EL TIEMPO DE “INMERSIÓN” EN LA PREPARACIÓN PARA LOS VOTOS PERPETUOS (2016)
LA PERIODE « D’IMMERSION » DES FRERES SSCC PARTICIPANT AU PROGRAMME DE PREPARATION AUX VŒUX PERPETUELS (2016)
IMMERSION REPORT OF BROTHERSIN INTERNATIONAL PROGRAM FINAL PROFESSION (2016)
José Rodríguez Caro sscc (Provincia Ibérica)
Como parte del programa para
preparación de votos perpetuos, los hermanos SSCC que participan en él,
fueron a vivir con familias filipinas en Manila,
en concreto en la zona de Bagbag y Bagong Silang. El propósito de tal
experiencia fue experimentar la realidad de esta ciudad de manera más honda. La
“inmersión”,
como normalmente denominamos esta experiencia, duró un mes. El siguiente
artículo narra el núcleo de la experiencia de este grupo de hermanos.
"Deja tu país, tu familia y la casa de tu padre,
y vete a la tierra que te mostraré "(Gn 12,1)
y vete a la tierra que te mostraré "(Gn 12,1)
Add captionThe 8 brothers with Fr. Boni Payong sscc and Fr. Patris Breket sscc |
Jueves,
uno de septiembre, a las 9.00 a. m., los ocho hermanos que
formamos parte del programa, nos lanzamos a una experiencia distinta de lo que
habíamos vivido y, de alguna manera, especial y desconocida. Después de haber
pasado, en nuestra casa actual en Cainta
(Manila), dos meses entre estudios, lecciones, momentos para compartir, etc.,
nos dividimos en dos mitades para pasar todo el mes de septiembre en una
inmersión con familias locales y colaborar con la misión congregacional. A
pesar de nuestros diferentes puntos de partida, todos esperábamos que fuera un
viaje largo y lleno de experiencias. Algunos de nosotros estábamos animados; otros,
quizá, un poco asustados; otros, sin expectativas ni prejuicios. Todos
coincidíamos en que esta travesía era algo desafiante pero, al mismo tiempo, entrañada
de frutos y de sentido.
Ciertamente, nunca es fácil
ser acogido en casa ajena. Nuestra fe fue crucial para comenzar adecuadamente y
superar las dificultades que tuvimos. Resultó esencial recordar en muchos
momentos una cita bíblica: "Cualquiera
que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí. Y el que me
recibe, no me recibió, sino que recibe al que me envió "(Mc 9, 36). Esta
idea no fue sólo para las familias que nos recibieron, sino, además, para cada
miembro del grupo.
En general, esta experiencia
nos ha permitido comprender mejor la
realidad filipina. Quizás, los dos aspectos más llamativos han sido la fe de la gente y la hospitalidad del pueblo filipino. Recibimos
un auténtico testimonio de simplicidad. Sin duda, vivir con las familias es un
momento de enorme cuestionamiento personal. Y en este sentido, la grandeza de este
tiempo, y lo mejor, proviene de la gran oportunidad de haber podido profundizar
en la relación con las familias filipinas e intercambiar y compartir nuestra
experiencia espiritual y congregacional con ellos.
Bagbag parish |
Además, un segundo aspecto que
cabría señalar, es la perseverancia de
nuestras familias de acogida. Luchaban cada día por salir adelante. Siendo
honesto, ninguno de entre las familias era absolutamente pobre, su nivel de
vida era sencillo y decente. Considerando esto, es imposible no sentirse en
profunda armonía con este tipo de personas. Algunos de nosotros sentimos la
irresistible necesidad de llevarlos con nosotros a nuestro tiempo de adoración personal y dar gracias al
Señor por cruzar nuestras vidas.
Otro aspecto que cabría
remarcar hace referencia a nuestra Congregación. Este mes ha puesto de manifiesto,
un poco más, sus fortalezas y
debilidades en nuestra misión como congregación religiosa en esta parte del
mundo. Queremos destacar el trabajo conjunto entre hermanos y hermanas en Bagong Silang (en especial los
programas de alimentación en las dos parroquias), el muy buen servicio
sacramental que nuestra Congregación hace... etc. Ciertamente, es exigente,
agotador pero, al mismo tiempo, Alentador, esperanzador y una enorme dosis de
realidad para nuestras misiones presentes y futuras.
Sin embargo, sería una
ingenuidad decir que la experiencia fue perfecta e inmaculada. Este mes ha sido
un verdadero éxodo. Bajo la
invitación de Dios, fuimos enviados a un lugar desconocido. A veces, a pesar de
nuestro afán de hacer lo que sea para ayudar y hacerlo bien, fracasamos. Cada
éxodo contiene incertidumbre e implica sufrimiento. Algunos de nosotros pudimos
sentirnos tratados como niños en algunos instantes; o acusamos el enorme
cansancio; o tal vez, nos reunimos con personas que nos hicieron sentir nuestra
presencia como una carga (también dentro de la Congregación). Aunque, a decir
verdad, después de todo, podemos descubrir que el sufrimiento y la incertidumbre eran un sufrimiento salvífico y
el pequeño esfuerzo que hicimos ayudó en nuestro proceso de maduración. En
realidad, esta es la manera real y más poderosa de crecer: descubrir la Gracia en el dolor. Pasar este mes allí ha sido una
oportunidad para ponernos como discípulos de Jesús en la realidad a través de
lo que Dios nos pide, y descubrir de nuevo, como extranjeros, el deseo de
servir con la Congregación en cualquier parte del mundo, con nuestros dones y
limitaciones. Además, tenemos que ser críticos con nosotros mismos. Ni nuestra
participación ni nuestras palabras fueron siempre perfectas y útiles.
En conclusión, nos gustaría
terminar, usando una metáfora, reconociendo el regalo que recibimos.
Normalmente, ofrecemos nuestra "casa"
cuando está limpia, fresca y ordenada. En realidad, cuando nuestra casa, o
nuestra habitación, está desordenada no nos gusta mostrarla y, cuando se
requiere, tratamos de ponerla en orden; es decir, cuando lo que queremos
mostrar es hermoso y digno de ser visto, estamos dispuestos a hacerlo y
mostrarlo muy rápido. Pero, al contrario, cuando la situación es un poco
desordenada y un lugar imperfecto, es necesario una auténtico gesto de humildad
para abrir nuestra casa, es decir, nuestra vida. En pocas palabras, abrir el corazón para recibir un extranjero
significa correr el riesgo de ser vulnerable.
LA PERIODE « D’IMMERSION » DES FRERES SSCC PARTICIPANT AU PROGRAMME DE
PREPARATION AUX VŒUX PERPETUELS (2016)
Une partie du programme de préparation aux vœux perpétuels pour les frères sscc qui y participent a
consisté à partager la vie des familles philippines à Manille, spécifiquement à Bagbag
et Bagong Silang. Le but de cette
expérience était de mieux comprendre la réalité de cette ville. « L’immersion »,
comme nous appelons habituellement cette expérience, a duré un mois. L’article
ci-dessous nous relate ce qui fut le cœur de l’expérience pour ce groupe de
frères.
« Quitte ton pays, ta parenté et la maison de
ton père pour le pays que je t’indiquerai « (Gn 12,1)
Cainta, sscc house |
Jeudi, 1°
septembre, à
9 heures du matin, nous, les 8 frères qui participions au programme, nous nous
sommes lancés dans une expérience différente de ce que nous avions vécu et, en
quelque sorte, spéciale et inconnue. Après avoir passé dans notre maison
actuelle de Cainta (Manille), deux
mois d’études, de cours et de moments de partage … nous avons été séparés en
deux groupes pour passer le mois de septembre en immersion dans des familles
locales et collaborer à la mission de la Congrégation. Bien que nos points de
départ aient été différents, nous espérions tous que ce serait là un long
voyage riche en expériences. Certains d’entre nous partaient enthousiastes,
d’autres peut-être un peu effrayés et d’autres encore, sans attente ni à priori
.Nous pensions tous que cette traversée était un défi mais aussi qu’elle serait
porteuse de fruits et de sens.
Il n’est jamais facile, bien sûr, d’être accueilli
chez autrui. Notre Foi fut essentielle pour commencer correctement et dépasser
les difficultés que nous avons rencontrées. Souvent, il nous a fallu nous
rappeler cette citation biblique : «
Quiconque accueille un enfant comme celui-ci à cause de mon nom, c’est moi
qu’il accueille et quiconque m’accueille,
ce n’est pas moi qu’il accueille mais Celui qui m’a envoyé ». Cette
même citation ne concernait pas seulement les familles qui nous ont reçus mais aussi,
chaque membre du groupe.
En général,
cette expérience nous a permis de mieux comprendre la réalité philippine.
Peut-être les deux aspects les plus remarquables ont-ils été la foi des gens et l’hospitalité du peuple philippin.
Ce fut un authentique témoignage de simplicité. Partager la vie des familles
constitue sans doute un véritable questionnement personnel. Dans ce sens, ce
qui fut le plus important et le plus profitable, fut la grande chance d’avoir
pu approfondir notre relation avec les familles, d’avoir échangé et partagé
notre expérience spirituelle et congréganiste avec elles.
De plus, le second aspect qu’il conviendrait de souligner,
c’est la ténacité de nos familles d’accueil.
Elles luttaient chaque jour pour s’en sortir. Pour être honnête, aucune de ces
familles ne vivait dans la pauvreté absolue, leur niveau de vie était simple
mais décent. Il était donc impossible de ne pas se sentir en profonde harmonie
avec ces personnes. Certains d’entre nous ont ressenti l’irrésistible nécessité
de les inviter à notre temps d’adoration personnelle et de remercier le
Seigneur de leur avoir fait partager un moment de leur vie.
Un autre aspect qu’il conviendrait de souligner
concerne notre Congrégation. Ce mois a permis de mettre en relief les forces et les faiblesses de notre
mission en tant que Congrégation
religieuse dans cette partie du monde. Nous voulons souligner le travail
conjoint des frères et des sœurs à Bagong
Silang (spécialement les programmes d’alimentation dans les deux paroisses)
et l’excellent service sacramentel que
réalise notre congrégation… Tout cela est, bien sûr, exigeant, épuisant mais en
même temps encourageant, porteur d’espérance et d’une bien meilleure
connaissance de la réalité pour nos missions présentes et futures.
Cependant, il serait bien naïf de dire que cette
expérience a été parfaite et sans problème. Ce mois a été
un véritable exode. A l’appel de Dieu,
nous avons été envoyés dans un lieu inconnu. Parfois, malgré notre désir de bien faire, nous avons échoué. Chaque
exode porte son lot d’incertitudes et induit de la souffrance. Certains d’entre
nous ont pu, parfois, se sentir traités comme des enfants ou ressentir une
énorme fatigue. Parfois aussi, nous avons rencontré des gens qui nous ont fait
sentir que nous étions une charge pour eux (même à l’intérieur de la Congrégation).
Cependant, à dire vrai, nous avons aussi pu découvrir que la souffrance et l’incertitude
étaient salvatrices et que le petit effort que nous avons fait nous
a aidé à mûrir. En réalité, c’est là, la façon la meilleure et la plus
puissante de grandir et de découvrir la
Grâce dans la douleur. Ce mois a été une opportunité pour nous plonger, en
tant que disciples de Jésus, dans la réalité à travers ce que Dieu nous demande
et de redécouvrir, comme des étrangers, le désir de servir avec la Congrégation
partout dans le monde, avec nos talents et nos limites. Nous devons aussi être
critiques envers nous-mêmes. Notre participation et nos paroles n’ont pas
toujours été parfaites ni utiles.
Pour conclure , nous aimerions terminer par une
métaphore en reconnaissant le cadeau que nous avons reçu . Normalement, nous
offrons notre « maison »
quand elle est propre, fraîche et rangée. Quand notre maison ou notre chambre
est en désordre, nous n’aimons pas la montrer et, s’il le faut, nous essayons de
la remettre en ordre c’est à dire que, lorsque ce que nous voulons montrer est
beau et digne d’être vu, nous sommes disposés à le faire et à le montrer très rapidement.
Au contraire, quand il y règne du désordre et que ce n’est pas parfait, il faut
vraiment faire un acte d’humilité pour ouvrir notre maison, c’est à dire notre vie.
En deux mots, ouvrir son cœur pour
accueillir un étranger, revient à courir le risque d’être vulnérable.
IMMERSION REPORT OF
BROTHERS
IN INTERNATIONAL
PROGRAM FINAL PROFESSION 2016
As
a part of the program final profession (PFP), the brothers sscc who participate
in it, went to live with filipino families in Manila. The purpose of such an experience was to experience the
reality of this city. “The immersion” as how this
experience is usually named, lasted one month. This article tells the core
experience of this group of brothers.
“Leave your country,
your family and your father´s house,
for the land I will
show you” (Gn 12,1)
Thursday,
first of September, at 9.00 a. m., the eight members of the program[1]
went to experience something different and somehow special and uncharted for a
number of the brothers. After spending two months together, in our present
abode, our sscc house in Cainta, in
the midst of studies, lessons, sharings…etc., we were divided into two groups
in order to spend the whole month of September in an immersion with local families
and thus collaborate with the congregational mission.
Despite
our different starting points, everyone expected it to be a long month’s journey.
Some of us were encouraged; others, a little bit afraid of the experience;
others without expectations or preconceptions. Certainly, it would be
challenging but, at the same time, the attitude was “it might be a very
fruitful experience.”
Certainly, it is never easy to be taken into
someone’s home. Our faith was crucial for starting adequately and overcoming any
difficulties that we had. It was helpful to remind ourselves of a biblical
quote in this regard: “Whosoever shall
receive one such child as this in my name, receives me. And whosoever shall
receive me, receives not me, but Him that sent me” (Mk 9, 36). This belief was not only for the
families who received us, but, furthermore, for every member of the group. On the whole, this experience has allowed us to get a further
understanding of the Philippine´s actual state of affairs. Perhaps, the two
most striking aspects have been the
faith of the people and the hospitality of the Filipino people. We received
an authentic witness of simplicity. Without a doubt, living with the families
is a time of questioning. And, in this regard, a rich and perhaps the best outcome
of the time has been a depth to the relationship and sharing our spiritual and
congregational experience with the people.
In
addition and certainly not insignificant is the perseverance of the families who hosted us. They struggle every
day to move ahead. To be honest, none were absolutely poor; their standard of
living was simple and decent. Considering this, it is impossible not to be attracted
to this kind of people. Some of us felt the irresistible need of bringing them
with us to our personal adoration time and to give thanks to the Lord that they
had crossed our lives.
Another
aspect makes reference to our Congregation.
This month has brought to light, a little bit more, our mission as a religious
congregation in this part of the world in both its strengths and weakness. We would like to highlight the joint
work between brothers and sisters in Bagong
Silang, both feeding programs in the two parishes, the very good
sacramental service our Congregation does… etc. Certainly, it is demanding,
tiring but, at the same time, encouraging, hopeful and a huge dose of reality
for our present and future missions.
Nevertheless,
it would be a naivety to say that the experience was perfect and immaculate.
This month has been a real exodus. Under God´s invitation, we were sent ... somewhere. Sometimes, in spite of our eagerness to do
whatever in order to help-and do it well-we failed. Every exodus contains
uncertainty and implies suffering. Sometimes, some of us could feel ourselves
treated as children; or we were tired and running out of strength; or maybe, we
met with people who made us feel that our presence was a burden (also inside
the Congregation).
After
all, we can discover, to tell the truth, that the suffering and the uncertainty was a saving suffering. The small
effort we made helped in our maturation process. Actually, this is the real and
most powerful way to grow: discovering
the Grace in the sorrow. Spending this month in immersion, has been an opportunity
to put ourselves as disciples of Jesus into the
present reality as God asks for us to do, and to discover again, the desire to
serve the Congregation in any part of the world, as aliens, with our skills and
limitations. Beside, we have to be critical with ourselves. Neither our
involvement nor our words were always perfect and helpful.
In
conclusion, we would like to finish, using a metaphor, recognising the gift
that we received. Normally, we offer our “house”
when it is clean, fresh and in order. Actually, when our house, or our room, is
messy we do not like to show it. When it is required, we try to put it in
order. When what we want to show is beautiful and worthy to be seen, we are
willing to show it and to do so very fast. But, quite opposite, when the
situation is a little bit messy and an imperfect place, an authentic
evangelical humility is needed to open your house, namely, your life. Briefly
put, opening your life wholeheartedly to receive an alien means running the
risk of being vulnerable.
We
use this metaphor, the reception of the alien, to give thanks to the respective
families, as well as other people in Bagong
Silang and Bagbag. They decided
to host us in their lives, not only in their houses, unconditionally, in
disorder and uncertainty, in harmony and joy. We are looking forward to repeating
the gentle gesture that we received; that means receive every alien, who is in
his personal exodus, and offer
him/her the best we have with patience, love and humility.
[1] Br. Maxime (Congo), Br. Carlos
(Mexico), Br.Tri (Indonesia), Br. Arul (India), Br. Archie (Philippines)
, Br. Dion (Indonesia) , Br. Óscar
(Chile) and Br. José (Spain).
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