on people. For example, profit driven motives often mean labor and resource exploitation. The people at the bottom of the economic pole are usually those that Consecrated Life attend, serve, and speak for - they are growing in number. Seabed mining and the exploitation of land, sea, and air resources have culminated extra hardships on smaller communities with people’s very livelihood being siphoned away for profit. Faith formation, which seeks to move us away from religiosity to a deeper faith experience has always been a kernel of Consecrated Life and is a constant challenge. This is compounded with many Catholic Schools closing, ministries to the poor and displaced are ceasing – all for lack of resources and personnel. Climate change has impacted the pacific islands with brutality and little to no mercy. Islands that are homes are disappearing and while certainly not the only voice of the voiceless, those in Consecrated Life, closest to the ground are turned to for assistance – spiritual and temporal.
A new hope is with the global ecclesial emphasis on ‘synodality’. While the outcome is unclear and the synodal journey itself murky and messy – it has given license to forge the courage from of old and evolve to face the new challenges of today and on the horizon. The notion that through listening and discerning we can possibly change our structures, decision-making and ways of collaborative ministry to effectively respond – is a breath of new life and new hope. Perhaps a new dawn awaits Consecrated Life.
El futuro de la vida consagrada en Oceanía:
un nuevo amanecer
por Johnathan A. Hurrell sscc,
Presidente de la Conferencia de Superiores de las Islas del Pacífico (CMSPI)
El Océano Pacífico, que abarca unos 165,2 millones de kilómetros cuadrados, está salpicado por más de 30.000 islas. Alrededor de 42 millones de habitantes, incluyendo Australia, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea y cientos de estados más pequeños. Con algo más del 25% de la población, el catolicismo es la denominación predominante dentro del cristianismo.
En medio de esta abundancia de vida, desde el principio, la Vida Consagrada ha defendido y promovido los valores indígenas al tiempo que se adherían a las enseñanzas y principios del Evangelio. En muchos casos, con pocos o ningún recurso, aparte de los disponibles localmente. Hoy, en un mundo que cambia rápidamente con nuevos desafíos (secularismo, cambio climático, globalización, tráfico de seres humanos, indiferencia), la relevancia de la Vida Consagrada se ve amenazada desde dentro y desde fuera.
Desde dentro, la disminución del número de vocaciones religiosas (curiosamente, las vocaciones clericales en las islas, salvo Australia y Nueva Zelanda, se mantienen estables), ya que los jóvenes buscan vocaciones más lucrativas, ha hecho que muchos en la Vida Consagrada se pregunten y reflexionen sobre un futuro que ha cambiado. Puede que haya que hacer más cambios para seguir siendo relevantes y vibrantes. La creciente colaboración con otros grupos laicos ha cambiado el rostro de la Vida Consagrada. La Vida Consagrada busca una nueva relevancia manteniendo la autenticidad de sus carismas. Esto ha llevado a la necesidad de cambios estructurales creativos dentro de la Vida Consagrada, que de nuevo buscan honrar una noble historia y seguir siendo eficaces en una realidad mundial cambiante. El surgimiento de las órdenes locales ha sido uno de los cambios que ciertamente requieren una mayor evolución.
Desde fuera, la globalización, el secularismo y su realidad económica, ha visto a muchos en la Vida Consagrada luchar para combatir muchos efectos perjudiciales sobre las personas. Por ejemplo, el afán de lucro se traduce a menudo en explotación del trabajo y de los recursos. Las personas que se encuentran en lo más bajo del escalafón económico suelen ser aquellas a las que la Vida Consagrada atiende, sirve y por las que habla, y cada vez son más. La minería de los fondos marinos y la explotación de los recursos terrestres, marinos y aéreos han provocado penurias adicionales en las comunidades más pequeñas, ya que se ha desviado el propio sustento de la gente para obtener beneficios. La formación en la fe, que trata de alejarnos de la religiosidad para adentrarnos en una experiencia de fe más profunda, ha sido siempre un núcleo de la Vida Consagrada y es un reto constante. Esto se ve agravado por el cierre de muchas escuelas católicas, el cese de los ministerios para con los pobres y los desplazados, todo ello por falta de recursos y per- sonal. El cambio climático ha afectado a las islas del Pacífico con brutalidad y poca o ninguna piedad. Las islas que son hogares están desapareciendo y, aunque ciertamente no son la única voz de los sin voz, los consagrados, los más cercanos al terreno, son a los que se acude en busca de ayuda.
Una nueva esperanza es el énfasis eclesial global en la sinodalidad. Aunque el resultado no está claro y el viaje sinodal en sí mismo es turbio y desordenado, nos ha permitido forjar el coraje de antaño y evolucionar para afrontar los nuevos retos de hoy y en el horizonte. La idea de que escuchando y discerniendo podemos cambiar nuestras estructuras, la toma de decisiones y las formas de colaboración ministerial para responder eficazmente es un soplo de vida nueva y de nueva esperanza. Quizá un nuevo amanecer aguarde a la Vida Consagrada.
(Publicado en la revista Somos Confer, abril 2023, España)