Que seamos una Congregación en salida al otro…

Wanderson de Souza Alves sscc, de  27 años. Nació en Río de Janeiro (Brasil). Religioso de votos temporales en preparación para los votos perpetuos. Vive en la casa provincial en Padre Eustáquio, Belo Horizonte, Brazil. Trabaja en la Pastoral Familiar y Catequesis Matrimonial del Santuario de la Salud y de la Paz.

Es este tiempo de mucha sensibilidad con los hermanos de la calle, con los ancianos, con las personas vulnerables. Es el tiempo de llevar a cabo nuestro carisma sagrados corazones. El tiempo de la pandemia es el tiempo de ponernos en las manos del Señor para que Él haga su voluntad y no la de nosotros.

Creo que todos los que forman nuestra congregación están poniendo su tiempo, sus trabajos al servicio de las personas. El tiempo que antes era favorable, ahora es el tiempo en que nos podemos poner al servicio mucho más del otro. Los tiempos de oraciones son favorables en nuestra comunidad. La adoración es propicia para nuestra familia ss.cc., ponernos en presencia del otro, en la cual, muchas personas nos piden oraciones y ese momento es para hacer de nuestra oración y adoración un momento de entrega al Señor. Son muchas peticiones de personas que llegan a nosotros y nosotras.

¿Pero será que estamos viviendo nuestro carisma Sagrados Corazones en ese tiempo de pandemia?

Mucho más que hacer oraciones, creo que nos pone en escucha del hambriento, del que sufre, del que necesita de nosotros y nosotras. No es solo quedarnos en casa y hacer oraciones. Creo que es el momento de nuestra congregación de “salir” de su comodidad. Es hacer de nuestros trabajos un ejemplo del amor de Dios. Es hacer de nuestras llamadas telefónicas, de nuestros vídeos, de nuestras misas, etc., de hacer de esos medios un tiempo de evangelización, que nuestro carisma llegue a todas las personas que nos escuchan desde sus casas. Es el tiempo de ponernos en las manos del Señor al servicio de las personas que nos necesitan. Quizás una palabra, un momento de adoración con el Señor es lo que las personas necesitan.

Creo que en estos días está siendo difícil vivir la misericordia de Dios en el período de pandemia. Muchas personas hablan del tiempo final, que eso es castigo de Dios. Tengo la convicción que no es eso. Lo que estamos viviendo es el fruto de la ganancia, de la corrupción, de los casos males de la humanidad. No es la culpa de Dios, pero es el hombre que quiere hacer de “dios”. Creo que vivir la misericordia requiere salir de sí mismo y tomar partido por el otro. Esto requiere disposición y sintonía con los más necesitados. Vivir la misericordia en ese momento en el cual estamos viviendo requiere una verdadera apertura de la persona al encuentro con el Señor en el hermano que invita a alejar los miedos y poner en práctica el evangelio de vida y de amor de Jesús. La Iglesia no está alejada de las personas que no tienen hogar, que no tienen a nadie para acogerlos. La Iglesia está al servicio, siempre procurando vivir el evangelio de cada día, en la cual, creo que la pandemia nos está poniendo al servicio comunitario dentro de la casa. Colocando el servicio de las primeras comunidades, donde las personas viviendo, compartiendo todo lo que tenían. Eso es el evangelio del día ahora. El compartir con los otros. Que sea el momento de estar con el otro el evangelio de la misericordia, pues Dios es misericordia.

En ese tiempo de pandemia, ser sagrados corazones es evangelizar que el reino de Dios está presente en el mundo en todos los momentos, a todas las personas en sus casas, trabajos, etc. Es confesar y tener la esperanza y la fe en un Dios que es amor. Y al confesar la fe, es hacer un compromiso no solo espiritual sino también social, y comprometerse con los pobres, como Jesús siempre estuvo comprometido con el evangelio, es estar al servicio y dejarse involucrar por el Espíritu Santo.

 La reparación, en nuestra adoración, es mucho más que tener presente a las personas y sus peticiones. Es aceptar el Reino de Dios en el cual está comprometido a ayudar al pequeño que sufre, el que no tiene nada, debemos predicar el evangelio, vivir para el anuncio de un Dios que ama y que nunca excluye a nadie de esta gran gracia, que es la salvación. Al lograr nuestra oración y trabajo siempre debemos preocuparnos por la inclusión de quien no tiene nada, también fue por él que Jesús murió. En esa perspectiva, los problemas sociales de nuestros países deben ser nuestra misión-oración, nuestra vocación sagrados corazones de anunciar y denunciar injusticias, aquí es donde debemos mostrar nuestra fe y poner fin a las estructuras que predican las injusticias, las corrupciones donde el hombre quiere ser más que el otro. En nuestras comunidades, creo que debemos ser animados por nuestros superiores a ser mucho más que solo pastores y hermanos de iglesias y sí ser una congregación sagrados corazones en salida a sus ovejas que sufren. 

Y por fin, que la pandemia de nuestros días no sea mirar al otro, al pobre, al necesitado, como una persona que no tiene hogar, familia, que eso es castigo de Dios. Que la pandemia nos enseñe que el otro es mi hermano, que sufre, que está necesitado de una palabra, la palabra del Señor. Que al mirar a una persona sin trabajo, que no tiene más trabajo, sea el momento de ayudar a esas personas. Creo que ya es hora de cambiar nuestras costumbres, de poner en práctica las enseñanzas del Señor que es amar a todos y todas, y ayudar a quien nos necesita.

Que nuestra congregación sea una familia sagrados corazones en salida al otro. Que el compartir con la familia y con los demás sea el evangelio de día. Que el Señor nos ayude a vivir el evangelio de la misericordia, el evangelio de la alegría, el evangelio del abandono con y en el Señor.