Friday, November 18, 2016



EL TIEMPO DE “INMERSIÓN” EN LA PREPARACIÓN PARA LOS VOTOS PERPETUOS (2016)

LA PERIODE « D’IMMERSION »  DES FRERES SSCC PARTICIPANT AU PROGRAMME DE PREPARATION AUX VŒUX PERPETUELS (2016)

IMMERSION REPORT OF BROTHERSIN INTERNATIONAL PROGRAM FINAL PROFESSION (2016)



José Rodríguez Caro sscc (Provincia Ibérica)

Como parte del programa para preparación de votos perpetuos, los hermanos SSCC que participan en él, fueron a vivir con familias filipinas en Manila, en concreto en la zona de Bagbag y Bagong Silang. El propósito de tal experiencia fue experimentar la realidad de esta ciudad de manera más honda. La “inmersión”, como normalmente denominamos esta experiencia, duró un mes. El siguiente artículo narra el núcleo de la experiencia de este grupo de hermanos.
"Deja tu país, tu familia y la casa de tu padre,
y vete a la tierra que te mostraré "(Gn 12,1)

Add captionThe 8 brothers with Fr. Boni Payong sscc and Fr. Patris Breket sscc 

Jueves, uno de septiembre, a las 9.00 a. m., los ocho hermanos que formamos parte del programa, nos lanzamos a una experiencia distinta de lo que habíamos vivido y, de alguna manera, especial y desconocida. Después de haber pasado, en nuestra casa actual en Cainta (Manila), dos meses entre estudios, lecciones, momentos para compartir, etc., nos dividimos en dos mitades para pasar todo el mes de septiembre en una inmersión con familias locales y colaborar con la misión congregacional. A pesar de nuestros diferentes puntos de partida, todos esperábamos que fuera un viaje largo y lleno de experiencias. Algunos de nosotros estábamos animados; otros, quizá, un poco asustados; otros, sin expectativas ni prejuicios. Todos coincidíamos en que esta travesía era algo desafiante pero, al mismo tiempo, entrañada de frutos y de sentido.

Ciertamente, nunca es fácil ser acogido en casa ajena. Nuestra fe fue crucial para comenzar adecuadamente y superar las dificultades que tuvimos. Resultó esencial recordar en muchos momentos una cita bíblica: "Cualquiera que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí. Y el que me recibe, no me recibió, sino que recibe al que me envió "(Mc 9, 36). Esta idea no fue sólo para las familias que nos recibieron, sino, además, para cada miembro del grupo.

En general, esta experiencia nos ha permitido comprender mejor la realidad filipina. Quizás, los dos aspectos más llamativos han sido la fe de la gente y la hospitalidad del pueblo filipino. Recibimos un auténtico testimonio de simplicidad. Sin duda, vivir con las familias es un momento de enorme cuestionamiento personal. Y en este sentido, la grandeza de este tiempo, y lo mejor, proviene de la gran oportunidad de haber podido profundizar en la relación con las familias filipinas e intercambiar y compartir nuestra experiencia espiritual y congregacional con ellos.

Bagbag parish
Además, un segundo aspecto que cabría señalar, es la perseverancia de nuestras familias de acogida. Luchaban cada día por salir adelante. Siendo honesto, ninguno de entre las familias era absolutamente pobre, su nivel de vida era sencillo y decente. Considerando esto, es imposible no sentirse en profunda armonía con este tipo de personas. Algunos de nosotros sentimos la irresistible necesidad de llevarlos con nosotros a nuestro tiempo de adoración personal y dar gracias al Señor por cruzar nuestras vidas.

Otro aspecto que cabría remarcar hace referencia a nuestra Congregación. Este mes ha puesto de manifiesto, un poco más, sus fortalezas y debilidades en nuestra misión como congregación religiosa en esta parte del mundo. Queremos destacar el trabajo conjunto entre hermanos y hermanas en Bagong Silang (en especial los programas de alimentación en las dos parroquias), el muy buen servicio sacramental que nuestra Congregación hace... etc. Ciertamente, es exigente, agotador pero, al mismo tiempo, Alentador, esperanzador y una enorme dosis de realidad para nuestras misiones presentes y futuras.


Sin embargo, sería una ingenuidad decir que la experiencia fue perfecta e inmaculada. Este mes ha sido un verdadero éxodo. Bajo la invitación de Dios, fuimos enviados a un lugar desconocido. A veces, a pesar de nuestro afán de hacer lo que sea para ayudar y hacerlo bien, fracasamos. Cada éxodo contiene incertidumbre e implica sufrimiento. Algunos de nosotros pudimos sentirnos tratados como niños en algunos instantes; o acusamos el enorme cansancio; o tal vez, nos reunimos con personas que nos hicieron sentir nuestra presencia como una carga (también dentro de la Congregación). Aunque, a decir verdad, después de todo, podemos descubrir que el sufrimiento y la incertidumbre eran un sufrimiento salvífico y el pequeño esfuerzo que hicimos ayudó en nuestro proceso de maduración. En realidad, esta es la manera real y más poderosa de crecer: descubrir la Gracia en el dolor. Pasar este mes allí ha sido una oportunidad para ponernos como discípulos de Jesús en la realidad a través de lo que Dios nos pide, y descubrir de nuevo, como extranjeros, el deseo de servir con la Congregación en cualquier parte del mundo, con nuestros dones y limitaciones. Además, tenemos que ser críticos con nosotros mismos. Ni nuestra participación ni nuestras palabras fueron siempre perfectas y útiles.


En conclusión, nos gustaría terminar, usando una metáfora, reconociendo el regalo que recibimos. Normalmente, ofrecemos nuestra "casa" cuando está limpia, fresca y ordenada. En realidad, cuando nuestra casa, o nuestra habitación, está desordenada no nos gusta mostrarla y, cuando se requiere, tratamos de ponerla en orden; es decir, cuando lo que queremos mostrar es hermoso y digno de ser visto, estamos dispuestos a hacerlo y mostrarlo muy rápido. Pero, al contrario, cuando la situación es un poco desordenada y un lugar imperfecto, es necesario una auténtico gesto de humildad para abrir nuestra casa, es decir, nuestra vida. En pocas palabras, abrir el corazón para recibir un extranjero significa correr el riesgo de ser vulnerable.




LA PERIODE « D’IMMERSION »  DES FRERES SSCC PARTICIPANT AU PROGRAMME DE PREPARATION AUX VŒUX PERPETUELS (2016)

Une partie du programme de préparation aux vœux perpétuels pour les frères sscc qui y participent a consisté à partager la vie des familles philippines à Manille, spécifiquement à Bagbag et Bagong Silang. Le but de cette expérience était de mieux comprendre la réalité de cette ville. « L’immersion », comme nous appelons habituellement cette expérience, a duré un mois. L’article ci-dessous nous relate ce qui fut le cœur de l’expérience pour ce groupe de frères.

«  Quitte ton pays, ta parenté et la maison de ton père pour le pays que je t’indiquerai «  (Gn 12,1)

Cainta, sscc house
Jeudi, 1° septembre, à 9 heures du matin, nous, les 8 frères qui participions au programme, nous nous sommes lancés dans une expérience différente de ce que nous avions vécu et, en quelque sorte, spéciale et inconnue. Après avoir passé dans notre maison actuelle de Cainta (Manille), deux mois d’études, de cours et de moments de partage … nous avons été séparés en deux groupes pour passer le mois de septembre en immersion dans des familles locales et collaborer à la mission de la Congrégation. Bien que nos points de départ aient été différents, nous espérions tous que ce serait là un long voyage riche en expériences. Certains d’entre nous partaient enthousiastes, d’autres peut-être un peu effrayés et d’autres encore, sans attente ni à priori .Nous pensions tous que cette traversée était un défi mais aussi qu’elle serait porteuse de fruits et de sens.

Il n’est jamais facile, bien sûr, d’être accueilli chez autrui. Notre Foi fut essentielle pour commencer correctement et dépasser les difficultés que nous avons rencontrées. Souvent, il nous a fallu nous rappeler cette citation biblique : «  Quiconque accueille un enfant comme celui-ci à cause de mon nom, c’est moi qu’il accueille  et quiconque m’accueille, ce n’est pas moi qu’il accueille mais Celui qui m’a envoyé ». Cette même citation ne concernait pas seulement les familles qui nous ont reçus mais aussi, chaque membre du groupe.

En  général, cette  expérience nous a permis de mieux comprendre la réalité philippine. Peut-être les deux aspects les plus remarquables ont-ils été la foi des gens et l’hospitalité du peuple philippin. Ce fut un authentique témoignage de simplicité. Partager la vie des familles constitue sans doute un véritable questionnement personnel. Dans ce sens, ce qui fut le plus important et le plus profitable, fut la grande chance d’avoir pu approfondir notre relation avec les familles, d’avoir échangé et partagé notre expérience spirituelle et congréganiste avec elles.

De plus, le second aspect qu’il conviendrait de souligner, c’est la ténacité de nos familles d’accueil. Elles luttaient chaque jour pour s’en sortir. Pour être honnête, aucune de ces familles ne vivait dans la pauvreté absolue, leur niveau de vie était simple mais décent. Il était donc impossible de ne pas se sentir en profonde harmonie avec ces personnes. Certains d’entre nous ont ressenti l’irrésistible nécessité de les inviter à notre temps d’adoration personnelle et de remercier le Seigneur de leur avoir fait partager un moment de leur vie.

Un autre aspect qu’il conviendrait de souligner concerne notre Congrégation. Ce mois a permis de mettre en relief les forces et les faiblesses de notre mission  en tant que Congrégation religieuse dans cette partie du monde. Nous voulons souligner le travail conjoint des frères et des sœurs à Bagong Silang (spécialement les programmes d’alimentation dans les deux paroisses) et  l’excellent service sacramentel que réalise notre congrégation… Tout cela est, bien sûr, exigeant, épuisant mais en même temps encourageant, porteur d’espérance et d’une bien meilleure connaissance de la réalité pour nos missions présentes et futures.

Cependant, il serait bien naïf de dire que cette expérience a été parfaite et sans problème. Ce mois  a  été un véritable exode. A l’appel de Dieu, nous avons été envoyés dans un lieu inconnu. Parfois, malgré notre  désir de bien faire, nous avons échoué. Chaque exode porte son lot d’incertitudes et induit de la souffrance. Certains d’entre nous ont pu, parfois, se sentir traités comme des enfants ou ressentir une énorme fatigue. Parfois aussi, nous avons rencontré des gens qui nous ont fait sentir que nous étions une charge pour eux (même à l’intérieur de la Congrégation). Cependant, à dire vrai, nous avons aussi pu découvrir que la souffrance et l’incertitude  étaient salvatrices et que le petit effort que nous avons fait nous a aidé à mûrir. En réalité, c’est là, la façon la meilleure et la plus puissante de grandir et de découvrir la Grâce dans la douleur. Ce mois a été une opportunité pour nous plonger, en tant que disciples de Jésus, dans la réalité à travers ce que Dieu nous demande et de redécouvrir, comme des étrangers, le désir de servir avec la Congrégation partout dans le monde, avec nos talents et nos limites. Nous devons aussi être critiques envers nous-mêmes. Notre participation et nos paroles n’ont pas toujours été parfaites ni utiles.

Pour conclure , nous aimerions terminer par une métaphore en reconnaissant le cadeau que nous avons reçu . Normalement, nous offrons notre « maison » quand elle est propre, fraîche et rangée. Quand notre maison ou notre chambre est en désordre, nous n’aimons pas la montrer et, s’il le faut, nous essayons de la remettre en ordre c’est à dire que, lorsque ce que nous voulons montrer est beau et digne d’être vu, nous sommes disposés à le faire et à le montrer très rapidement. Au contraire, quand il y règne du désordre et que ce n’est pas parfait, il faut vraiment faire un acte d’humilité pour ouvrir notre maison, c’est à dire notre vie. En deux mots, ouvrir son cœur pour accueillir un étranger, revient à courir le risque d’être vulnérable.



IMMERSION REPORT OF BROTHERS
IN INTERNATIONAL PROGRAM FINAL PROFESSION 2016

As a part of the program final profession (PFP), the brothers sscc who participate in it, went to live with filipino families in Manila. The purpose of such an experience was to experience the reality of this city. “The immersion” as how this experience is usually named, lasted one month. This article tells the core experience of this group of brothers. 


“Leave your country, your family and your father´s house,
for the land I will show you” (Gn 12,1)


Thursday, first of September, at 9.00 a. m., the eight members of the program[1] went to experience something different and somehow special and uncharted for a number of the brothers. After spending two months together, in our present abode, our sscc house in Cainta, in the midst of studies, lessons, sharings…etc., we were divided into two groups in order to spend the whole month of September in an immersion with local families and thus collaborate with the congregational mission.

Despite our different starting points, everyone expected it to be a long month’s journey. Some of us were encouraged; others, a little bit afraid of the experience; others without expectations or preconceptions. Certainly, it would be challenging but, at the same time, the attitude was “it might be a very fruitful experience.”



Certainly, it is never easy to be taken into someone’s home. Our faith was crucial for starting adequately and overcoming any difficulties that we had. It was helpful to remind ourselves of a biblical quote in this regard: “Whosoever shall receive one such child as this in my name, receives me. And whosoever shall receive me, receives not me, but Him that sent me” (Mk 9, 36). This belief was not only for the families who received us, but, furthermore, for every member of the group. On the whole, this experience has allowed us to get a further understanding of the Philippine´s actual state of affairs. Perhaps, the two most striking aspects have been the faith of the people and the hospitality of the Filipino people. We received an authentic witness of simplicity. Without a doubt, living with the families is a time of questioning. And, in this regard, a rich and perhaps the best outcome of the time has been a depth to the relationship and sharing our spiritual and congregational experience with the people.

In addition and certainly not insignificant is the perseverance of the families who hosted us. They struggle every day to move ahead. To be honest, none were absolutely poor; their standard of living was simple and decent. Considering this, it is impossible not to be attracted to this kind of people. Some of us felt the irresistible need of bringing them with us to our personal adoration time and to give thanks to the Lord that they had crossed our lives.

Another aspect makes reference to our Congregation. This month has brought to light, a little bit more, our mission as a religious congregation in this part of the world in both its strengths and weakness. We would like to highlight the joint work between brothers and sisters in Bagong Silang, both feeding programs in the two parishes, the very good sacramental service our Congregation does… etc. Certainly, it is demanding, tiring but, at the same time, encouraging, hopeful and a huge dose of reality for our present and future missions.

Nevertheless, it would be a naivety to say that the experience was perfect and immaculate. This month has been a real exodus. Under God´s invitation, we were sent ... somewhere.  Sometimes, in spite of our eagerness to do whatever in order to help-and do it well-we failed. Every exodus contains uncertainty and implies suffering. Sometimes, some of us could feel ourselves treated as children; or we were tired and running out of strength; or maybe, we met with people who made us feel that our presence was a burden (also inside the Congregation).

After all, we can discover, to tell the truth, that the suffering and the uncertainty was a saving suffering. The small effort we made helped in our maturation process. Actually, this is the real and most powerful way to grow: discovering the Grace in the sorrow. Spending this month in immersion, has been an opportunity to put ourselves as disciples of Jesus  into  the present reality as God asks for us to do, and to discover again, the desire to serve the Congregation in any part of the world, as aliens, with our skills and limitations. Beside, we have to be critical with ourselves. Neither our involvement nor our words were always perfect and helpful.

In conclusion, we would like to finish, using a metaphor, recognising the gift that we received. Normally, we offer our “house” when it is clean, fresh and in order. Actually, when our house, or our room, is messy we do not like to show it. When it is required, we try to put it in order. When what we want to show is beautiful and worthy to be seen, we are willing to show it and to do so very fast. But, quite opposite, when the situation is a little bit messy and an imperfect place, an authentic evangelical humility is needed to open your house, namely, your life. Briefly put, opening your life wholeheartedly to receive an alien means running the risk of being vulnerable. 

We use this metaphor, the reception of the alien, to give thanks to the respective families, as well as other people in Bagong Silang and Bagbag. They decided to host us in their lives, not only in their houses, unconditionally, in disorder and uncertainty, in harmony and joy. We are looking forward to repeating the gentle gesture that we received; that means receive every alien, who is in his personal exodus, and offer him/her the best we have with patience, love and humility.




[1] Br. Maxime (Congo), Br. Carlos (Mexico), Br.Tri (Indonesia), Br. Arul (India), Br. Archie (Philippines) , Br. Dion (Indonesia) ,  Br. Óscar (Chile) and Br. José (Spain). 




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