Friday, August 2, 2019

India y su invisible tierra sagrada / India - A hidden holy land










Por Fernando Cordero sscc (Roma)

India, país emergente de significativos contrastes, con geografía diversa, múltiples lenguas y creencias religiosas, ofrece un amplio abanico de situaciones sociales, culturales y políticas. Contemplamos en nuestro viaje por Calcuta, Bangalore y Bhubaneswar que las vacas sagradas cruzan tranquilamente carreteras y caminos, divisamos desde el coche hoteles de lujo y pateamos varias aldeas en los márgenes de esta última ciudad para albergar a los últimos, que son considerados un tabú: los enfermos de lepra.

            La noche de mi llegada a Bhubaneswar, al norte del subcontinente indio a mitad de junio, después de un cálido recibimiento por parte de los hermanos de los Sagrados Corazones que trabajan en esta zona, comenzó un viento huracanado que cortó rápidamente la electricidad de la sede del Damien Social Development Institute (Instituto Damián para el Desarrollo Social). Ajit Baliar Singh ss.cc., director del Instituto Damián, me explica al día siguiente que hacía un mes que el ciclón Fani se llevó por los aires el tejado del edificio, lugar en el que se coordinan todas las actividades sociales y médicas, que aloja una clínica con fisioterapia, laboratorio y revisiones generales. A su vez, en colaboración con el Hospital Central, dan servicio médico a los enfermos de tuberculosis. Ahora toca reparar el techo.



            Ajit es un hombre activo, enérgico, de cuarenta años, que se desenvuelve con total familiaridad por las aldeas de enfermos de lepra que reciben soporte y ayuda del Instituto Damián. Los religiosos ss.cc. de India lo llaman “el segundo Damián”, por su entrega a la causa de los más desfavorecidos inspirado en san Damián de Molokai. “En los momentos de dificultad, que son muchos, me acuerdo del padre Damián”, afirma convencido. Sobre él recae una gran responsabilidad, compartida con un equipo de colaboradores entusiastas, otros hermanos ss.cc., como Radhelal Jatwar o Alexis Nayak, y la ayuda económica que llega de Estados Unidos, Irlanda, Inglaterra o de España. También es un religioso muy querido por los voluntarios que vienen a echar una mano en verano con los niños de las aldeas de enfermos o con otras actividades. “Recuerdo -nos dice Ajit- la ilusión de Mister Paco, de la Parroquia del Buen Pastor de San Fernando o la emoción de Carla, una profesora del Col·legi Padre Damián de Barcelona”.

            Podríamos decir, valiéndonos de una metáfora, que el Instituto Damián es un gran paraguas que cubre siete aldeas de enfermos de lepra, tres dispensarios clínicos, un hostel o residencia para jóvenes, una clínica móvil, un centro para niños sin escolarizar y un telar de mujeres.




Mujeres ante las que descalzarse

            En la aldea Gandhipalli, no muy lejos de la ciudad de Bhubaneswar, viven diez mil personas, muchas de ellas con el bacilo de la lepra. Allí hemos visitado el Telar Aymer, donde un grupo de mujeres que han superado la lepra, trabajan para ganarse la vida y vivir autónomamente. Al escuchar las historias de estas luchadoras que pelean por vivir uno nota que, después de haberse descalzado en templos e iglesias de varias ciudades, hay que descalzarse delante de ellas, porque realmente son tierra sagrada.

Basanti Maharana trabaja en el telar, del que hoy es coordinadora, desde 1992. Está muy feliz con su labor y con lo que supone para una mujer sola poder tirar hacia adelante con el esfuerzo de sus brazos y el sudor de la frente. Por su parte, Kamala Mallah lleva veinticinco años trabajando en el telar. Confía continuar haciéndolo mientras sus dedos se lo permitan, porque la enfermedad merma las articulaciones y desinfla inevitablemente energías. “Es un trabajo paciente pero duro, que nos permite ganarnos la vida por nosotras mismas”, confiesa con convicción. Enérgica con la rueca, elabora gasas, vendas y toallas. En este momento algunas mujeres han tenido que dejar el trabajo, porque sus fuerzas se lo imposibilitaban. Nuevas candidatas podrán sumarse a este proyecto que recarga ilusiones y se convierte en trampolín de sueños, porque desgraciadamente mujer y lepra resultan una combinación todavía más dolorosa y excluyente.



            Ahora toca visitar la zona de Choudwar: con una residencia para jóvenes estudiantes, un dispensario clínico y la aldea de enfermos de lepra de Trinath, donde como en otras aldeas, el Instituto Damián ha construido sus casas. La residencia Coudrin Chhatrabas acoge a doce adolescentes, hijos de enfermos de lepra, a los que se les da gratuitamente la oportunidad de estudiar secundaria y labrarse un futuro. Nos reciben con un ramo de flores Suresh Chandra Roret, coordinador de la residencia, junto con los jóvenes y la cocinera, Kunima Llelai. Suresh destaca el desarrollo de las diferentes habilidades y la personalidad de los estudiantes. Está satisfecho con ellos y se le nota, porque junto a la disciplina se ve que este trabajo le llena vocacionalmente.

            Es bonito escuchar cómo para estos jóvenes Kunima es más que una cocinera: “es nuestra segunda madre”. Ella es una joven viuda que está entregada totalmente a esta causa. Madhusulan Las, de veinte años, siente que la residencia le ha ayudado “para crecer no solo en su nivel de estudios, sino también en otras cualidades como la disciplina, el trabajo duro, el respeto y el amor a los otros”. Madhusulan, Kaghesurar Pradhan o Biswasif Sahuo reconocen que la residencia les va a ayudar a escribir una historia diferente a la de sus progenitores. Ajit me advierte de las varias reparaciones que necesita el edificio de la residencia. Me mira y me lanza en un inglés tamizado por el oria, que es su lengua natal: “Escribe algo sobre esto, a ver si viene alguna ayuda de España”. Ojalá estas pobres letras sirvieran de revulsivo de conciencias y espolearan para sumarse a esta aventura del Instituto Damián.



Terapia multimédica

            En frente a la residencia se erige la Clínica Damián de Chawdar, que atiende a ciento cincuenta pacientes de lepra. Dasarath Sahoo es el enfermero de la misma. Se encarga de dar la medicina a los enfermos y vendar sus úlceras. Se trata de una tarea que compromete con la sociedad, por lo que está satisfecho de llevarlo a cabo. “Estoy feliz de hacer este trabajo”. Hay pacientes con un nivel de contagio más que otros, por lo que han de controlar y dosificar diferente medicación y tratamiento. De ahí que se aplique una “terapia multimédica”. Comprobamos con cuánta delicadeza trata Dasarath a los enfermos, el cuidado al aplicar medicinas y vendajes. En total, ciento cincuenta pacientes se benefician de sus cuidados. Dasarath es hijo de padres enfermos de lepra. Su historia es una preciosa trayectoria de superación.

            Junto a la clínica, cincuenta y seis casas conforman la colonia de enfermos de Trinath. Entramos en la colonia, con un calor sofocante, sintiendo que, de nuevo, pisamos tierra sagrada. Me da cierta incomodidad hacer fotos. Nuevamente Ajit me mira y anima. “¡Adelante! -me digo para mis adentros-, hay que hacer bien el trabajo!”, convencido de que si no damos visibilidad a estas realidades difícilmente podrán ser superadas. Un grupito de doce niños nos acompaña por todo el recorrido. Me acuerdo de la Madre Teresa de Calcuta, que expresaba que la pobreza no va reñida con la belleza. Incluso en una aldea de enfermos de lepra la bella dignidad de las personas está por encima de su sufrimiento y limitaciones: la alegría de los niños, que nos saludan tocándonos los pies, los colores vivos de los saris o las confidencias de un enfermo de lepra a Ajit. En medio del camino nuevamente los rastros del ciclón: un árbol arrancado de raíz que ha dañado una de las viviendas. El director del Instituto Damián me vuelve a repetir: “Esto también habrá que repararlo”.




Hacer visible a los “invisibles”

            En la semana que estoy en Bhubaneswar visito varias colonias. Una tarde nos acercamos a la colonia de enfermos de lepra de Gokhibaba, junto a la vía del tren. Sesenta y siete personas viven en esta zona apartada. Al llegar recibimos unas guirnaldas de flores y nos reunimos con los ancianos. Ajit, Tarini Sahoo -que es un voluntario del Instituto Damián- y un servidor nos descalzamos en una pequeña plaza en el centro del poblado. Allí los enfermos nos cuentan sus problemas y nos piden ayuda. Están agradecidos por todo lo que reciben, pero necesitan nuevas conducciones de agua, el ciclón ha dañado las letrinas y el dispensario. Cuando vamos a irnos, un anciano alza las manos y solemnemente nos da la bendición. Los demás comienzan un animado canto ritual. Me quedo sin palabras. Aquí se percibe sin necesidad de discursos que los pobres son los que más unen al ámbito de lo sagrado.

            Una de las mañanas la dedicamos a los niños del Jagananath Tuition Centre, una sencilla escuela para menores que no están escolarizados formalmente. Es decir, para los niños en situación de exclusión social. Sesenta pequeños, de entre tres y once años, tienen una oportunidad de aprender a leer y escribir, hablar inglés y manejar los instrumentos básicos de la educación. Una de las niñas nos ofrece una preciosa danza. El techo y otras dependencias se han visto también afectadas por el devastador ciclón. “Más reparaciones”, esta vez mi interlocutor es el padre Radhelal.

            Mientras escribo este texto, Ajit me viene con un folio con una lista por delante y por detrás con diferentes necesidades. Me habla de las campañas de prevención de la salud, las campañas médicas que realiza la clínica móvil, los programas de rehabilitación de discapacitados físicos y mentales… Ahora en una asamblea de todos los hermanos ss.cc. de India va a presentar su informe y solicitar ayudas. Creo firmemente que esta obra del Instituto Damián es un milagro de generosidad y confianza. Si algún lector quiere también poner su granito de arena, puede ponerse en contacto con el padre Ajit a través de su cuenta de correo electrónico: ajitss.cc09@gmail.com

            Probablemente, alguno de ustedes se preguntará: ¿qué papel juega el Estado indio en toda esta problemática? Resulta paradójico pero en India la lepra se erradicó oficialmente hace unos años. Al no existir la enfermedad “oficialmente”, los enfermos son “invisibles” para el Estado y no reciben ninguna subvención o ayuda. Una de las misiones del Instituto Damián es hacerlos visibles y reclamar sus derechos como ciudadanos.

            Al terminar mi estancia en este inmenso país donde he tenido el privilegio de se acogido por estas personas “invisibles”, resuenan de un modo nuevo las palabras que Dios dirigió a Moisés, recogidas en el libro del Éxodo: “Descálzate, porque el lugar que pisas es tierra sagrada”.




India - a hidden holy land
Text and photos: Fernando Cordero Morales ss.cc. (Rome)
Translation: Fr Ultan Naughton sscc 

India, an emerging country of significant contrasts, diverse geography, multiple languages ​​and religious beliefs, offers a wide range of social, cultural and political realities. We experience on our trip through Calcutta, Bangalore and Bhubaneswar the sacred cows quietly crossing the roads and walkways; we spot luxury hotels from our car; and we pass several locations on the edge of Bhubaneswar that harbour those on the margins, those considered a taboo: leprosy (Hanson) sufferers.


The night that I arrive in mid-June in Bhubaneswar, north of the Indian subcontinent, and after a warm reception by the brothers of the Sacred Hearts working in this area, a hurricane began that quickly cut off the power to the headquarters of the Damien Social Development Institute. Ajit Baliar Singh ss.cc., ​​director of the Damien Institute, explains to me the next day, that a month ago Cyclone Fani took the roof of the building where the social and medical activities are coordinated, and which houses a clinic that offers physiotherapy, laboratory facilities and general medical assessments. In addition, in collaboration with the Central Hospital, they give medical treatment to patients with tuberculosis. Now a major priority is to repair the roof.





Ajit is an active, energetic man, forty years old, who interacts with complete familiarity with the village leprosy patients who receive support and help from the Damien Institute. The Sacred Hearts (ss.cc) religious from India call him "the second Damien", for his outreach to the cause of the most disadvantaged, inspired by Saint Damien de Molokai. "In times of difficulty, which are many, I remember Father Damien," he says. On Ajit lies a great responsibility, shared with a team of enthusiastic collaborators, other Sacred Hearts brothers, such as Radhelal Jatwar sscc and Alexis Nayak sscc, and the economic aid that comes from the United States, Ireland, England and Spain. Ajit is also a religious very much loved by the volunteers who come in the summer to help with the sick children from the local villages, or to help with other activities. "I remember - Ajit tells us - the amazement of Paco, from the Parish of the Good Shepherd in San Fernando or the emotion of Carla, a professor at the College of Fr Damien in Barcelona".



We could say, using a metaphor, that the Damien Institute is a large umbrella that covers seven villages of leprosy patients, three dispensing clinics, a hostel or residence for young people, a mobile clinic, a centre for out-of-school children and a workshop for women.



Women, before who you must take off your shoes



In Gandhipalli village, not far from the city of Bhubaneswar, live ten thousand people, many of them with the leprosy bacillus. Here we visited the Aymer Workshop (weaving loom), where a group of women who have overcome leprosy, work to make a living and live autonomously. When listening to the stories of these brave women who fight to live, one can’t help but note that, after having taken off ones shoes in temples and churches in several cities, you have to also take off your shoes in front of them, because they really are sacred ground.


Basanti Maharana has been working in the workshop, which she currently coordinates, since 1992. She is very happy with her work and what it means for a single woman to be able to move forward with the effort of her arms and the sweat of her brow. For his part, Kamala Mallah has been working on the workshop loom for twenty-five years. He hopes to continue doing so while his fingers allow it, because the disease reduces joint mobility and inevitably saps ones energy. “It is a patient but hard work, that allows us to make a living for ourselves,” he confesses with conviction. Energetic work requiring moving the spinning wheel, making gauze, bandages and towels. Presently some women have had to leave the workshop, because the effort required made it impossible for them to continue. New candidates may join the project and that gives new hope which becomes a springboard of dreams, because unfortunately women and leprosy are an even more painful and excluding combination.


Now it's time to visit the Choudwar area: here there is a residence for young students, a dispensing clinic and the village of leprosy patients called Trinath, where, as in other villages, the Damien Institute has built the houses. The Coudrin Chhatrabas residence welcomes twelve teenagers, children of leprosy patients, who are given the opportunity for free high school studies, to help them carve out a future for themselves. Suresh Chandra Roret, coordinator of the residence, together with the young people and the cook, Kunima Llelai receive us with a bouquet of flowers. Suresh highlights the aim of developing the different skills and personalities of the students. He is satisfied with them and it shows, because together with discipline you can see that this work fills him vocationally.

It is nice to hear that for these young people, Kunima is more than a cook: "she is our second mother." She is a young widow who is totally devoted to this cause. Madhusulan Las, aged twenty, feels that the residence has helped him "to grow not only in his level of education, but also in other qualities such as discipline, hard work, respect and love for others." Madhusulan, Kaghesurar Pradhan and Biswasif Sahuo recognize that the residence will help them write a story different from that of their parents. Ajit highlights to me the various repairs that the residence building needs. He looks at me and throws me into a spin with English laced with his native language from his region of India as he says: "Write something about this, to see if any help comes." Hopefully these poor words of min will serve to prick the conscience of some and spur them to join this adventure of the Damien Institute.





Multi-medical therapy



In front of the residence stands the Damien Clinic of Chawdar, which serves one hundred and fifty leprosy patients. Dasarath Sahoo is the nurse at the clinic. He is responsible for giving medicine to the sick and bandaging their ulcers. It is a task that engages with all of the society, and for this he is happy to carry it out. "I am happy to do this job." There are patients with a level of contagion greater than others, so we have to control and dose with different medications and treatments. Hence, a "multi-medical therapy" is applied. We see how delicately Dasarath treats the sick, and his care when applying medicines and bandages. In total, one hundred and fifty patients benefit from his care. Dasarath is the son of parents suffering from leprosy. His personal history is a beautiful example of overcoming difficult odds.


Next to the clinic, fifty-six houses make up the sick colony of Trinath. We enter the colony, with a suffocating heat, feeling that, again, we step on sacred ground. It gives me some discomfort to take pictures. Again Ajit looks at me and encourages me. "Keep going” - I say to myself – “you have to do the job well”, convinced that if I do not give visibility to these realities, then they can hardly be overcome. A small group of twelve children accompanies us throughout the tour. I remember Mother Teresa of Calcutta once said that poverty is not at odds with beauty. Even in a village of leprosy patients, the beautiful dignity of people is above their suffering and limitations; the joy of children, who greet us touching our feet; the bright colours of saris; or the confidence shown by a leprosy patient in Ajit. In the middle of the road again we see the effects of the cyclone: a tree uprooted that has damaged one of the houses. The director of the Damien Institute repeats to me again: "This will also have to be repaired."


Make the "invisible" visible

In the week that I am in Bhubaneswar, I visit several leprosy colonies. One afternoon we approached the colony of leprosy patients at Gokhibaba, next to the railway track. Sixty-seven people live in this remote area. Upon arrival we received some flower garlands and meet the elders. Ajit, Tarini Shoo (who is a volunteer at the Damien Institute) and I, take off our shoes in a small square in the centre of the village. There the sick tell us their problems and ask us for help. They are grateful for everything they receive, but they need new water pipes, and the cyclone has damaged the communal toilets and the dispensary. As we leave, an old man raises his hands and solemnly gives us his blessing. The others begin a lively ritual song. I'm speechless. Right now words are not necessary for it is these poor people who are the ones that most unite the realm of the sacred.


One of the mornings is dedicated to the children of the Jagananath Tuition Centre, a simple school for children who are not formally attending any educational facility. By this I mean a school for children in a situation of social exclusion. Sixty children, aged three to eleven, have an opportunity to learn to read and write, speak English and use the basic instruments of education. One of the girls offers us a beautiful dance. The roof and other units in this building have also been affected by the devastating cyclone. "More repairs needed" but this time my interlocutor is Father Radhelal ss.cc.



As I write this text, Ajit comes to me with a page with a list on both sides of different needs. He tells me about health prevention campaigns, medical campaigns carried out by the mobile clinic, rehabilitation programmes for the physically and mentally disabled…


Now it is the assembly of all the Sacred Hearts brothers from India who will present their report and request aid. I strongly believe that this work of the Damien Institute is a miracle of generosity and trust. If any reader also wants to put his grain of sand, he can contact Father Ajit through his email account: ajitss.cc09@gmail.com.



Probably, some of you will ask yourself: what role does the Indian State play in all this problem? It is paradoxical, but in India, leprosy was officially eradicated a few years ago. In the absence of the disease "officially", the sick are "invisible" to the State and do not receive any subsidy or help. One of the missions of the Damien Institute is to make them visible and claim their rights as citizens.


At the end of my stay in this immense country where I have had the privilege of being welcomed by these “invisible” people, the words that God addressed to Moses, reflected in the book of Exodus, resonate in a new way: “Take your shoes off, because the place where you stand is holy ground”.










1 comment:

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