La CASA DE ACOGIDA DE ENFERMOS DE SIDA de Salamanca se abría tal día como el 14 de junio de hace 25 años, de mano de Cáritas Salamanca, la Congregación de los Sagrados Corazones y muchos voluntarios. Su objetivo: dar vida a aquellos tocados por el virus que parecían condenados a morir sin remedio, prolongar su salud en la medida de los posible, dignificar sus últimos años de vida, en muchos casos y apoyar un regreso a la vida normal y social en otros muchos casos.
Jordi Balot (ex ss.cc.), Chano, Celestino y, con ellos, unos cuantos hermanos más después, se establecieron a 20 kilómetros de lo que sería el Proyecto. Desde allí y con Cáritas de la mano, empezaron a acoger a aquella gente que la sociedad no quería ni ver. Al principio en condiciones difíciles, no había ascensor, los primeros enfermos había que subirlos a peso hasta el primer piso, no había mucho presupuesto, los hermanos y los voluntarios hacían cientos de turnos con todo incluido, cuidado de los enfermos y atención doméstica. Poco a poco comenzaron los contratados, gente que había comenzado siendo voluntarios de Cáritas y que fueron quedándose en el proyecto. Poco a poco llegaron las mejoras, ascensor, grúa para cargar enfermos, etc.
Más tarde, nos trasladamos a la Casa Padre Damián, donde las hermanas tienen un proyecto con Cáritas que merece la pena conocer, mientras reformaban el edificio, unos pocos meses más tarde dábamos el salto a la casa que fuera de descanso para los obispos de Salamanca, rebautizada como Casa Samuel para los seminaristas y la PJV Diocesana y de donde tomaría el nombre el Proyecto en su nueva etapa: Casa Samuel… que se ha convertido, a día de hoy, en una referencia para todo Castilla-León.
Y 25 años después, el lunes 24 de junio, celebrábamos ese gran don que ha sido la Casa Samuel para mucha gente; tanto enfermos como voluntarios y contratados. Nadie ha quedado indiferente ante la experiencia de Casa Samuel. Y no es fácil: dos de sus directores acabaron con depresión: ¿por qué? Porque la Casa es muy absorbente, hay que tratar a la gente con guante de seda y a la vez con dureza, con exigencia, pero con cariño, con mano dura y con juego de cadera. En muchas ocasiones no puedes expulsar a una persona, aunque ha incumplido las normas, porque sabes que, a lo mejor le queda poca vida. Tienes que acompañar a la gente, hacer acompañamiento, pero conviviendo con la mentira y el engaño (pues esa es la vida de los consumen droga) pero al mismo tiempo sin herirle, ayudándole a superar y a crecer. Tienes, por fin, que enterrar a algunos en los que has invertido todas tus energías.
Casa Samuel es exigente y se cobra sus facturas. Pero a mí me gusta decir que, sobre todo, es un lugar donde ocurren milagros, donde los trabajadores y voluntarios aprendemos a ser misericordiosos y compasivos, pacientes y perdonantes. Los pacientes aprenden a querer la vida, o, al menos, su propia vida y, donde por primera vez, su vida tiene una orientación y un sentido, una rutina y un camino de superación.
Eso es lo que celebramos hoy, aunque el Obispo Don Carlos no haya podido asistir y tampoco el Vicario General. José Vicente, el párroco y Arcipreste de esta zona, dijo la misa con unción, con cariño y misericordia, novicios y otros guitarristas animaron y dieron vida a la liturgia y toda la Iglesia se encontraba llena de buena gente, amigos de la Casa, personal de Cáritas, voluntarios veteranos y nuevos, jóvenes y viejos… todos sentimos que 25 años de camino son importantes para esta familia.
Después tuvimos el correspondiente ágape en la misma Casa Samuel, decorada, entre todos, para la ocasión. Nunca falta la presencia de Carmen Calzada y Chema, nuestros coordinadores en Cáritas y un buen puñado de Sagrados Corazones. Santiago Angulo ss.cc. se desplazó desde Miranda para representar a Miguel, Garito y Flamarique. Leopoldo, Jose María y Manuel.
Tras el buen hacer de Colli, como director de la Casa, se puso al frente a dos mujeres (Pilar Pérez y Ana Arnés (sobrina de Vicente Arnés).
La cosa terminó en karaoke y muchas risas. Son muchos los buenos deseos y las buenas vibraciones para el futuro de Casa Samuel. Esperamos que siga sembrando esperanza y sonrisas a la vida, mientras esperamos que llegue el día en que el SIDA sea una enfermedad más, como otra cualquiera, que pueda tratarse con normalidad, que no margine a nadie.