Tuesday, October 31, 2017

La Regla de san Benito en la Congregación de los SSCC

La Règle de Saint Benoît dans la Congrégation des SSCC

The Rule of St. Benedict in the Congregation of the SSCC 


Felipe F. Lazcano Hamilton sscc

La comunidad local de la Casa General de los hermanos, en su proyecto comunitario, decidió tener una jornada de retiro al inicio del curso 2017-18. En consonancia con lo que toda la Congregación está viviendo en este año del bicentenario de la aprobación pontificia, el tema que se escogió para el retiro fue la Regla de san Benito. En este “año de las Constituciones” se pensó que sería bueno reflexionar y meditar sobre la regla benedictina, “que es el fundamento de la nuestra”.

La primera persona en quien pensó la comunidad fue David Lavich ocso. A David lo conocemos en la comunidad porque nos ha hecho algunas visitas. Es sobre todo conocido por nuestros hermanos de Estados Unidos, ya que fue miembro de la provincia, habiendo vivido un buen número de años en Japón como sscc. Con el tiempo descubrió que su vocación era la vida trapense. Fue admitido en la orden, fue también, curiosamente, enviado a Japón y desde hace unos años llamado a servir en el gobierno general de los trapenses, en Roma. Era el hombre adecuado, un hombre que vive según la regla benedictina y que conserva su corazón picpuciano. Sin embargo no puedo ser. Justo en esas fechas estaban teniendo el capítulo general de la orden, monjes y monjas conjuntamente, en Asís.

Entonces a nuestro superior local, Camille Sapu, se le ocurrió pedir a un servidor si podría animar este retiro. No dije que no. Y me puse a leer y a preparar algunas páginas. Al final me ha resultado un pequeño folleto que se puede encontrar en la biblioteca de nuestro sitio web, en la sección Espiritualidad SSCC/San Benito/  Os invito a leerlo.         

Comenzaba preguntándome ¿por qué la Regla de san Benito? ¿Qué les llevó a los fundadores a tomarla como base de una futura regla de los SSCC? ¿Cómo una regla de vida contemplativa se hace valiosa para una comunidad nueva y decididamente apostólica? También he tratado de ver, en el conjunto de la Regla, qué hay de particular en los capítulos que el Buen Padre recomienda (en la Carta Circular de 1826). Por último, ofrezco un “decálogo” sobre cómo la Regla de san Benito nos ayuda a vivir hoy nuestra vocación y misión SSCC.


En este post quisiera resaltar solamente dos aspectos que estuvieron particularmente presentes en el diálogo que tuvimos en la comunidad a partir de lo presentado: la obediencia y la humildad. Estos temas son nucleares en la regla benedictina. Son la base de la ascética monástica para configurarse con Cristo. Están en el fundamento de la manera de responder al don de la vocación a la consagración religiosa.

De hecho, ya en las primeras líneas del Prólogo aparece “el trabajo de la obediencia a Aquel de quien te habías apartado por la desidia de la desobediencia” (Prólogo, 2). “A ti se dirige mi palabra…que renunciando a tus propias voluntades, empuñas las fortísimas y esclarecedoras armas de la obediencia” (Prólogo, 3). La obediencia es el camino para “retornar”  a Dios y alcanzar la plena condición de hijos. El paradigma de la obediencia es el mismo Jesús. La vida monástica, al igual que nuestra vida religiosa sscc, es un camino para despojarse de sí mismo y configurarse con Cristo, para hacer “nuestras las actitudes, opciones y tareas que llevaron a Jesús al extremo de tener su corazón traspasado en la cruz” (Constituciones Art.3). 

      La obediencia, presente en numerosos capítulos de la Regla, recibe un tratamiento más extenso en el Capítulo 5. La manera de concretar la obediencia religiosa en el monasterio posiblemente varíe de cómo nosotros la queremos vivir hoy en nuestras comunidades apostólicas (frecuentemente de pocos miembros). Sin embargo, la actitud de fondo es esencial es para “aquellos que ninguna cosa estiman tanto como a Cristo” (Capítulo 5, 2). La Regla dirige la mirada al interior del corazón. Las motivaciones podrán ser diversas (temor, costumbre…), siendo finalmente el amor a Cristo la decisiva. En el corazón vemos las actitudes con que respondemos. Nuestras Constituciones (hermanos, Art.31-37) nos animan a la responsabilidad y participación de todos en el discernimiento de la voluntad de Dios, con el cometido propio del superior respectivo. El diálogo fraterno y la oración no pueden faltar. Finalmente llega una decisión.

La Regla benedictina invita a ver lo que nos ocurre en el interior, en el corazón, cuando nos toca obedecer, ya sea un cambio de comunidad, de obra, o a las decisiones de los superiores, de los planes comunitarios, etc... Todo lo que tiene que ver con la indecisión, las quejas, la lentitud, el poner trabas, los fastidios, las murmuraciones, la agitación de otras personas… todo eso no ayuda a la misión, quita fuerza a la libertad interior y mérito (generosidad, amor) al acto de obediencia.

            Intrínsecamente unida a la obediencia encontramos la humildad. Así, al inicio del Capítulo 5, la Regla dice: “El primer grado de humildad es una obediencia sin demora”. Es en el Capítulo 7 donde la Regla desarrolla el tema de la humildad. San Benito usa la expresión “grados”, que hay que entender como facetas diversas de la humildad, maneras de ejercitarla, que pueden darse simultáneamente. El primer grado, característico de san Benito, marca la atmósfera para vivir la humildad: ponerse siempre ante la presencia de Dios y buscar obedecer su voluntad. Es la base de la humildad cristiana. Hay un realismo en la consideración de la condición humana y una confesión de la trascendencia y omnipresencia de Dios, que penetra lo más profundo del corazón del ser humano.

El ser humano viene del “humus” (raíz del término humildad), de la tierra, creado por Dios que le da  la vida y le abre también a la vida eterna. Se parte del “temor de Dios” para ir llegando, por la purificación que otorga la humildad, a ser suplido por el simple amor. El segundo grado (manifestación) insiste en la necesidad de buscar en todo la voluntad de Dios, sabiendo que la búsqueda de la propia voluntad puede ser el origen de la deshumanización.

Cuando pensamos en esta atmósfera de religación con Dios en nuestro contexto actual se nos plantean enormes dificultades. No es extraño que la humildad (y la obediencia) sean virtudes contraculturales. Y que sean difíciles también entre nosotros, religiosos, porque nos afecta igualmente el olvido de Dios, el ateísmo larvado, la crisis de los sagrado, el “desencanto” del mundo (ciencia, técnica, razón son suficientes). Una atmósfera que es caldo de cultivo para el individualismo, para la tentación de la auto-realización, para los protagonismos (de la modernidad prometeica) o para el narcicismo resignado (postmoderno). Igualmente se debilita el sentido del pecado, se entra fácilmente en un relativismo moral y valórico. Añadamos la sensualidad y la concupiscencia ambiental. Con este mar de fondo no es extraño que la humildad nos cueste trabajo. Nos hace falta mucha ayuda para permanecer en una actitud radical de fe y de búsqueda de la voluntad de Dios en todas las cosas. Sobre todo en momentos críticos de nuestra vida se alza la pregunta fundamental: ¿quién controla mi vida? ¿quién decide mi vida?


  San Benito hace muchas otras consideraciones interesantes sobre la humildad, pero aquí no hay espacio para comentarlas. Para él aquí reside lo esencial de su Regla. Lo demás es desarrollo estos estos principios. Justamente para el Buen Padre las virtudes de la obediencia y la humildad son fundamentales para vivir la vocación sscc. En numerosas cartas las recomienda a los hermanos y hermanas. Los capítulos de la Regla que recomienda en la carta circular de 11 de febrero de 1826 son precisamente los que ponen el énfasis sobre todo en la humildad (relacionada con la obediencia y la pobreza).

            Recordemos, para terminar, un par de citas del fundador:

- “La devoción al Sagrado Corazón, la humildad, la mansedumbre, serán las virtudes fundamentales de la Congregación”. (LEBP 2197, Reglamento del Buen Padre, 1798).

- “Os recomendamos sobre todo ese sentimiento de obediencia, que solo hace a los verdaderos religiosos, ese espíritu de pobreza y desapego, que dispone el alma a todos los sacrificios, esa humildad sincera que aleja la murmuración” (LEBP 981, Carta circular anunciando la clausura del 2º Capítulo General, 20.09.1824.)




The Rule of St. Benedict in the Congregation of the SSCC

The local community of the General House of the brothers, in their community project [PARL], decided to have a day of retreat at the beginning of the 2017-18 [September-June] period. In keeping with what the whole Congregation is living in this year of the bicentennial of pontifical approval, the theme chosen for the retreat was the Rule of St. Benedict. In this "year of the Constitutions" it was thought that it would be good to reflect and meditate on the Benedictine rule, "which is the foundation of ours".

As a presenter, the community first thought of David Lavich ocso. We know David in the community because he has made us some visits. It is especially known to our brothers of the United States, since he was a member of the province, having lived a good number of years in Japan as sscc. Over time he discovered that his vocation was Trappist life. He was admitted to the order, curiously sent to Japan and for some years called to serve in the general government of the Trappists, in Rome. He was the right man, a man who lives according to the Benedictine rule and who retains his Picpucian heart. However it was not to be. Just at that time they were having the general chapter of the order, monks and nuns together, in Assisi.

Then it occurred to our local superior, Camille Sapu, to ask a volunteer to animate this retreat. I did not say no. And I started to read and prepare some pages. Finally,  I wrote a small brochure that can be found in the library of our website, in the section Spirituality SSCC / Saint Benedict /    I invite you to read it.



I began by wondering why the Rule of St. Benedict? What led the founders to take it as the basis for a future SSCC rule? How does a contemplative rule of life become valuable to a new and decidedly apostolic community? I have also tried to see, in the whole of the Rule, what is particular about the chapters recommended by the Good Father (in the Circular Letter of 1826). Finally, I offer a "decalogue" on how the Rule of St. Benedict helps us to live our SSCC vocation and mission today.


In this post I would like to highlight just two aspects that were particularly present in the dialogue we had in the community based on what was presented: obedience and humility. These themes are nuclear in the Benedictine rule. They are the basis of the monastic ascetics to be configured with Christ. They are at the foundation of how to respond to the gift of vocation to religious consecration.

In fact, already in the first lines of the Prologue appears "the work of obedience to Him from whom you had withdrawn because of the sloth of disobedience" (Prologue, 2). "To you my word is directed ... that by renouncing your own wills, you take up the strong and enlightening weapons of obedience" (Prologue, 3). Obedience is the way to "return" to God and reach the full status of children. The paradigm of obedience is Jesus himself. Monastic life, like our sscc religious life, is a way to strip ourselves of ourselves and to conform ourselves to Christ, in order to make "our attitudes, options and tasks that led Jesus to the point of having his Heart transpierced on the cross" (Constitutions Art.3).

Obedience, which is present in many chapters of the Rule, is dealt with more extensively in Chapter 5. The manner of practicing religious obedience in the monastery may vary from how we want to live it today in our apostolic communities (often of few members). However, the basic attitude is essential is for "those who esteem nothing as much as Christ" (Chapter 5, 2). The Rule focuses on what is in the heart. The motivations may be different (fear, custom ...), love for Christ being, however, the finally decisive factor. In the heart we see the attitudes with which we respond. Our Constitutions (Brothers, Art. 31-37) encourage us all to take responsibility and participate in the discernment of God's will, with the proper role of the respective superior. Fraternal dialogue and prayer cannot be lacking. Finally we come to a decision.

The Benedictine Rule invites us to see what happens to us in the interior, in the heart, when we have to obey, whether it is a change of community, of work, or the decisions of superiors, community plans, etc. Whatever has to do with indecision, complaints, slowness, setbacks, annoyances, murmurings, agitation of other people ... does not help the mission, deprives the act of obedience of strength to inner freedom and merit (generosity, love).

Intrinsically united to obedience we find humility. Thus, at the beginning of Chapter 5, the Rule says: "The first degree of humility is obedience without delay." It is in Chapter 7 that the Rule develops the theme of humility. St. Benedict uses the expression "degrees," which must be understood as different facets of humility, ways of exercising it, which can occur simultaneously. The first degree, characteristic of Saint Benedict, marks the atmosphere in which to live humility: to stand always before the presence of God and seek to obey his will. It is the basis of Christian humility. There is a realism in the consideration of the human condition and a confession of the transcendence and omnipresence of God, which penetrates the depth of the human heart.

The human being comes from the "humus" (root of the term humility), from the earth, created by God who gives him life and also opens him to eternal life. It is part of the "fear of God" to arrive, by the purification that humility bestows, to be replaced by simple love. The second degree (manifestation) insists on the need to seek God's will in everything, knowing that the search for one's own will may be the source of one’s own undoing.

In our present context, we have enormous difficulties in thinking of reconnecting with God. It is not surprising that humility (and obedience) are counter-cultural virtues. And that they are difficult also among us, religious, because we are equally affected by the forgetfulness of God, larval atheism, the crisis of the sacred, the "disenchantment" of the world (science, technique, reason are enough). This is an atmosphere that is a breeding ground for individualism, for the temptation of self-realization, for protagonism (of Promethean modernity) or for fatalistic (postmodern) narcissism. With an equally weakened sense of sin, one easily enters into a moral and value relativism. Let us add sensuality and ever present concupiscence. With this scenario, it is not strange that humility costs us a lot of effort. We need much help to remain in a radical attitude of faith and seeking the will of God in all things. In these critical moments of our life, the fundamental question arises: who controls my life? Who makes the decisions for my life?

St. Benedict gives many other interesting considerations about humility, but here there is no room for comment. For him the essence of his Rule lies in humility. The rest is developing these principles. For the Good Father the virtues of obedience and humility are fundamental to living the vocation sscc. In many letters he recommends them to the brothers and sisters. The chapters of the Rule recommended in the Circular Letter of February 11, 1826, are precisely those that emphasize humility (related to obedience and poverty).

To close out our reflection, let us recall, a couple of quotes from the founder:

- "Devotion to the Sacred Heart, humility, meekness, will be the fundamental virtues of the Congregation." (LEBP 2197, Rules of the Good Father, 1797).


- "Above all, we recommend you that attitude of obedience, which alone makes the true religious, that spirit of poverty and detachment, which disposes the soul to all sacrifices, that sincere humility that keeps the grumbling  at bay." (LEBP 981, circular letter announcing the closing of the 2nd General Chapter, 20.09.1824.)



La Règle de Saint Benoît dans la Congrégation des SSCC

La communauté locale de la Maison générale des frères, dans son projet communautaire, a décidé de prendre  une journée de retraite au début de l’année 2017-18. En lien avec  ce que la Congrégation vit en  cette année du 200ème  anniversaire de l’approbation pontificale, le thème choisi pour la retraite fut la Règle de Saint Benoît. En cette « année des constitutions », nous avons  pensé qu’il serait bon de réfléchir et de méditer sur la règle bénédictine, « qui constitue le fondement de la nôtre ».

La première personne à qui pensa la communauté, pour nous aider en cette réflexion,  fut David Lavich Ocso. Dans la Communauté, nous connaissons bien David car il nous a plusieurs fois rendu  visite. Il est surtout connu par nos frères des Etats-Unis, puisqu’il a fait partie  de la province, après avoir vécu de nombreuses  années au Japon, comme membre des sscc. Avec le temps, il a découvert que sa vocation était plutôt la vie de trappiste. Il fut admis dans  l’Ordre, et envoyée aussi, curieusement, au Japon et depuis quelques années il a été appelé à servir dans le gouvernement général des trappistes, à Rome. C’était l’homme idéal pour notre projet, un homme qui vit selon la règle bénédictine et garde un cœur de picpucien. Hélas il ne put accepter, car juste à ces dates-là, se tenait  le chapitre général de leur ordre,  moines et moniales en même temps, à Assise.

Puis est venu à notre supérieur local, Camille Sapu, l’idée de  demander à votre serviteur s’il acceptait d’animer cette retraite. Je n’ai pas dit non. Je me suis mis aussitôt à lire, préparer et écrire quelques lignes. En fin de compte je me suis retrouvé avec  un petit livret que l’on peut  trouver dans la bibliothèque de notre site web,  dans la section Spiritualité  SSCC/San Benito  Je vous invite à le lire :

J’ai commencé par me demander : pourquoi la règle de Saint Benoît  dans notre congrégation? Qu’est-ce qui  a conduit les fondateurs à la prendre comme base pour une future règle des SSCC ? Comment une règle de vie contemplative peut-elle être opportune  pour une communauté nouvelle et principalement apostolique ? Egalement j’ai  essayé de chercher, dans l’ensemble de la Règle, ce qu’il y a de particulier dans les chapitres que le Bon Père recommande (lettre circulaire de 1826). Enfin, je  propose un « décalogue » pour montrer comment la règle de Saint Benoît nous aide à vivre notre vocation et notre mission SSCC aujourd'hui.

Dans ce post, je voudrais  souligner seulement deux aspects qui ont été particulièrement présents dans l’échange que nous avons eu dans la communauté à partir  de ce qui est présenté : l’obéissance et l’humilité. Ces thèmes sont centraux  dans la règle bénédictine. Ils sont la base de l’ascèse monastique pour nous configurer au Christ. Ils sont à la base pour répondre au don d’une vocation à la consécration religieuse.

En fait, déjà dans les premières lignes du prologue apparaît ceci : « l’œuvre de l’obéissance à Celui de qui tu t’étais séparé par l’apathie de la désobéissance » (prologue, 2). « A toi s’adresse ma parole...  renonçant à ta volonté propre, tu t’empares des puissantes et éclairantes armes de l’obéissance » (Préface, 3). L’obéissance est le chemin pour« retourner » à Dieu et atteindre la pleine condition de fils. Le paradigme de l’obéissance, c’est Jésus lui-même. La vie monastique, comme notre vie religieuse sscc, est un chemin pour se dépouiller de soi-même  et se configurer au Christ, pour faire nôtres « les attitudes, les options et les œuvres  qui ont amené  Jésus à l’extrême, jusqu’à  son cœur transpercé sur la Croix » ) Les constitutions Art.3).

L’obéissance, présente dans plusieurs chapitres de la règle, est plus amplement traitée dans le Chapitre 5. La manière de pratiquer concrètement l’obéissance religieuse dans un monastère est sûrement bien différente de  la manière dont nous voulons la vivre aujourd'hui dans nos communautés apostoliques (habituellement avec  peu de membres). Toutefois, l’attitude fondamentale  est essentiellement a même  pour « ceux qui n’estiment rien au-dessus du  Christ » (chapitre 5, 2). La règle oriente le regard vers l’intérieur du cœur. Les motivations pourront être différentes (peur, habitudes...), mais l’amour du Christ devra être finalement la  décisive. Au fond de notre cœur  nous décelons les attitudes qui guident notre réponse. Nos constitutions (des frères, Art.31-37) nous encouragent à la responsabilité et à la participation de tous dans le discernement de la volonté de Dieu, avec le rôle propre du supérieur respectif. Le dialogue fraternel et la prière ne doivent pas faire défaut. Et  enfin une décision peut être prise.  

La règle bénédictine  invite à voir ce qui se passe à l’intérieur, dans le  cœur, lorsque nous avons à obéir, que ce soit pour un changement de Communauté, de travail, ou par décisions des supérieurs, ou  pour un nouveau projet de  Communauté, etc.... Tout ce qui a trait à l’indécision, à des plaintes, à la faiblesse, à des obstacles divers, aux ennuis, aux murmures, ou à l’agitation d’autres personnes... tout cela n’aide pas  la mission, mais au contraire fait perdre la force de la liberté intérieure, du don de soi (générosité, amour) et  la pratique de l’obéissance.

Intrinsèquement liée à l’obéissance, nous trouvons l’humilité. Ainsi, au début du chapitre 5, la règle dit : « le premier degré d’humilité c’est l’obéissance immédiate ». C’est au chapitre 7, que la règle développe le thème de l’humilité. Saint Benoit  utilise l’expression « degrés », qu’il faut entendre comme  facettes variées d’humilité, manières de l’exercer, qui peuvent être prises simultanément. Le premier degré, caractéristique pour saint Benoit, souligne  l’importance des conditions pour vivre l’humilité : se mettre toujours en  présence de Dieu et chercher à faire sa volonté. C’est le fondement de l’humilité chrétienne. Il y a un réalisme dans l’examen de la condition humaine et une confession de la transcendance et l’omniprésence de Dieu, qui pénètre les profondeurs du cœur humain.

L’être humain vient de l’« humus » (racine du terme de l’humilité), de la  terre, créé par Dieu qui donne  vie et l’ouvre également à la vie éternelle. On part  de la « crainte de Dieu » pour arriver, par la purification qu’offre l’humilité, à être comblé tout simplement par amour. Le deuxième degré (manifestation) insiste sur la nécessité de rechercher en tout la volonté de Dieu, sachant que la recherche de sa propre volonté serait  l’origine d’une déshumanisation.

Lorsque nous pensons à cette ambiance de « retour » vers Dieu, dans notre contexte actuel, nous rencontrons d’énormes difficultés. Il n’est pas étonnant que l’humilité et l’obéissance soient perçues comme  vertus à l’encontre de la  culture générale. Et qu’elles soient également difficiles à pratiquer entre nous, religieux, car cela a à voir également avec l’oubli de Dieu,  l’athéisme larvée, la crise du sacré, le « désenchantement » du monde (sciences, techniques, raison se suffisent). Une ambiance  qui est un bouillon de culture de l’individualisme, de la tentation d’autoréalisation, des protagonismes (de la modernité prométhéenne) ou du narcissisme résigné (postmoderne). Egalement se perd le sens du péché, avec  un relativisme moral et de valeurs. Il faut y ajouter l’ambiance générale de la sensualité et concupiscence. Dans ce climat général, il n’est pas étonnant que l’humilité nous demande un rude travail. Nous avons besoin d’aide pour nous maintenir  dans une attitude radicale de  foi et de  recherche de la volonté de Dieu en toutes choses. Surtout dans les moments critiques de notre vie, vient  la question fondamentale : qui contrôle ma vie ? Qui décide de ma vie ?


Saint Benoit fait beaucoup d’autres considérations intéressantes sur l’humilité, mais il n’y a pas ici place pour les commenter. Pour lui, là se situe  l’essentiel de sa règle. Tout le reste est développement de ces principes. Justement  pour le Bon Père les vertus de l’obéissance et l’humilité sont fondamentales pour vivre la vocation sscc. Dans de nombreuses lettres il les recommande aux  frères et sœurs. Les chapitres de la règle qu’il recommande dans  la circulaire du 11 février 1826, sont précisément  ceux qui soulignent surtout l’humilité (liée à obéissance et à la pauvreté).

Rappelons, pour terminer, quelques citations du fondateur :

- « La dévotion au Sacré-Cœur, l’humilité, la douceur, seront les vertus fondamentales de la Congrégation ». (2197 LEBP, Règlement du Bon père, 1798).


- « Nous vous recommandons surtout ce sentiment d'obéissance, qui seul fait les véritables religieux, cet esprit de Pauvreté et de détachement, qui dispose l'âme à tous les sacrifices, cette humilité sincère, qui éloigne le murmure » (LEBP, clôture du deuxième Chapitre Général, 20.09.1824).


Friday, October 27, 2017

COME TO THE FEAST!  “History of two vocations that are but one”

¡VEN A LA FIESTA!  «Historia de dos vocaciones que no son más que una»

 VIENS À LA FÊTE !

« Histoire de deux vocations qui n’e sont qu'une »

Louise de Sèze - Claude D’Elbée




Jane F. Leandro sscc
What FEAST?  The FEAST OF GOD’S LOVE!  
The Gospel of the 28th Sunday in Ordinary Time invited us to the WEDDING FEAST OF THE KING OF LOVE. 

Today I welcome you to a FEAST where you can virtually experience the intimate, intense, irrevocable, eternal LOVE. 

A “LOVE STORY” has been recently posted on the SSCCPicpus Web site of a former SSCC Superior General and his wife (yes, his wife) who experienced an intimate, intense, irrevocable, eternal LOVE in the sacrament of marriage which ultimately, I dare say, drew them into a Mystical Marriage with their God without rupturing their living the sacrament of marriage. 

How can that be? Read their story in “History of two vocations that are but ONE”[1], written by Sister Claire-Marie of the Heart of Jesus, a cloistered Carmelite Nun and wife of Rev. Father Jean D’Elbée of the Heart of Jesus, sscc. They were both drawn and captured by the Love of the Sacred Heart.

Their families had known each other for some time. Their mothers were intimate friends, in a friendship forged for years, being part of the French "military world" of their husbands, both officers in the army. Both families shared similar cultural values ​​and religious sentiments. It was during a pilgrimage to the Marian shrine of Lourdes, that their son and daughter, the young Claude D'Elbée and Louise de Sèze, were able to share a little more. While their mothers enjoyed a friendly conversation, they did the same, getting to know each other, sharing their yearnings and making plans to keep meeting each other. Louise would later say: "That date of February 11, 1913 marked our lives forever." Claude was then 21 and Louise, 19.


They were married in 1918. Within months, another mysterious love became more and more conscious, as they frequented conferences of Father Matthew Crawley sscc. With a force difficult to explain, the love for the Heart of Jesus was experienced in their lives with unexpected encouragements, which were outlined in both a new vocation within that marriage vocation that kept them together with so much love. One day, says Louise, "I saw Claude coming from a distance, walking towards me, and I thought something had changed in his face, and, I do not know why, I thought: I lost him, he no longer belongs to me ..."

The story is more than intriguing, it is a spiritual journey which leaves one yearning for the grace of greater intimacy with God and a zealous participation in His work for the Kingdom. Love permeates every page of this story, but not a love without sacrifice. It reveals a life of unbounded love and zeal where one is drawn into the Heart and life of Jesus and zealous participation in all aspects of His life, even unto death, in order to reconcile the world to the Father.

Mother Claire remembered later what she said to her husband when they said goodbye in the convent of Carmel: "Nothing will prevent us from remaining one; our mutual trust in each other will always be total and ever deeper and deeper." So it was. Louise (Claire) would finally understand that she had never lost Claude (Jean) her husband: she had preserved their union as she never thought before, "in the love of the Heart of our Lord Jesus."

In effect Father Jean and Mother Claire were seized by God, empowered by the Spirit and guided by Mary who was their life-long companion. Are we not consecrated to the Heart of Jesus and His Mother, Mary? Are we not children of the Cross?

Read and enter into the lives of Claude D’Elbée and Louise Marie de Sèze and witness or virtually participate in their journey into communion with the Heart of Jesus and consecration to religious life as Jean of the Heart of Jesus SSCC and Claire-Marie of the Heart of Jesus, OCD.  Be inspired!

Text in English in the virtual Library virtual de SSCCPicpus website, section  SSCC Personages SSCC /Brothers:         http://www.ssccpicpus.com/en/brothers


                      
Mother Claire, Prioress,
 at her work table in 1943
Fr. Jean D'Elbée, 6th Superior General



[1] Original in French, «Histoire de deux vocations qui n'e sont qu'une», Téqui, Paris, 1984. Translated into English by Jane Francis Leandro sscc  ("History of two vocations that are but one").



¡VEN A LA FIESTA!


¿Qué FIESTA? ¡LA FIESTA DEL AMOR DE DIOS!

El Evangelio del 28º Domingo del Tiempo Ordinario nos invitaba a la FIESTA DE BODAS DEL REY DE AMOR. Hoy les invito a una FIESTA en la que virtualmente pueden experimentar un AMOR íntimo, intenso, irrevocable y eterno. 

Recientemente, en el sitio web SSCCPicpus, se ha publicado la traducción al inglés de una "historia de amor”. La de un ex Superior General sscc y de su esposa (¡sí, su esposa!), quienes experimentaron un AMOR íntimo, intenso, irrevocable y eterno en el sacramento del matrimonio y que, en última instancia, me atrevo a decir, los llevó a un matrimonio místico con su Dios sin romper su vivencia del sacramento del matrimonio. ¿Cómo puede ser eso? Lean su historia en el libro «Historia de dos vocaciones que no son más que una»[1], escrita por la hermana Claire-Marie del Corazón de Jesús, una monja carmelita de clausura y esposa del Rev. Padre Jean D'Elbée del Corazón de Jesús sscc. Ambos fueron atraídos y capturados por el amor del Sagrado Corazón. 

Sus familias se conocían desde hacía un buen tiempo. Sus madres eran amigas íntimas, en una amistad forjada por años, al ser parte del “mundo militar” francés de sus maridos, oficiales de carrera. Ambas familias compartían similares valores culturales y sentimientos religiosos. Fue en una peregrinación al santuario mariano de Lourdes (Francia), cuando sus hijos, los jóvenes Claudio d’Elbée y Luisa de Sèze, pudieron compartir un poco más. Mientras sus madres disfrutaban de una conversación amable, ellos hacían lo propio, conociéndose, compartiendo anhelos y haciendo propósitos de seguir encontrándose. Luisa diría después: “Esa fecha del 11 de febrero de 1913 marcó para siempre nuestras vidas”. Claudio tenía entonces 21 años y Luisa, 19. 

Se casaron en 1918. A los pocos meses, otro misterioso amor se fue haciendo cada vez más consciente, en la medida en que frecuentaban al padre Mateo Crawley sscc. Con una fuerza difícil de explicar, el amor por el Corazón de Jesús se instalaba en sus vidas con sugerencias inesperadas, que fueron perfilando en ambos una nueva vocación dentro de esa vocación matrimonial que los mantenía unidos con tanto amor. Un día, cuenta Luisa, “vi a Claudio venir de lejos, caminando hacia mí, y me pareció que algo había cambiado en su rostro, y, no sé por qué, pensé: Lo he perdido, ya no me pertenece…”

La historia es más que intrigante; es un viaje espiritual que deja un anhelo por la gracia de una mayor intimidad con Dios y una participación entusiasta en su obra para el Reino. El amor impregna cada página de esta historia. Pero no es un amor sin sacrificio. Revela una vida de amor y celo sin límites, donde uno es atraído al Corazón y la vida de Jesús y a participar celosamente en todos los aspectos de su vida, incluso hasta la muerte, para reconciliar el mundo con el Padre.

La madre Claire recordará después lo que le dijera a su esposo cuando ambos se despedían en el convento del Carmelo de Lovaina (Bélgica): “Nada impedirá que sigamos siendo uno; nuestra confianza mutua, el uno en el otro, será siempre total y cada vez más y más profunda”. Y así fue. Luisa (Claire) entendería finalmente que nunca había perdido a Claudio (Jean) su esposo: lo había conservado como nunca antes lo pensó, “en el amor del Corazón de nuestro Señor Jesús”.

En efecto, el Padre Jean y la Madre Claire fueron tomados por Dios, fortalecidos por el Espíritu y guiados por María, quien fue su compañera de toda la vida. ¿No estamos consagrados al Corazón de Jesús y de su Madre, María? ¿No somos hijos de la Cruz?

Les invito a leer y a ser partícipes de la vida de Claude D'Elbée y Louise Marie de Sèze, a presenciar o participar virtualmente en su viaje a la comunión con el Corazón de Jesús y a la consagración a la vida religiosa como Jean du Coeur de Jésus sscc y Claire-Marie du Coeur du Jésus ocd. ¡Qué les inspire!

Texto en inglés en la Biblioteca virtual de SSCCPicpus, sección Personajes SSCC /Hermanos       http://www.ssccpicpus.com/en/brothers



[1] Original en francés, «Histoire de deux vocations qui n’e sont qu'une», Téqui, París, 1984. Traducida ahora al inglés por Jane Francis Leandro sscc (“History of two vocations that are but one”)


Sister Claire, novice at the Carmel of Louvain, in 1921



VIENS À LA FÊTE !

¿Quelle fête? LA FETE DE L’AMOUR DE DIEU !

L’Évangile du 28e dimanche du temps ordinaire nous invitait à la fête des noces du Roi de l’Amour. Aujourd’hui je vous invite à une fête où l’on peut virtuellement faire l’expérience d’un amour intime, intense, irrévocable et éternel. 

Récemment, sur le site web SSCCPicpus, a été publiée la traduction en anglais d’une « histoire d’amour». Celle d’un ancien supérieur général sscc et de son épouse (Oui, son épouse !..), qui ont vécu un amour intime, intense, irrévocable et éternel scellé dans le sacrement du mariage qui, en fin de compte, j’ose le dire, les a conduit à un mariage mystique avec leur Dieu, sans rompre l’alliance scellée  dans le sacrement de mariage. Comment est-ce possible ? Lisez donc leur histoire dans le livre : « Histoire de deux vocations qui n’en sont qu’une »[1],  par sœur Claire-Marie du Cœur de Jésus, religieuse carmélite de clôture et épouse du Très Révérend Père Jean D' Elbée du Cœur de Jésus, sscc. Tous les deux ont été attirés, séduits par l’amour du Sacré-Cœur.

Leurs familles respectives se connaissaient depuis longtemps. Leurs mères étaient amies intimes, d’une  amitié construites au long des années. Leur mari, comme officiers de carrière, faisaient partie du « monde militaire » français. Les deux familles partageaient les mêmes  valeurs culturelles et les mêmes convictions religieuses. Ce fut au cours d’un pèlerinage au sanctuaire marial de Lourdes (France), que leurs enfants, le jeune Claude d’Elbée et Louise de Sèze, eurent l’occasion d’échanger davantage. Alors que leurs mères étaient  heureuses de bavarder amicalement entre elles, les  jeunes de leur côté conversaient également, faisant davantage connaissance, partageant leurs projets. Ils décidèrent  de continuer à se rencontrer. Louise dira plus tard : « Cette date du 11 février 1913 a marqué nos vies à jamais ». Claude avait alors  21ans  et Louise 19.


Ils se marièrent en 1918. Peu de mois après, un autre amour mystérieux devenait de plus en plus évident pour eux, et cela à mesure qu’ils découvraient le Père Mateo Crawley sscc. Avec une force mystérieuse,  l’amour du Cœur de Jésus imprégnait de plus en plus  leur vie avec des intuitions inattendues, qui leur faisaient entrevoir  une nouvelle forme de vocation au sein même de la vocation matrimoniale qui les liait d’un amour très fort. Un jour, raconte  Louise, « Je vis de loin Claude s’approcher, marchant vers moi, avec un visage où il me  parut que quelque chose avait changé, et, je ne sais pourquoi, je me dis : Je l’ai perdu, il ne m’appartient plus... »

L’histoire est plus que curieuse ! C’est un parcours spirituel qui donne envie, par grâce, de connaître une plus grande intimité avec Dieu et une participation joyeuse à son œuvre du Royaume. L’amour imprègne chaque page de cette histoire. Mais ce n’est pas un amour sans sacrifice. Elle révèle une vie d’amour et de zèle sans limites, où l’on est attiré par le cœur et la vie de Jésus et pour participer intensément dans  tous les aspects de la vie, et ce jusqu'à la mort, pour réconcilier le monde avec le Père.

Mère Claire rappellera plus tard ce qu’elle dit à son époux quand ils se quittèrent au couvent du Carmel de Louvain (Belgique) : « Rien n’empêchera de continuer à être unis ;  notre mutuelle confiance, de l’un à l’autre,  sera toujours totale  et chaque jour de plus en plus profonde ». Et il en fut ainsi. Louise (Claire) comprendra  qu’elle n’a jamais perdu  Claude (Jean) son conjoint : Elle l’a gardé, comme jamais elle ne l’aurait imaginé, «dans l’amour du Cœur de notre Seigneur Jésus ».

De fait, le Père Jean et  Mère Claire furent pris par Dieu, fortifiés  par l’Esprit Saint  et guidés par Marie qui fut leur compagne toute leur vie. Ne sommes-nous pas consacrés au Cœur de Jésus et de sa mère Marie ? Ne sommes-nous pas des enfants de la Croix ?

Je vous invite à lire cette vie de Claude D’Elbée et Louise Marie de Sèze et à y communier, pour assister ou participer virtuellement à leur parcours en communion avec le Cœur de Jésus et dans la consécration de la vie religieuse, comme Jean du Cœur de Jésus sscc et Claire-Marie du  Cœur du Jésus.  Que cette belle histoire vous inspire !

Texte en anglais sur la bibliothèque de la web SSCCPicpus, section Personages SSCC / Brothers 

[1] Original en Français, «Histoire de deux vocations qui n « e sont qu » une », Téqui, Paris, 1984. Maintenant traduit en anglais par Jane Francis Leandro sscc (« histoire des deux vocations qui ne font qu’un ») 



Sunday, October 15, 2017

St. Margaret Mary Renewed! A Contemporary Consecration Prayer to the Sacred Heart

Una oración contemporánea de consagración al Sagrado Corazón. ¡Santa Margarita María renovada!

Une prière actualisée de consécration au Sacré-Cœur. Sante Marguerite Marie renouvelé !


   Richard Lifrak sscc (US province)

Seven years ago, as a member of the steering committee of the Sacred Heart Communities in Collaboration, a consortium of religious orders connected to the Sacred Heart, I was part of an attempt to solidify the foundation of the current devotion to the Sacred Heart, based on the three themes of adoration, consecration, and reparation.

Unfortunately, this goal was not achieved, and the speaker I recruited for the conference we were sponsoring was part of the failure, which I painfully took to heart. Hoping to do an act of reparation, I began to pray the prayer of consecration to the Sacred Heart, written by Saint Margaret Mary. A few months later, in adoration, I received the inspiration to compose a new prayer of consecration consistent with her spirit of devotion, humility, and desire for conversion.

For seven years, I have been praying a version of this prayer, which has gradually changed, mostly as a result of sporadic inspirations occurring during Eucharistic adoration. The seven paragraphs are a contemporary expansion of St. Margaret Mary’s salutation prayer as well as her consecration prayer. This has been a grueling process, because of my sinfulness and personal flaws, which explains why it has taken me so long to compose. Yet, the Lord has stayed with me through this prayer, and, thus, I am extremely grateful for its continued help to me and others, as well as for the fact that it is finally finished.

I now wish to share it with a hope that it might bring more life to our devotion during Eucharistic adoration, as well as serve as a kind of examination of conscience. I have also written a few prayers of Entrustment to Mary’s Immaculate Heart, which support our Sacred Heart devotion.

I must warn readers that this prayer can be tedious to pray, unless one prays only one small portion at a time during Eucharistic adoration. Yet I have also seen it comfort quite a few people who were in emotional and spiritual duress, including myself. I offer it with the humble hope that others, and there are many (!), who are more loving and gifted than I, will write their own prayers, serving the goal of being united by a shared consecration to the Hearts of Jesus and Mary that is vital and renewed, as well as provide nourishment for the life-giving religious and social engagement with our extremely troubled world, based on God’s Love, which is the foundation for our mission. Here is the prayer:

O Sacred Heart of Jesus! I ask for Your Consecration today of all that I am, all that I have, and all that I do, that I may love, honor, and glorify You, Lord, as much as is humanly possible and more! Thus, I pray for the grace to renounce what dishonors You, to pursue what most pleases You, and to do only the good that is Your Will!  Fearing to remain spiritually blind, deaf, and lame, I beg for the privilege of walking close to You, of hearing Your Voice, and of coming to see the breadth, height, and depth of Your Love for all You desire to bless, including me!    

O Most Precious Heart! You accepted the cost of being pierced for my sins and exposed Your Wounded Side to save me! With amazing Love, You’ve let me know You as my source of salvation, my remedy for sickness that afflicts me, my reparation for the defects that degrade me, my rock and refuge in times of trouble, my pulsating symbol of Your Constant, Consoling Love, in truth, my greatest treasure! You and only You can be the Love of my life, my eternally faithful friend, and my master key to open every door that leads to heaven: Your Life awesomely present and joyfully shared!  Even on this earth, Your Love shines brightly throughout Your Living Word and makes us one with You, the Father,  and every single brother or sister believer in the communion of holy Eucharist!

O Most Merciful Heart! Despite my defects of petty pride, callous indifference, consuming anger, desire, and shame, You offer Your Peace to lighten my load! And in the purgatory of my failed repentance, so excruciating and dark, You plant seeds of hope that are fresh and new! What? Why? Who? Am I seeing Your Limitless Mercy?! O Wondrous Mystery!! Yet, will I forgive with mercy those who harm me or harm the ones I love? And will I truly accept Your Forgiveness of me by letting go of fear and distrust? Touched and penetrated by Your gentle waves of Forgiveness and Mercy, I say now and will say forever: “Yes!” to Your Mercy and Forgiveness, “Yes!” to Your power to transform what is deformed, and “Yes!” to Your Healing Embrace of me and every other prodigal child!   

O Most Just of Hearts! I implore You to guide me with Your Righteousness to respond to our dreadful inhumanity! Help me to unravel with Your Wisdom, Kindness, and Valor our tangle of social sin: the acts through which, together, we have damaged our human integrity and marred Your Creation! Implant Your Truth, pierce all pride, and clear the path that makes Your Justice possible!  Empower our prayer and actions on behalf of the persons the world ignores, demeans, abuses, and destroys more than any others: the poor, strangers, the weak and small! O Jesus, our dear brother, Suffering Servant, and Triumphant King, if not for You, what reparations could we make, what remedies of justice could we use, to restore life again? Let the boundless solidarity that draws You close to accompany and cherish the poor and powerless move us, especially me, to share Your Justice with tender compassion for those in need!  

O Most Liberating Heart! Send Your Holy Spirit to set me on fire with a passion like Yours for God’s Kingdom! Let Your Zeal sear my soul and spur me to share Your Reign of Justice, Peace, Mercy, and Love with many sisters and brothers, to bless Our Father’s children! Free me from lingering habits of aggression, neglect, self-indulgence, or deceit that resist Your Loving Care and Acts of Justice! And let me offer thanksgiving and praise for even the smallest signs of Your Kingdom, knowing it is You (!), acting through mustard seeds of Love and living faith that move mountains, inspiring our hope! Dearest Friend, help us tend each seed to grow, give shelter, and bear Your Fruit! 

O Most Faithful Heart! You have demonstrated an unsurpassable Love while suffering betrayal and death on the Cross! You bore the burden of my guilt, and Your Wounds remain! Therefore, let me die to every blind attachment or deviation that causes me to separate from You and sin! May the stream of Living Water and Precious Blood, poured out from Your Side, sweep away all obstructing filth and fill my heart with Pure Love for You, Your Mission, and Your Church! Accepting humiliations, sorrowful losses, bitter defeats, vexing trials, desolation, and death, I trust and hope in You, who are my Resurrection, my very Life! 

O Most Holy of Hearts! Entrusting myself to the Immaculate Heart of Our Most Blessed Mother, Mary, and extending my consecration to You, Jesus, let me  know, love, and serve You, so as to live with, in, and through You, now and forever! By Your Grace believing that Your True Love abounds, I want to contemplate, live, and proclaim Your Love with every breath I take! And let my heart and all hearts, adoring and longing for You, cry out: “Come, Lord Jesus! Come, O Sacred Heart! Come now, Yes! And stay forever, our Love and our Life!


On the SSCC Picpus website, in the section “Resources / SSCC Prayers”, a compilation of prayers related to SSCC spirituality and history can be found: http://www.ssccpicpus.com/en/sscc-prayers





Una oración contemporánea de consagración al Sagrado Corazón. ¡Santa Margarita María renovada!

Hace siete años, como miembro del comité directivo de Comunidades del Sagrado Corazón  en colaboración, un consorcio de órdenes religiosas relacionadas con el Sagrado Corazón, formé parte de un intento de solidificar el fundamento de la devoción actual al Sagrado Corazón, basándose en los temas de la adoración, la consagración y la reparación.

Desafortunadamente, este objetivo no se logró. El conferenciante al que llamé para la conferencia que patrocinábamos fue parte del fracaso, lo que dolorosamente me tomé muy a pecho. Con la esperanza de hacer un acto de reparación, empecé a orar la oración de consagración al Sagrado Corazón, escrita por Santa Margarita María. Unos meses más tarde, en adoración, recibí la inspiración para componer una nueva oración de consagración acorde con su espíritu de devoción, humildad y deseo de conversión.

Durante siete años, he estado orando una versión de esta oración, que ha cambiado gradualmente, sobre todo como resultado de las inspiraciones esporádicas que ocurren durante la adoración eucarística. Los siete párrafos son un desarrollo contemporáneo de la oración de saludo de Santa Margarita María, así como su oración de consagración. Ha sido un proceso agotador, debido a mis pecados y defectos personales, lo que explica por qué me ha tomado tanto tiempo el componerla. Sin embargo, el Señor ha permanecido conmigo a través de esta oración, y, por lo tanto, estoy extremadamente agradecido por su ayuda continua a mí y otros, así como por el hecho de que finalmente esté terminada.

Ahora deseo compartirlo con la esperanza de que pueda dar más vida a nuestra devoción durante la adoración eucarística, así como servir como una especie de examen de conciencia. También he escrito algunas plegarias de confianza al Corazón Inmaculado de María, que apoyan nuestra devoción al Sagrado Corazón.

Debo advertir a los lectores que esta oración puede ser tediosa para orar, a menos que uno ore sólo con una pequeña porción cada vez durante la adoración eucarística. Sin embargo, también he visto que ha dado consuelo a algunas personas que estaban bajo presión emocional y espiritual, incluyendo a mí mismo. Lo ofrezco con la humilde esperanza de que otros, ¡y hay muchos!, que son más bondadosos y dotados que yo, escriban sus propias oraciones, sirviendo a la meta de estar unidos por una consagración compartida a los Corazones de Jesús y María, que sea vital y renovada. También para que alimente el compromiso religioso y social que da vida con nuestro mundo extremadamente turbulento, basado en el amor de Dios, que es el fundamento de nuestra misión. Aquí está la oración:

¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús! Hoy pido la consagración de todo lo que soy, todo lo que tengo y todo lo que hago, para que pueda amarte, honrarte, y glorificarte, Señor, lo más humanamente posible ¡y más! Así pues, pido tu gracia para poder renunciar a todo lo que te deshonre, hacer todo lo necesario para complacerte y cumplir sólo con lo bueno, con lo que es tu voluntad. Por el temor de quedar espiritualmente ciego, mudo y cojo, te ruego por el privilegio de caminar cerca de ti, de poder oír tu voz y de ver cada vez más la anchura, la longitud y la profundidad de tu amor por todo aquello que quieras bendecir ¡incluyéndome a mí!

¡Oh, preciosísimo Corazón! ¡Tú aceptaste el precio de ser traspasado por mis pecados y expusiste tu costado herido para salvarme! Con amor maravilloso me has dejado conocerte como mi fuente de salvación, mi remedio para la enfermedad que me aflige, mi reparación de los defectos que me degradan, mi roca y refugio en tiempos difíciles, mi símbolo palpitante de tu amor constante y consolador; en verdad, mi mayor tesoro. Tú y solo tú puedes ser el amor de mi vida, mi amigo eternamente fiel y mi llave principal para abrir todas las puertas al cielo: ¡tu vida impresionantemente presente y alegremente compartida! Aún, en este mundo, tu amor brilla a lo largo de tus palabras vivas y hace que seamos uno en ti, en nuestro Dios Padre, y con cada hermano o hermana creyente en la santa comunión eucarística.

¡Oh, misericordioso Corazón! A pesar de mis defectos de orgullo sin sentido, de mi fría indiferencia y de mis complejos de coraje, anhelo y vergüenza, tú ofreces tu paz para aliviar mi carga. Y en el purgatorio de mi fracasado arrepentimiento, tan agonizante y oscuro, tú plantas semillas de esperanza que son refrescantes y nuevas. ¿Qué? ¿Por qué? ¿Quién? ¿Estoy viendo tu misericordia sin límites?  !Oh, misterio asombroso! Y aun así, ¿perdonaré con misericordia a los que me hacen daño a mí o a mis seres queridos? ¿Y podré  realmente aceptar tu perdón, dejando que mis miedos y mi desconfianza se vayan? Tocado y penetrado de nuevo por tus suaves olas de perdón y misericordia, yo digo ahora y por siempre: « ¡Sí!, a tu misericordia y perdón; ¡sí!, a tu poder de transformar lo que es deforme; y ¡sí!, a tu abrazo que sana, no sólo a mí, sino a los demás hijos pródigos».

¡Oh, el más justo de los corazones! ¡Te imploro que me guíes con tu rectitud amorosa para responder a nuestra espantosa inhumanidad! ¡Ayúdame a desenredar con tu sabiduría, bondad y valor nuestra maraña de pecados sociales, aquellos actos por los cuales, juntos, hemos dañado nuestra integridad humana y empañado tu espléndida creación! ¡Inculca tu verdad, revienta todo orgullo, despeja la senda que hace posible tu justicia!  ¡Da fuerza a las oraciones y actos que hacemos por todas las personas que el mundo ignora, degrada, abusa y destruye: los pobres, los extraños, los débiles y pequeños! ¡Oh, Jesús, nuestro amado hermano, el servidor sufriente  y el rey triunfante! Si no fuera por ti, ¿qué reparación pudiéramos hacer y qué remedio de justicia pudiéramos usar para restaurar la vida otra vez? ¡Qué tu solidaridad sin límites te acerque para poder así acompañar y mostrar afecto a los pobres! ¡Qué nos mueva, especialmente a mí, para compartir tu justicia con tierna compasión hacia los más necesitados! 

¡Oh, el más libre de los corazones! ¡Manda tu Espíritu Santo para que me haga arder con una pasión como la tuya por el Reino de Dios! ¡Qué tu celo abrase mi alma y suscite las ansias de compartir el Reino de tu justicia, tu paz, tu misericordia y amor con muchos hermanos y hermanas, y así bendecir a los hijos de nuestro Padre! ¡Líbrame de toda conducta de agresión, negligencia, indulgencia, o engaño que se resiste a tus cariñosos cuidados y actos de justicia! ¡Y déjame dar gracias y alabarte hasta por las más pequeñas señales de tu Reino, reconociendo que eres tú (¡!), actuando a través de las semillas de mostaza de amor y de fe viva que mueven montañas, inspirando nuestra esperanza!  ¡Queridísimo amigo, ayúdanos a cuidar de cada pequeña semilla, para que crezca, ofrezca refugio y produzca de tu fruto!

¡Oh, fidelísimo Corazón! Tú has demostrado un amor insuperable mientras sufrías traición y muerte en la cruz. Tú cargaste con el peso de mis culpas y tus heridas permanecen. Por eso, déjame morir a cada ciega fijación o desviación que causa que me separe de ti que y que peque. ¡Que la corriente de agua viva y la preciosísima sangre, que brotan de tu costado, barran la mugre y llenen mi corazón con un amor puro, solo para ti, para tu misión y tu iglesia! Aceptando humillaciones, tristes pérdidas, amargas derrotas, irritantes obstáculos, desolación y muerte, yo confío y espero en ti, que eres mi resurrección y mi propia vida.

¡Oh, santísimo Corazón! ¡Encomendándome al Corazón Inmaculado de nuestra santísima Madre, María, y extendiendo mi consagración a ti, Jesús, que yo conozca, quiera y te sirva para vivir con, en, y por ti, ahora y siempre! ¡Creyendo por tu gracia que tu amor verdadero abunda, quiero contemplar, vivir, y proclamar tu amor con cada suspiro! ¡Y que mi corazón y todos los corazones te adoren y te anhelen aclamando: «¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, oh, Sagrado Corazón! ¡Ven ahorita, sí! ¡Y quédate para siempre, nuestro amor y nuestra vida!».   

En el sitio web SSCC Picpus, en la sección “Recursos / Oraciones SSCC”, se encuentra una compilación de oraciones relacionadas con la espiritualidad e historia SSCC: http://www.ssccpicpus.com/es/oraciones-sscc

Odilon Redon, Corazón de Jesús (1916)

Une prière actualisée de consécration au Sacré-Cœur. Sante Marguerite Marie renouvelé !

Il y a sept ans, comme membre du Comité directeur des Communautés du Sacré-Cœur en partenariat, qui est un ensemble d’ordres religieux liés au Sacré-Cœur, je faisais partie  d’un groupe de recherche en vue de consolider les fondements de la dévotion actuelle au Sacré-Cœur, sur la base des thèmes de : l’adoration, la consécration et la réparation.

Malheureusement, cet objectif n’a pas pu être atteint. Le maître de conférences que j’ai appelé pour la conférence que nous devions programmer ensemble a été lui-même responsable de l’abandon de ce projet, ce qui m’a fortement contrarié. Dans l’espoir  de réparer cet échec, j’ai commencé à prier avec la prière de consécration au Sacré-Cœur, de Sainte Marguerite Marie. Quelques mois plus tard, dans l’adoration, j’eus l’inspiration de composer une nouvelle prière de consécration dans un souci de service, d’humilité et désir de conversion.

Pendant sept ans, j’ai prié avec une version de cette prière, qui a évolué  peu à peu, notamment grâce à des inspirations successives au cours de l’adoration eucharistique. Les sept paragraphes qui la composent sont un développement  contemporain de la prière de salut de Sainte Marguerite Marie, de même  que sa prière de consécration. Ce fut un processus épuisant, dû à mes péchés et défauts personnels, ce qui explique tout le temps qu’il me fallut pour la composer. Cependant, le Seigneur a toujours été  avec moi à travers cette prière, et  je suis extrêmement reconnaissant de son aide continue, pour moi et pour d’autres, reconnaissant aussi du fait que j’ai  pu la terminer.

Maintenant, je souhaite partager mon expérience, en espérant que cela puisse aider à revivifier notre dévotion pour l’adoration eucharistique, et puisse servir d’examen de conscience. J’ai également écrit quelques prières de confiance au Cœur Immaculé de Marie, qui peuvent réanimer  notre dévotion au Sacré-Cœur.

Je dois avertir les lecteurs que cette prière peut paraitre fastidieuse, à moins de l’utiliser seulement  par de courts passages,  pour  l’adoration eucharistique. Cependant, j’ai constaté également  qu’elle apporte paix  à certaines personnes qui peuvent être tendues mentalement et spirituellement, comme moi-même parfois. Je la présente avec humilité dans l’espoir que d’autres- et ils sont nombreux !- meilleurs et plus doués que moi, écriront leurs propres prières, ce qui permettrait de nous sentir plus  unis dans  une même consécration aux Cœurs de Jésus et de Marie, qui serait ainsi renouvelée et plus vivante. Et  notre engagement religieux et social basé sur l’amour de Dieu qui est  fondamental pour  notre mission,  serait un moyen de revitaliser également  notre monde extrêmement  perturbé.

Enfin, voici la prière:

Ô Sacré-Cœur de Jésus ! Je te demande aujourd'hui de me consacrer entièrement avec tout ce que je suis, tout ce que je possède, tout ce que je fais, pour t’aimer, t’honorer, te glorifier,  autant qu’il se peut humainement  et même bien au-delà ! Accorde-moi la grâce de renoncer à tout ce qui te déshonore, de faire tout pour te plaire, de me  conformer uniquement à ce qui est bon et ainsi accomplir ta volonté. Pour ne pas être spirituellement aveugle, muet et paralysé, je te prie de m’accorder la grâce  de marcher auprès de toi, d’entendre ta voix et découvrir de plus en plus la largeur, la longueur et la profondeur de ton amour qui bénit tout  y compris  moi-même !

    Oh, Cœur précieux ! Tu as accepté de  payer  le prix d’être transpercé par mes péchés et d’ouvrir ton cœur blessé pour me sauver ! Dans ton amour merveilleux tu m’as offert la possibilité de te  connaître  comme source de mon Salut,  remède des  maladies qui m’affligent,  réparation des défauts qui me dégradent, rocher et refuge en ces temps difficiles, symbole palpitant de ton amour constant et réconfortant; en vérité, tu es mon  trésor le plus précieux. Toi et toi seul peux être l’amour de ma vie, l’ami éternellement fidèle et la clé essentielle pour ouvrir toutes les portes du ciel : Ta vie étonnamment  présente et joyeusement partagée ! Plus encore… en ce monde, ton amour brille tout au long de tes paroles de Vie  et  fait que nous soyons Un en toi, en  Dieu notre Père et avec chacun des sœurs et frères qui croient en  la Sainte communion eucharistique.

Oh, cœur Miséricordieux ! Malgré mes défauts d’orgueil insensé, de ma froide indifférence et de mes manques de courage et de volonté et de ma lâcheté, tu m’offres ta paix  pour alléger mon fardeau. Et dans le purgatoire de mes remords  inutiles,  angoissants et obscurs, tu sèmes des graines d’espoir qui sont rafraîchissement  et nouveauté. Quoi ? Pourquoi ? Qui ? Je découvre ta miséricorde sans limites ? Oh,  mystère insondable! Et avec cela, saurai-je moi-même pardonner à ceux qui me portent tort ainsi qu’à mes proches? Et saurai-je accueillir vraiment  ton pardon, abandonnant peurs et méfiances ? Touché et  pénétré à nouveau par tes  douces vagues de pardon et de miséricorde, je dis maintenant et pour toujours : « Oui  à ton pardon et à ta  miséricorde! Oui  à ton  pouvoir de transformer ce qui est difforme ! Oui à ton étreinte  qui me  guérit ! et non seulement moi-même, mais aussi tous tes enfants prodigues ».

Oh, le plus  juste des cœurs ! Je te supplie  de me conduire, avec ta rectitude toute aimante, pour répondre à notre terrible inhumanité ! Aide-moi à démêler avec sagesse,  bonté et courage, l’enchevêtrement de nos péchés sociaux qui ont flétri notre intégrité humaine et abimé  ta création merveilleuse! Inculque-nous ta vérité, chasse tout orgueil, dégage  le chemin qui rendra possible ta Justice! Donne force aux prières et aux actions que nous menons  en faveur des gens  que le monde ignore, dégrade, abuse et détruit : les pauvres, les étrangers, les faibles et les petits ! Oh, Jésus, notre frère bien-aimé, serviteur souffrant et roi triomphant ! Sans toi, quelle  réparation pourrait-on mener et quel recours en Justice pourrait-on utiliser pour redonner vie ? Que ta solidarité sans limites nous habite  pour être capables d’accompagner les pauvres  et leur manifester de l’amitié! Surtout qu’elle me touche personnellement, pour que je sois capable de partager ta justice, avec une  tendre compassion, pour les plus oubliés !

Oh, le plus libre de tous les cœurs ! Envoie ton Esprit Saint pour me faire brûler d’une passion, semblable à la tienne, pour le Royaume de Dieu ! Que ton zèle  embrase mon âme,  suscite en moi le feu de ton amour pour partager les biens de ton  Royaume : justice, paix, miséricorde, amour, avec de nombreux frères et sœurs et qu’ainsi soient bénis les enfants de notre Père ! Délivre-moi de tout comportement d’agression, de négligence, d’indifférence ou de mensonge qui s’opposerait  à tes  douces attentions et  actes de Justice ! Et donne-moi de te rendre grâce, de te louer pour les plus petits signes de ton Royaume, reconnaissant que tu es, Toi, (!), celui qui agit à travers la plus petite graine  d’amour et de foi vivante, celle qui déplace les montagnes, en inspirant notre espérance !  Ami bien-aimé, aide-nous  à prendre soin de chacune des plus petites graines, pour qu’elle croisse, offre un abri et porte du fruit !

Oh,  Cœur  très fidèle ! Tu as manifesté  un amour  incomparable alors que tu souffrais  trahison et mort sur la Croix. Tu t’es chargé du poids de mes péchés et les blessures te marquent à jamais. Pour cela, délivre-moi de tout aveuglement et de tout égarement qui pourraient m’entrainer au péché et me séparer de toi. Que le torrent d’eau vive et du  sang précieux qui déborde de ton côté, purifie et comble mon cœur d’un pur amour pour toi, pour ta mission et ton Eglise ! Tout en acceptant humiliations, douleurs, déroutes, épreuves, désolation et mort même, j’ai mets ma confiance en toi seul. Tu es ma vie et ma résurrection !

Oh, Très saint Cœur béni ! Je m’en remets  au Cœur Immaculé de notre sainte mère, Marie, et poursuivant ma consécration envers Toi, Jésus, fais que je te connaisse, te désire et te serve  pour vivre avec toi, en toi et pour toi, maintenant et toujours ! Croyant, par ta grâce,  que ton véritable amour surabonde, je veux contempler, vivre et proclamer cet amour en chacune de mes respirations ! Que mon cœur et tous les cœurs t’adorent et te désirent en clamant : « Viens, Seigneur Jésus ! Oh, Cœur Sacré de Jésus, viens tout de suite! Oui ! Reste avec  nous pour toujours, Toi notre Amour et notre Vie ! ». 

Sur le site SSCC Picpus, dans la section « Resources / Prières », se trouve une compilation de prières liées à la spiritualité et à l'histoire SSCC : http://www.ssccpicpus.com/fr/priers